“¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo!”(Jn. 1:29).
Pensamientos acerca del carácter de cordero del Hijo
de Dios.
WIM MALGO (1922-1992)
Por tres razones fundamenta-les el Señor Jesús es llamado Cordero de
Dios:
1. Él es
llamado cordero, para revelar al mundo Su carácter. Un cordero es una
imagen de inocencia y pureza. En todas las cosas Jesús fue un verdadero ser
humano: tentado igual que nosotros, pero sin pecado. El hecho de que Él
verdaderamente se convirtió en un ser humano de carne y sangre, como todos los
demás, lo reconocemos en la revelación de Su profunda humanidad: Él derramó
lágrimas (He. 5:7); tuvo hambre (Mt. 4:2); sufrió sed (Jn. 19:28); se alegraba
(Le. 10:21); se cansaba (Jn. 4:6); era tentado por Satanás (Mt. 4:3) — ¡pero no
pecaba! Por eso, Él es llamado el Cordero de Dios. Pedro, en 1 Pedro 1:19, lo
expresa así: "...con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación". Por esta razón, la sangre de Jesús, y solo la
sangre de Jesús, limpia de todo pecado, porque Él es puro.
2. Él es
llamado Cordero de Dios, para mostramos Su camino. Él llegó a esta tierra con un muy claro objetivo de Dios, el de ser
sacrificado por nuestros pecados, "...digno es el Cordero que fue
inmolado..." (Ap. 5:12). Él no fue sorprendido por Su ejecución, sino que
dijo en santa resolución: “Mas para esto he llegado a esta hora" (Jn.
12:27). Él entregó Su vida voluntaria-mente (Jn. 10:18), y con eso re-veló Su
característica de cordero que sabía que sería inmolado. "Pero Jesús,
sabiendo todas cosas que le habían de sobrevenir..." (Jn. 18:4). Hasta el
suspiro, Jesús estuvo totalmente consciente, rechazando todo tipo de anestésico
(Mt. 27:34).
Una segunda característica del cordero, es que no opone resistencia
cuando es sacrificado. Jesús, el Cordero, no se resistió al sufrimiento. Él no
gritó, sino que "como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo
delante del que lo trasquila, así no abrió su boca” (Hch. 8:32).
3. Jesús es llamado Cordero de Dios, para revelarnos
Su tipo de victoria. La victoria de Jesús, de hecho, es la victoria del
Cordero. Él la obtuvo totalmente apartado de todo esfuerzo humano. Porque, ¿qué
hay más indefenso y dependiente que un cordero? De hecho, Él “fue crucificado
en debilidad" (cp. 2 Co. 13:4). Por esta razón, las palabras, en su
contradicción divina, son tan poderosas: "He aquí el Cordero de Dios, que
carga con el pecado del mundo.” ¡Lo más débil hace lo más grande! El Cordero,
en Su fragilidad, carga con lo más pesado. Mira el milagro: ¡lo más indefenso
trae la mayor ayuda! Vemos lo débil que Jesús ya estaba al ir hacia el Gólgota
en que Él se desplomó bajo la carga de la cruz, de modo que sus verdugos
rápidamente obligaron al primer obrero rural que encontraron, a que Le llevara
la cruz (Mr. 15:21; Le. 23:26; Mt. 27:32). Pero, cuando Él estuvo clavado en el
madero, comenzó en esa cruz la revelación más grande posible de poder, ante un
mundo invisible sorprendido y tembloroso. El Cordero de Dios llevó el pecado
del mundo: “¡He aquí, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!".
¿Qué fuerza elemental capacitó al débil cordero, para quitar el pecado del
mundo?
Aquí está la respuesta: detrás de Él se encontraba el amor universal de
Dios. No dice: “He aquí, el cordero”, sino: “¡He aquí, el Cordero de Dios!”. El
Cordero recibe la capacidad, gracias al amor de Dios, de realizar lo
eternamente válido: de quitar el pecado y la culpa de todos los seres humanos.
Ahora, la persona que sigue al Cordero experimenta exactamente lo mismo: en la
mayor debilidad, realiza lo (más difícil. A la luz de este hecho, las palabras
de la Biblia: poder se perfecciona en la debilidad", llegan a tener el mayor
significado posible.
Llamada de medianoche,
Julio 2015.
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