martes, 2 de febrero de 2016

Doctrina: Cristología. (Parte II)

I.             Preexistencia y Eternidad de Cristo


Se ha hablado y escrito mucho sobre este tema, tanto para afirmar la “preexistencia y eternidad de Cristo” como para negarla. Nosotros, al escribir sobre ella, nos anexamos al primer grupo, de los que afirma y   la defienden.
Al hablar de Preexistencia estamos diciendo que Él ya existía antes de su manifestación a Israel; cuando decimos Eternidad, decimos que Él nunca ha sido creado, que Él existía desde la eternidad. Es mi convencimiento que se debe usar ambos términos en conjunto. Más de alguno puede pensar que son sinónimos, lo cual, de alguna manera es cierto; pero hablando estrictamente de acuerdo al sentido de la palabra, el término preexistencia no indica eternidad: ellas no son sinónimas.  Es decir, si usamos sólo la primera palabra, da la idea que existía antes de su nacimiento (para otros, antes de que el tiempo existiese), por tanto, fue creado en algún punto de tiempo[1]. Y la segunda, apoya a la primera y le da el carácter y fuerza para expresar que nuestro redentor siempre ha existido, que nunca fue creado y manifiesta su Divinidad.
Ha habido desde el comienzo de la cristiandad pensamientos diversos sobre estos temas. Ha habido creyentes que aceptan ambas ideas que están presente en el Señor Jesucristo, y otros que niegan la Eternidad de Cristo, la niegan porque de aceptarla, están aceptando que Jesús el Cristo es Dios, las segunda persona de la trinidad, y si lo aceptan, están aceptando la doctrina de la trinidad. En la antigüedad tenemos dos “grupos de cristianos”, a los Arrianos[2] y Ebionitas[3] que negaban este segundo principio; y en la actualidad tenemos a los Testigos de Jehová que niegan la Eternidad de Cristo, y al mismo tiempo es curioso que acepten la preexistencia, pero indicando que era el arcángel Miguel en la antigüedad[4].
Quizás la diversidad de pensamientos respecto de Jesús, es que aquellos grupos sectarios no han sabido asociar la humanidad de Cristo con su Deidad. Porque por donde miremos en la Escritura, encontramos a un hombre, desde su nacimiento hasta su muerte, que cumplió con todas las características del hombre, incluso en su muerte, aunque esta haya sido la forma más cruel, es indudable que Jesús el Nazareno murió como cualquier ser humano muere en la actualidad. Si bien era hombre, no cumplía con el patrón que todos los hombres tienen: el pecado. Nos dice Hebreos 4:15: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. “Pero sin pecado”. Esta cualidad en el Señor es la que marca la diferencia y que permite que su obra sea acepta, y al mismo tiempo a suponer que Él es Divino en su persona. Estas comunidades cristianas no supieron ver que en su persona se reunían dos características: que era Dios y hombre.
Veamos esto con  lo que dice la Biblia al respecto:

A)  Preexistencia.
Tal como lo expresamos más arriba, cuando definimos el término preexistencia, queremos demostrar, a la luz de la Escritura[5], que el Señor ya existía antes de nacer como hombre.
Encontramos en las Escrituras, especialmente en el Nuevo Testamento, una variedad de pasajes (que no son todos) que hablan de este tema y dichos por diferentes personas. Encontramos el testimonio de:
a)    Juan el Bautista.
Sabemos que Juan nació seis meses antes que el propio nacimiento del Señor Jesucristo (vea Lucas 1:26),  y cuando testifica, expresa que el Señor era antes que él: “Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado” (Juan 1:27).
b)   Juan
Juan es Apóstol se expresa de una forma maravillosa en la introducción  su evangelio y de su primera carta, para expresar que cuando se realizaba todo el universo Él estaba presente: “En el principio era el Verbo…” (Juan 1:1a); y “…porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó” (1 Juan 1:2).

c)    Pablo
Pablo expresa una manera magistral los pasos de la humillación del Señor, el siendo en forma de Dios no dudó venir a este mundo y morir en vez del pecador. Pablo lo expone así: “…el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8).
d)   Pedro
Pedro se expresa en base que el Señor era el cordero perfecto para el sacrificio y que este estaba “…ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros…”  (1 Pedro 1:20)
e)    El Señor Jesucristo
El mismo Señor Jesucristo, estando en su ministerio terrenal, se expresó de diversos modos de su preexistencia. Veamos algunos pasajes ilustrativos:
El que descendió del cielo. Entendiendo esto como aquel que ya existía al momento de presentarse ante quienes hablaba:
“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. (Juan 6:38)
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.  (Juan 6:51)
Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?  (Juan 6:61-62).
Antes que Abraham. El mismo se refirió de sí mismo que era antes que Abraham en una discusión con los judíos (tal vez se refiere a los fariseos): “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58).
Previo al Calvario,  el Señor realiza una hermosa oración donde expone su deseo que poseer esa gloria que ya de antes tenía y que en ese momento no poseía: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”  (Juan 17:5)


B)   Eternidad.
El término de Eternidad indica que algo o alguien no tiene principio ni fin y no es lo mismo que el término “inmortal”, ya que esto denota que tuvo un principio pero no tiene fin. Teniendo esto claro podemos decir que Él no tuvo principio ni fin, que es eterno, podemos aplicar el término que es inmortal, pero teniendo presente que Él como eterno, no muere.
Como ya lo hemos indicado, han existido y existen comunidades que presentan características cristianas, pero niegan este punto, la eternidad del Señor Jesucristo. Hemos indicado, que ellos no pudieron conciliar al Jesús-hombre con el Jesús- Dios.  Si bien ellos se basan en el mismo canon bíblico que poseemos, interpretan de acuerdo a su conveniencia los textos que más les respaldan sus teorías y los que mencionan explícitamente la eternidad del Jesús el Mesías no son considerados[6].
         Ahora, si negamos la eternidad, afirmamos que no hay trinidad, por tanto él nunca fue Dios y por consiguiente estamos bajo una mentira, siguiendo dicha mentira.
En cambio, como estamos seguros de la eternidad y Deidad de Jesucristo, veamos que nos dice la Escritura al respecto de este gran tema, evidentemente no analizaremos todos los versículos que hablan del tema, sino sólo una muestra, el resto le corresponde investigarlo a cada creyente.
En las profecías del antiguo testamento se describe en forma innegable que el Mesías sería una persona eterna, Miqueas nos dice: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2), E Isaías en su profecía indica que el niño que nacería y que reinaría sería conocido como “Padre Eterno” (Isaías 9:6). “Isaías 7:14 afirma su nacimiento virginal y le da el nombre de Emmanuel, lo cual significa Dios con nosotros”.[7]
         En el nuevo testamento encontramos una serie de versículos que hablan claramente sobre la eternidad del Señor Jesucristo. El escritor de la carta a los Hebreos dice: “…el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3). Y el mismo Señor Jesucristo ha dicho al hablar de que Él era antes de Abraham, se atribuye una expresión que hace referencia a “Jehová” cuando dice “Yo SOY”, expresión que hizo recordar a los judíos lo que Dios había dicho a Moisés en Éxodo 3:14, y por lo tanto su eternidad.
Tal vez unos de los pasajes que más claramente habla de la eternidad y Deidad de Jesús el Mesías es Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Cuando estudiemos acerca de la Deidad del Señor Jesucristo, analizaremos este versículo y veremos los errores que algunos “cristianos”, como los Testigos de Jehová, cometen  al traducirlo mal.

C)   Actividad de Cristo Pre-encarnado.
a)    Como creador.
Podemos ver en las palabras de introducción de su evangelio que expresa una verdad profunda de su actividad creadora, e indica  que “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). Pablo lo confirma en la carta a los colosenses: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16). Y queda reafirmado por lo que nos dice el autor de la carta a los hebreos: “…en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”  (Hebreos 1:2); y más adelante en este mismo capítulo, el autor cita al salmo 102:5 para atribuirle al Señor Jesucristo la autoría de la creación del universo: “Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos  (Hebreos 1:10 cf. Salmo 102:25).

b)   Como Ángel de Jehová
Las manifestaciones registradas en el antiguo testamento se denominan Teofanías, o sea manifestaciones divinas, y, tal como estudiamos la doctrina acerca de los ángeles[8], vimos que los estudiosos de la Biblia y Rabinos destacados, piensan que es Dios mismo quien se presentaba ante determinadas personas en calidad de un Ángel que compartía características divinas, ya que el recibía adoración que le correspondía a Dios.  Por lo anterior, la mayoría de los estudiosos piensan que este ángel de Jehová es una manifestación de Cristo antes de su encarnación. Este pensamiento se basa en los siguientes pasajes bíblicos:
 En Génesis 48:16 se cita: “…el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes…”; y se argumenta que es imposible que un ser creado bendiga en lugar de Dios.
En relación al nacimiento de Sansón, es el Ángel de Jehová mismo quien hace la promesa, y cuando quieren inquirir su nombre, “Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?”(Jueces 13:18). Y si comparamos este pasaje con la profecía del profeta Isaías:   “…y se llamará su nombre Admirable...” (Isaías 9:6); podemos pensar que es el mismo Mesías que había de venir.
En Zacarías encontramos otro pasaje importante que permite ver quién es el Ángel de Jehová: “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?” (Zacarías 3:1-2). Aquí vemos que el Ángel de Jehová es Jehová mismo cuando emite el Juicio contra Satanás: “Jehová te reprenda, oh Satanás…”.  Podemos concluir que Ángel de Jehová es Jehová mismo, y por lo que ya hemos visualizado al comparalos.
Otros pasajes en donde encontramos la actividad del Ángel de Jehová:
·        Génesis 16:7.14 (Agar);
·        Génesis 18:1; 22:11-13 (Abraham);
·        Génesis 28:13; 32:2-32; 48:16 (Jacob);
·        Éxodo 3:2; 23:20; 33:18-23 (Moisés);
·        Josué 5:13-15 (Josué); 
·        Jueces 6:11-24 (Gedeón);
·        Jueces 13 (Sansón);
·        Isaías 6:1-13 (Isaías); 
·        Daniel 3:25 (Sadrac, Mesac, Abed-nego);
·        Daniel 6:22; 7:9-14 (Daniel);
·        Zacarías 1:8-13 (Zacarías)

c)    Su relación con Dios antes de la encarnación.
Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese… Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:1, 5).
Quizás los versículos citados son los que más nos ilustran, y nos da una visión,  de la relación que tenía el Hijo con su Padre.  Es posible suponer, por el ansia de tener aquella gloria, aquella relación con el Padre, que tuvo antes de su encarnación, la profunda unión que existía entre ellos. Si lo podemos representar con una visión de nuestra realidad humana, el Hijo se relacionaba profundamente de la siguiente manera:
1.     Ansias de estar con su Padre nuevamente, que demuestra que deseaba volver a verlo con la misma “mirada” con que antes se veían.
2.    Obediente. Ya sea en las actividades que realizaba como el Ángel de Jehová o como el Mesías encarnado, hacía lo que el Padre mandaba. Como el Mesías había: manifestado su nombre (v.7), había entregado la palabra (v.8)
3.    Pertenencia. “… y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos”  (v.10).
4.    Amor. Dado que el Amor es fundamental en toda la obra de Dios, entre ellos no faltaba, sobreabundaba.
5.    Santidad. Siendo este un atributo de Dios, entonces  en su relación estaba presente entre ellos.
6.    Labor creativa. Podemos ver en los diversos pasajes que hablan de los creadores de esta “creación”, que estaban coordinados en perfecta sincronía, lo uno ideaba el otro lo construía.
De seguro hay más, por lo cual dejo al estudiante la tarea de encontrar otras características de la relación entre el Hijo y el Padre antes de la encarnación.


[1] Tampoco debemos pensar que pudo ser una reencarnación de algún ser humano anterior que tuvo una “segunda oportunidad” como postulan algunas ideas religiosas falsas. Esta idea debe ser totalmente excluida, porque no tiene cabida en lo que la Escritura enseña: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio…” (Hebreos 9:27)

[2] Los arrianos son los seguidores de Arrio (256-336, presbítero de Alejandría) y en su doctrina exponía que Jesús era Hijo de Dios, pero no Dios mismo, que era la primera creación de Dios.
[3] Los Ebionitas (que significa “los pobres”) comunidad cristiana de origen hebreo que existieron durante el Cristianismo primitivo. En sus enseñanzas afirmaban que Jesús era el Mesías, pero rechazaban que tuviera naturaleza Divina, y que su nacimiento fuese virginal. Ellos seguían fielmente la ley y el ritualismo judío. Estas comunidades desparecieron alrededor del sigo V.
[4] No haya ninguna base Bíblica para pensar que Miguel es la forma preexistente del Señor Jesucristo.
[5] La Escritura es nuestra única base de autoridad, no existe ningún libro extra canónico que nos permita definir quién era Jesucristo.
[6] Como excepción mencionamos a los Ebionitas, que solo aceptaban un único evangelio, el de Mateo y rechazaban todos los demás, especialmente las cartas de Pablo, ya que lo consideraban un “hereje” que apoyaba que los conversos de apartase de las ordenanzas de la ley.
En cambio, el mormonismo (el cual lleva nombre que huele a cristianismo, pero por ningún lado lo son) agrega un nuevo libro sagrado, dándole a este mayor importancia que el canon bíblico.
[7] Lewis Sperry Chafer, Grandes temas bíblicos, Editorial Portavoz, página 61
[8] Ver publicaciones del año 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario