La historia de la
humanidad es un estudio provechoso y las Sagradas Escrituras constituyen el
mayor texto de historia que el mundo tiene. En ellas encontramos el origen del
universo, la formación y caída de civilizaciones, la historia de pueblos y
naciones y las experiencias personales de muchos hombres y mujeres. Algunos
individuos abren sendas beneficiosas para los que siguen en sus pisadas pero
otros brillan como faros de advertencia para que sepamos evitar las rocas que
les llevaron al desastre.
Entre estos últimos está Demas. La Biblia
narra su trayectoria muy escuetamente en tres etapas. Le encontramos (1) bien,
(2) fallando e (3) ido.
Demas en la corriente
Te saludan Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores (Filemón 1:24).
La primera mención de este
hombre, cronológicamente, le presenta como consiervo del apóstol Pablo en los
días difíciles de su encarcelamiento en Roma. Demas está visto entre excelentes
compañeros: Pablo, Juan Marcos, Lucas y Aristarco. Acertadamente se dice en el
mundo, “Dime con quién andas, y te diré quién eres”. Las Escrituras lo habían
dicho antes: “El que anda con sabios, sabio será”, Proverbios 13.20.
Todo creyente debe escoger
sus amistades con cuidado. Aun entre cristianos se hace importante buscar a los
espirituales: aquellos que enfilan a uno hacia la Biblia y lo celestial, y no
abajo y afuera a lo mundano. Sin embargo, andar en buena junta no basta; no es
una garantía de prosperidad del alma si no está acompañado de comunión con
Dios. Esto se insinúa en la próxima etapa de la vida de este hermano en Cristo.
Demas a la deriva
Os saluda Lucas el médico amado, y Demas (Colosenses 4:14)
Cada palabra en el Santo
Libro ha sido escogida por designio y no por casualidad. En Colosenses 4
encontramos a ocho hermanos asociados con Pablo y siete de ellos reciben algún
voto de confianza. Demas está entre los ocho, pero de él nada se dice.
Tíquico (4.7), es un amado hermano y fiel
ministro y consiervo en el Señor. Onésimo, versículo 9, es amado y fiel hermano.
Aristarco es “mi compañero de prisiones”. A Juan Marcos se le recomienda y de
él se escribe nota aparte. Justo, 4.10, es un consuelo también. Epafras se
describe como fervoroso intercesor y creyente celoso. Lucas es “el médico
amado”. ¿Y Demas? Nada.
Parece que Marcos, después de un problema
en su vida años antes, ha ganado la confianza del anciano apóstol, pero que
Demas, después de un tiempo de servicio en las cosas del Señor, está fallando.
Demas naufragado
Demas me ha
desamparado, amando este mundo, y se ha ido (2 Timoteo 4.10).
Han transcurrido unos años,* y ahora
llegamos al Capítulo III en el relato. Pablo, fiel y anciano guerrero de la
cruz, yace en un calabozo romano en espera del martirio. Cristo llena su
corazón; su fe y esperanza no admiten derrota pero él es muy humano y anhela el
compañerismo de sus hermanos. Pide a Timoteo y Marcos que vengan porque, “sólo
Lucas está conmigo”. Bajo estas circunstancias, ¡cuánto le dolió que Demas le
haya dejado!
¿Cuál
fue la causa? No fue un caso de haber sido vencido por la presión y
persecución. Fue amor a “este mundo”. La expresión está en contraste con la del
versículo 8 acerca de la corona que el Señor dará a “todos los que aman su
venida”. Demas se ha marchado y nada más sabremos de él en la historia bíblica.
Seamos de los que demos todo nuestro
tiempo a la obra del evangelio, seamos ancianos en las asambleas o creyentes
maduros, o seamos nuevos en los caminos del Señor, tengamos todos el mismo
cuidado, acaso el amor para Cristo en nuestro corazón sea desplazado por el
amor al mundo.
El mundo luce atractivo y próspero. Los
poderes de Satanás se hacen sentir, pero la venida del Señor se acerca. Que
nunca sea dicho de nosotros que “él / ella se ha ido, amando a este mundo”.
* La opinión general es que la carta a Filemón en
Colosas y la carta a la asamblea de los colosenses fueron escritas en el mismo
año, y 2 Timoteo seis o siete años más tarde.
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