“Si me amáis,
guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
¿Mandamientos? ¿En el Nuevo Testamento? Cuando el
pueblo escucha la palabra mandamientos, piensa de inmediato en legalismo. Pero los
dos términos no son sinónimos. Nadie habló más de mandamientos que el Señor
Jesús, y sin embargo no hay nadie menos legalista que él.
¿Qué es el legalismo? Aunque la palabra no se encuentra en el Nuevo
Testamento, describe los esfuerzos incesantes de los hombres por ganar el favor
de Dios. Básicamente significa el intento de obtener la justificación o la
santificación guardando la ley. Éste es su verdadero significado.
Pero hoy en día la palabra se usa en un sentido más amplio para
describir lo que se cree que son reglas rígidas y moralistas. Se califica de
“legalista” cualquier intento por clasificar ciertas prácticas como tabú. De
hecho, la palabra “legalismo” es empleado mal, como un mazo o palo para atacar
prácticamente toda restricción del comportamiento cristiano, o en contra de
cualquier enseñanza “negativa” o prohibición.
¿Qué debe hacer entonces un cristiano para evitar los peligros asociados
con el “legalismo”?
En primer lugar, es verdad que un cristiano está libre de la ley, pero
esto no significa que está sin ley. Está bajo la ley de Cristo y esto le obliga
a vivir de acuerdo a la voluntad de Cristo y no conforme a sus deseos.
En segundo lugar, debemos recordar que en el Nuevo
Testamento abundan los mandamientos, incluyendo un número considerable de
prohibiciones. La diferencia está en que estos mandamientos no se nos dan como
ley, con una penalidad añadida, sino como instrucciones en justicia para el
pueblo de Dios.
Además, hay cosas que pueden ser legítimas para el
cristiano, pero no provechosas. Pueden ser lícitas pero también esclavizan (1
Corintios 6:12).
Es posible que un creyente tenga libertad para hacer
algo y sin embargo, alguien puede tropezar si lo ve llevarlo a cabo. En ese
caso debe abstenerse de hacerlo.
El hecho de que algunos tachen alguna prohibición de
“legalista” no significa que sea mala. La gente utiliza también la palabra
“puritano” para denunciar ciertas normas de conducta, pero así demuestra su
ignorancia, porque la conducta de los puritanos honraba a Cristo mucho más que
la de muchos que los critican.
Cuando los llamados cristianos denuncian ciertas
normas de conducta piadosa llamándolas “legalistas”, puede ser un signo de que
se han vuelto permisivos y están deslizándose moralmente. Se imaginan
ingenuamente que si arrojan lodo a la cara de los que llaman legalistas o
puritanos, se verán mejor a los ojos de los demás.
Nuestra seguridad está en permanecer tan cerca de las
enseñanzas de la Escritura como sea posible, no en intentar ver cuán cerca del
precipicio podemos llegar sin caer.
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