El yugo social y político
¿Qué comunión la luz
con las tinieblas? 2 Corintios
6.14.
El compañerismo con
los mundanos —las personas que no han aceptado a Cristo como su Salvador—
siempre conduce a mayores complicaciones. Por ejemplo, algunos se dejan llevar
en equipos de deporte. Generalmente es obligatorio que los jóvenes jueguen
deportes en las instituciones donde estudian, pero no es bueno que un creyente
se incorpore en un equipo de buena gana. Esto bien puede conducir a otros
compromisos, como entrenar y jugar los domingos y en horas de reuniones de la
congregación. Hay presión para festejar y tomar aguardiente[1]
con los compañeros de juego. El ejercicio corporal necesario para el desarrollo
del niño llega a ser el dios del mundano. El deporte se hace ídolo.
Otras amistades
conducen al creyente a la membresía en clubes sociales y asociaciones
benéficas. Hay quienes se incorporan en partidos políticos, en sindicatos
laborales o gremios de diversas índoles. Son yugos desiguales con los
incrédulos. Las asociaciones benéficas hacen buenas obras pero el creyente debe
hacer el bien en forma que no lo ligue en unión con los mundanos. Muy a menudo
la forma de actuar entre ellos no agrada al Señor.
Un creyente no puede compartir en muchas de las actividades de los
sindicatos laborales. Es verdad que recibe beneficios a través de ellos, pero la Biblia dice, “Estad sujetos
con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino
también a los difíciles de soportar. Porque esto merece aprobación si alguno a
causa de la conciencia delante de Dios sufre molestias padeciendo injustamente”,
1 Pedro 2.16 al 19.
El creyente ora por su amo, le habla justamente pidiendo el sueldo
merecido por ser cumplido y sumiso en su trabajo, pero no puede participar en
amenazas ni salir en huelga. Esto no es la forma de actuar según la mansedumbre
de Cristo. El hijo de Dios procura la paz con todos y se abstiene de luchar.
Muchos hermanos fieles evitan empleo donde tendrían que sindicalizarse. Los que
por necesidad tienen que laborar donde es obligatorio ser miembro del
sindicato, pagan sus aportes sin ser activos en el gremio.
En cuanto a los partidos políticos, debemos entender que “nuestra
ciudadanía está en los cielos”, Filipenses 3.20. Ahora no es el tiempo de
reinar. Cristo nos mandó a predicar al mundo perdido, pero no a mejorarlo por
la política. En ella hay celo, pero también el engaño de la codicia. El
creyente no puede compartir con tales cosas. Es imposible actuar con santidad
y justicia y a la vez luchar con los impíos en asuntos políticos. El creyente
debe orar “por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que
vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”, 1 Timoteo
2.2.
Él debe cumplir también con patriotismo y sus deberes al Estado.
“Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad
sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas … por lo
cual es necesario estar sujetos … pues por esto pagáis también tributos …
impuestos … respeto … honra”, Romanos 13.1 al 7. “Someteos a toda institución
humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores”, 1 Pedro
2.13.
El que es de Cristo puede ser empleado por el gobierno, pero sin meterse
en yugo desigual como miembro de un partido.
[1] N. de E.: En otros lugares son otros tipos de bebidas espirituosas (Vodka,
etc.) o espumantes como la cerveza.
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