lunes, 3 de octubre de 2016

DEL FUEGO A LAS BRASAS

El profeta Amos describe gráficamente la condición de algunas personas que abrigaron falsas esperanzas para el futuro. Lean sus palabras que captan la imaginación. "¡Ay! de los que desean el día de Jehová. ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas y no de luz; como el que huye del león, y se encuentra con el oso, o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra. ¿No será el día de Jehová tinieblas y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor?" (Amos 5:18-20).
"El día del Señor" era una expresión bien entendida por los israelitas que vivían en el tiempo de Amos. Ellos entendieron correctamente que sería aquel día cuando Dios, por medio del Mesías, ganaría la victoria sobre sus enemigos y establecería su Reino Terrenal de justicia. Hay muchas otras escrituras que apoyan este concepto. En especial, el profeta Isaías había dibujado unos cuadros hablados que ilustraban este tiempo de paz, de armonía en la naturaleza y de un Reino Perfecto. Es el día cuando Dios se mete en los asuntos de los hombres para poner fin a su maldad y darles una oportunidad más a las siguientes generaciones para vivir mejor.
¿Dónde, pues, se equivocaron los que oyeron el mensaje de Amos? Era una equivocación muy común entre los israelitas. Ellos pensaron que el solo hecho de ser israelitas les garantizaba un lugar en el reino de Dios.
El Señor encontró esta actitud cuando él vivía entre el pueblo de Israel. Ellos le preguntaron: "¿No somos nosotros hijos de Abraham?" El Señor les contestó que el ser nacido israelita no les dio el derecho de recibir la bendición. Les dijo irónicamente que Dios pudo haber levantado hijos de Abraham de las piedras que les rodeaban. Lo que era necesario para recibir la bendición de Dios era la fe en el Hijo de Dios.
¿Qué importancia tiene este tema para nosotros que vivimos en el día de hoy? Es un asunto bastante pertinente. Sobre todo para aquellas personas que se consideran ser cristianos, pero no han entregado sus vidas al Señor Jesucristo. Nacer en un país 'cristiano' no nos hace cristianos. La fe en el Señor Jesucristo hace un cristiano en el sentido bíblico.
En muchas iglesias es la costumbre repetir al unísono el "Padre Nuestro". Es una linda oración que debe elevar nuestro corazón a Dios. Pero todo lo que es bueno, ha de ser usado correctamente para producir la bendición. Lo que más me preocupa es que estas personas dicen, quizás con toda sinceridad: "Venga tu reino". Ellas deben pensar bien las implicaciones de lo que están pidiendo. Escuchen al profeta Amos otra vez: "¡Ay, de los que desean el día de Jehová!" Escrito en términos más modernos podríamos decir, "¡Ay, de los que desean el retorno del Señor para establecer su reino!"
En un estudio de la profecía de Amos nos fijamos en la corrupción, extorsión, opresión e injusticia en Israel. Los corrompidos dijeron: "Deseamos el día de Jehová", pero no comprendieron las consecuencias; que sería un día de bendición para los salvos, pero un día de consternación y condenación para los que hicieron mal.
Lo mismo ocurre con los que rezan: "Venga tu reino". Si ellos no conocen al Señor Jesucristo como su Salvador personal, están apresurándose a ser juzgados. Cuando el Señor establezca su reino, El enviará a los que no son salvos al fuego eterno.
Amos lo hace muy claro. "Es como el que huye delante del león y se encuentra con el oso". Imagínese el encuentro con un león en la calle!,* dándose vuelta y huyendo a toda carrera para escaparse de las quijadas del león sólo para encontrarse en el mortal abrazo de un oso.
Nosotros quisiéramos escaparnos de este mundo tan lleno de maldad, pero sin Cristo como nuestro Salvador saldremos de este mundo para encontrarnos en el infierno. Será salir del fuego para caer en las brasas; como correr en busca de refugio en su propia casa y llegando rendido, se apoya en la pared y una culebra le muerde.
Tengamos cuidado cuando deseamos el reino del Señor. Si no somos salvos será un día de tinieblas, no de luz. Será de oscuridad y no de resplandor. Será de consternación y no salvación. Acuda hoy a Cristo, y recíbale como su Salvador.
Aun para Los que han confiado en Cristo como su Salvador, Amos tiene un mensaje. ¿Anhelamos la venida del Señor al aire? ¿Por qué? ¿Sólo para escapar de alguna dificultad? ¿0 realmente para estar con Él? He hablado con hermanos que no se han preocupado de la venida del Señor sino hasta encontrarse en problemas. No es una escapatoria, es un momento glorioso. Y aquellos hermanos que andan desordenadamente ¿anhelan ellos la venida del Señor? No pueden esperar con el mismo gusto que aquellos que andan bien. Algunos serán avergonzados cuando El venga. Serán arrebatados de en medio de sus pecados; encontrados con las manos en la masa.
¿Queremos que venga el Señor? ¿Que venga el reino de Dios? Escuchemos las palabras del apóstol Juan: "Todo aquel que tiene esta esperanza en El, se purifica a sí mismo, así como Él es puro" (1 Jn. ,1:3) ¡Ay de los que conocen estas cosas y no las hacen! ¿Cuál es el remedio? Estar seguro que ha recibido al Señor Jesucristo como su Salvador personal y luego estar seguro que no ande en desobediencia. Si UD. no está en Cristo, crea en El ahora mismo. Si está en pecado, confiéselo y déjelo sin más demora. Que el Señor le dé la gracia para hacerlo.
En Esto Pensad"  Honduras
Contendor por la fe - Marzo - Abril (221,222)

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