I.
Preexistencia y
Eternidad de Cristo
Se ha hablado y escrito mucho sobre este tema, tanto para afirmar la
“preexistencia y eternidad de Cristo” como para negarla. Nosotros, al escribir
sobre ella, nos anexamos al primer grupo, de los que afirma y la defienden.
Al hablar de Preexistencia estamos diciendo que Él ya existía antes de
su manifestación a Israel; cuando decimos Eternidad, decimos que Él nunca ha
sido creado, que Él existía desde la eternidad. Es mi convencimiento que se
debe usar ambos términos en conjunto. Más de alguno puede pensar que son sinónimos,
lo cual, de alguna manera es cierto; pero hablando estrictamente de acuerdo al
sentido de la palabra, el término preexistencia no indica eternidad: ellas no
son sinónimas. Es decir, si usamos sólo
la primera palabra, da la idea que existía antes de su nacimiento (para otros,
antes de que el tiempo existiese), por tanto, fue creado en algún punto de
tiempo[1]. Y
la segunda, apoya a la primera y le da el carácter y fuerza para expresar que
nuestro redentor siempre ha existido, que nunca fue creado y manifiesta su
Divinidad.
Ha habido desde el comienzo de la cristiandad pensamientos diversos
sobre estos temas. Ha habido creyentes que aceptan ambas ideas que están
presente en el Señor Jesucristo, y otros que niegan la Eternidad de Cristo, la
niegan porque de aceptarla, están aceptando que Jesús el Cristo es Dios, las
segunda persona de la trinidad, y si lo aceptan, están aceptando la doctrina de
la trinidad. En la antigüedad tenemos dos “grupos de cristianos”, a los
Arrianos[2] y
Ebionitas[3]
que negaban este segundo principio; y en la actualidad tenemos a los Testigos
de Jehová que niegan la Eternidad de Cristo, y al mismo tiempo es curioso que
acepten la preexistencia, pero indicando que era el arcángel Miguel en la
antigüedad[4].
Quizás la diversidad de pensamientos respecto de Jesús, es que aquellos
grupos sectarios no han sabido asociar la humanidad de Cristo con su Deidad.
Porque por donde miremos en la Escritura, encontramos a un hombre, desde su nacimiento hasta su muerte, que cumplió con todas
las características del hombre, incluso en su muerte, aunque esta haya sido la
forma más cruel, es indudable que Jesús el Nazareno murió como cualquier ser humano muere en la actualidad. Si
bien era hombre, no cumplía con el patrón que todos los hombres tienen: el pecado.
Nos dice Hebreos 4:15: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado”.
“Pero sin pecado”. Esta cualidad en el Señor es la que marca la diferencia y
que permite que su obra sea acepta, y al mismo tiempo a suponer que Él es
Divino en su persona. Estas comunidades cristianas no supieron ver que en su
persona se reunían dos características: que era Dios y hombre.
Veamos esto con lo que dice la
Biblia al respecto:
A) Preexistencia.
Tal como lo expresamos más arriba, cuando definimos el término
preexistencia, queremos demostrar, a la luz de la Escritura[5],
que el Señor ya existía antes de nacer como hombre.
Encontramos en las Escrituras, especialmente en el Nuevo
Testamento, una variedad de pasajes (que no son todos) que hablan de este tema
y dichos por diferentes personas. Encontramos el testimonio de:
a)
Juan
el Bautista.
Sabemos que Juan nació seis meses antes que el propio
nacimiento del Señor Jesucristo (vea Lucas 1:26), y cuando testifica, expresa que el Señor era
antes que él: “Este es el que viene después de mí, el que es
antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado” (Juan
1:27).
b)
Juan
Juan es Apóstol se expresa de una forma maravillosa en la
introducción su evangelio y de su
primera carta, para expresar que cuando se realizaba todo el universo Él estaba
presente: “En el principio era el Verbo…” (Juan 1:1a); y “…porque la vida fue
manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos
manifestó” (1 Juan 1:2).
c) Pablo
Pablo expresa una manera magistral los pasos de la
humillación del Señor, el siendo en forma de Dios no dudó venir a este mundo y
morir en vez del pecador. Pablo lo expone así: “…el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el
ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8).
d) Pedro
Pedro se
expresa en base que el Señor era el cordero perfecto para el sacrificio y que
este estaba “…ya destinado desde antes
de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por
amor de vosotros…” (1 Pedro
1:20)
e) El
Señor Jesucristo
El mismo Señor Jesucristo, estando en su ministerio terrenal, se expresó
de diversos modos de su preexistencia. Veamos algunos pasajes ilustrativos:
El que
descendió del cielo. Entendiendo esto como aquel que ya existía al momento de presentarse
ante quienes hablaba:
“Porque he descendido del cielo,
no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. (Juan 6:38)
Yo soy el pan vivo que descendió
del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que
yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. (Juan 6:51)
Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les
dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? (Juan 6:61-62).
Antes que
Abraham. El mismo se refirió de sí mismo que era antes que Abraham en una discusión
con los judíos (tal vez se refiere a los fariseos): “Jesús les dijo: De cierto,
de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58).
Previo al
Calvario, el Señor realiza una hermosa
oración donde expone su deseo que poseer esa gloria que ya de antes tenía y que
en ese momento no poseía: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con
aquella gloria que tuve contigo antes
que el mundo fuese” (Juan 17:5)
B)
Eternidad.
El término de Eternidad indica que algo o alguien no tiene principio ni
fin y no es lo mismo que el término “inmortal”, ya que esto denota que tuvo un
principio pero no tiene fin. Teniendo esto claro podemos decir que Él no tuvo
principio ni fin, que es eterno, podemos aplicar el término que es inmortal,
pero teniendo presente que Él como eterno, no muere.
Como ya lo hemos indicado, han existido y existen comunidades que
presentan características cristianas, pero niegan este punto, la eternidad del
Señor Jesucristo. Hemos indicado, que ellos no pudieron conciliar al
Jesús-hombre con el Jesús- Dios. Si bien
ellos se basan en el mismo canon bíblico que poseemos, interpretan de acuerdo a
su conveniencia los textos que más les respaldan sus teorías y los que mencionan
explícitamente la eternidad del Jesús el Mesías no son considerados[6].
Ahora,
si negamos la eternidad, afirmamos que no hay trinidad, por tanto él nunca fue
Dios y por consiguiente estamos bajo una mentira, siguiendo dicha mentira.
En cambio, como estamos seguros de la eternidad y Deidad de Jesucristo,
veamos que nos dice la Escritura al respecto de este gran tema, evidentemente no
analizaremos todos los versículos que hablan del tema, sino sólo una muestra,
el resto le corresponde investigarlo a cada creyente.
En las profecías del antiguo testamento se describe en
forma innegable que el Mesías sería una persona eterna, Miqueas nos dice: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de
ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio,
desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2), E Isaías en su profecía indica
que el niño que nacería y que reinaría sería conocido como “Padre Eterno”
(Isaías 9:6). “Isaías 7:14 afirma su nacimiento virginal y le da el nombre de
Emmanuel, lo cual significa Dios con nosotros”.[7]
En el nuevo testamento encontramos una
serie de versículos que hablan claramente sobre la eternidad del Señor
Jesucristo. El escritor de la carta a los Hebreos dice: “…el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,
habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo,
se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3). Y el mismo
Señor Jesucristo ha dicho al hablar de que Él era antes de Abraham, se atribuye
una expresión que hace referencia a “Jehová” cuando dice “Yo SOY”, expresión
que hizo recordar a los judíos lo que Dios había dicho a Moisés en Éxodo 3:14,
y por lo tanto su eternidad.
Tal vez unos de los pasajes que más claramente habla de la eternidad y
Deidad de Jesús el Mesías es Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo
era con Dios, y el Verbo era Dios”. Cuando estudiemos acerca de la Deidad del
Señor Jesucristo, analizaremos este versículo y veremos los errores que algunos
“cristianos”, como los Testigos de Jehová, cometen al traducirlo mal.
C) Actividad de Cristo Pre-encarnado.
a)
Como
creador.
Podemos ver en las palabras de introducción de su evangelio que expresa
una verdad profunda de su actividad creadora, e indica que “Todas las cosas por él fueron hechas, y
sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). Pablo lo confirma
en la carta a los colosenses: “Porque en él
fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la
tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados,
sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16).
Y queda reafirmado por lo que nos dice el autor de la carta a los hebreos: “…en
estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de
todo, y por quien asimismo hizo el universo…” (Hebreos 1:2); y más adelante en este mismo
capítulo, el autor cita al salmo 102:5 para atribuirle al Señor Jesucristo la
autoría de la creación del universo: “Y: Tú,
oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus
manos” (Hebreos 1:10 cf.
Salmo 102:25).
b)
Como Ángel
de Jehová
Las manifestaciones registradas en el antiguo testamento se denominan
Teofanías, o sea manifestaciones divinas, y, tal como estudiamos la doctrina
acerca de los ángeles[8], vimos que los estudiosos
de la Biblia y Rabinos destacados, piensan que es Dios mismo quien se
presentaba ante determinadas personas en calidad de un Ángel que compartía
características divinas, ya que el recibía adoración que le correspondía a
Dios. Por lo anterior, la mayoría de los
estudiosos piensan que este ángel de Jehová es una manifestación de Cristo
antes de su encarnación. Este pensamiento se basa en los siguientes pasajes
bíblicos:
En Génesis 48:16 se cita: “…el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes…”; y se
argumenta que es imposible que un ser creado bendiga en lugar de Dios.
En relación al nacimiento de Sansón, es el Ángel de Jehová mismo quien
hace la promesa, y cuando quieren inquirir su nombre, “Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es
admirable?”(Jueces 13:18). Y si comparamos este pasaje con la profecía
del profeta Isaías: “…y se llamará su
nombre Admirable...” (Isaías 9:6); podemos pensar que es el mismo Mesías que
había de venir.
En Zacarías encontramos otro pasaje importante
que permite ver quién es el Ángel de Jehová: “Me mostró al sumo sacerdote
Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano
derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh
Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón
arrebatado del incendio?” (Zacarías 3:1-2). Aquí vemos que el Ángel de Jehová
es Jehová mismo cuando emite el Juicio contra Satanás: “Jehová te reprenda,
oh Satanás…”. Podemos concluir que
Ángel de Jehová es Jehová mismo, y por lo que ya hemos visualizado al comparalos.
Otros pasajes en donde encontramos la actividad
del Ángel de Jehová:
·
Génesis
16:7.14 (Agar);
·
Génesis
18:1; 22:11-13 (Abraham);
·
Génesis
28:13; 32:2-32; 48:16 (Jacob);
·
Éxodo 3:2;
23:20; 33:18-23 (Moisés);
·
Josué
5:13-15 (Josué);
·
Jueces
6:11-24 (Gedeón);
·
Jueces 13
(Sansón);
·
Isaías
6:1-13 (Isaías);
·
Daniel 3:25 (Sadrac, Mesac, Abed-nego);
·
Daniel
6:22; 7:9-14 (Daniel);
·
Zacarías
1:8-13 (Zacarías)
c)
Su relación
con Dios antes de la encarnación.
Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que
tuve contigo antes que el mundo fuese… Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado
tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:1,
5).
Quizás los versículos citados son los que más nos ilustran, y nos da una
visión, de la relación que tenía el Hijo
con su Padre. Es posible suponer, por el
ansia de tener aquella gloria, aquella relación con el Padre, que tuvo antes de
su encarnación, la profunda unión que existía entre ellos. Si lo podemos representar
con una visión de nuestra realidad humana, el Hijo se relacionaba profundamente
de la siguiente manera:
1.
Ansias de estar con su Padre nuevamente, que
demuestra que deseaba volver a verlo con la misma “mirada” con que antes se
veían.
2.
Obediente. Ya
sea en las actividades que realizaba como el Ángel de Jehová o como el Mesías
encarnado, hacía lo que el Padre mandaba. Como el Mesías había: manifestado su
nombre (v.7), había entregado la palabra (v.8)
3.
Pertenencia.
“… y
todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos” (v.10).
4.
Amor. Dado
que el Amor es fundamental en toda la obra de Dios, entre ellos no faltaba,
sobreabundaba.
5.
Santidad.
Siendo este un atributo de Dios, entonces
en su relación estaba presente entre ellos.
6.
Labor creativa.
Podemos ver en los diversos pasajes que hablan de los creadores de esta
“creación”, que estaban coordinados en perfecta sincronía, lo uno ideaba el
otro lo construía.
De seguro hay más,
por lo cual dejo al estudiante la tarea de encontrar otras características de
la relación entre el Hijo y el Padre antes de la encarnación.
[1] Tampoco debemos pensar que
pudo ser una reencarnación de algún ser humano anterior que tuvo una “segunda
oportunidad” como postulan algunas ideas religiosas falsas. Esta idea debe ser
totalmente excluida, porque no tiene cabida en lo que la Escritura enseña: “Y de la manera que está establecido para los
hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio…” (Hebreos 9:27)
[2] Los arrianos son los seguidores de Arrio (256-336, presbítero de
Alejandría) y en su doctrina exponía que Jesús era Hijo de Dios, pero no Dios
mismo, que era la primera creación de Dios.
[3] Los Ebionitas (que significa “los pobres”)
comunidad cristiana de origen hebreo que existieron durante el Cristianismo
primitivo. En sus enseñanzas afirmaban que Jesús era el Mesías, pero rechazaban
que tuviera naturaleza Divina, y que su nacimiento fuese virginal. Ellos
seguían fielmente la ley y el ritualismo judío. Estas comunidades desparecieron
alrededor del sigo V.
[4] No haya ninguna base Bíblica para pensar que Miguel es la forma
preexistente del Señor Jesucristo.
[5] La Escritura es nuestra única base de autoridad, no existe ningún libro
extra canónico que nos permita definir quién era Jesucristo.
[6] Como excepción mencionamos a los Ebionitas, que solo aceptaban un único
evangelio, el de Mateo y rechazaban todos los demás, especialmente las cartas
de Pablo, ya que lo consideraban un “hereje” que apoyaba que los conversos de
apartase de las ordenanzas de la ley.
En cambio, el mormonismo (el cual lleva nombre que huele a cristianismo,
pero por ningún lado lo son) agrega un nuevo libro sagrado, dándole a este
mayor importancia que el canon bíblico.
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