El yugo
del compañerismo
¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? 2 Corintios 6.14.
El que es creyente en Cristo tiene que vivir con quienes no son, trabajar
con ellos y comerciar con ellos. De otro modo, tendría que salir del mundo, al
decir de 1 Corintios 5.9, 10.
Entonces tenemos que distinguir en la Biblia entre la separación del mundo que el
creyente debe mantener y el contacto con el mundo que es inevitable. “Bienaventurado
el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores,
ni en silla de escarnecedores se ha sentado”, Salmo 1.1. “Las malas conversaciones
corrompen las buenas costumbres”, 1 Corintios 15.33.
Ahora, notemos que Jesús vivió “apartado de los pecadores”, Hebreos 7.26,
pero a la vez leemos que “muchos publicanos y pecadores… se sentaron juntamente
a la mesa con Jesús”, Mateo 9.10. De tal modo que los fariseos preguntaron por
qué el Maestro comía con los tales. Esto nos ayuda a distinguir. Él se sentó
con los pecadores para hablarles de las cosas de Dios, pero no para compartir
con ellos en sus vanidades ni andar en sus consejos.
Esto nos enseña que debemos manifestar cariño y amor a los pecadores, para
ganarles con la Palabra
de Dios. Conviene visitarles en sus casas para hacerles bien, demostrarles la
benevolencia y ayudarles en sus necesidades. Debemos confortarles en sus
tristezas pero no sentarnos con ellos para charlar de sus maldades ni hablar de
sus vanidades. No debemos tener amistad íntima para andar con ellos en su
mundanalidad. Esto sería un yugo desigual. No debemos compartir con ellos en
sus fiestas, cines, etcétera.
Los que siempre están de paseo con los amigos inconversos, pronto se
contaminan. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo, Juan 15.19.
Debemos evitar, pues, la intimidad de compartir con los impíos su vida
mundana. Esto no impide que un creyente en Cristo acepte una invitación a comer
en una casa de personas que no son salvas, 1 Corintios 10.27 al 29,
siempre y cuando esté dispuesto a dar testimonio de Cristo y no compartir con
ellos en sus licores, baile, juegos y demás costumbres de quienes no son
salvos.
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