lunes, 7 de agosto de 2017

Los 4 “Porque” de Romanos 1

PORQUE no me avergüenzo del evangelio; “PORQUE es potencia de Dios para salud a “todo aquel que cree: al judío primeramente y “también al griego: PORQUE en él la justicia “de Dios se descubre de fe en fe; como está “escrito: Mas el justo vivirá por la fe; PORQUE manifiesta es la ira de Dios del cielo “contra toda impiedad e injusticia de los hombres.”
Facilitará nuestro estudio conside­rar de una vez los cuatro “porque” del argumento del apóstol:
1)       “Porque no me avergüenzo del evangelio.” Primeramente, tenemos la buena voluntad de Pablo de ir, sin aver­gonzarse de nada, a Roma, la señora del mundo, con el sorprendente mensaje de un crucificado Nazareno, despreciado por los judíos y condenado a muerte por los romanos. “La gloria inherente del mensaje del evangelio, como un mensa­je de Dios para dar vida a un mundo agonizante, llenó de tal manera el cora­zón de Pablo, que, como su bendito Maestro, “despreció la vergüenza”. ¡Quiera Dios que todos seamos así!
2)      “Porque es potencia de Dios pa­ra salvar.” El segundo “porque” nos da la clave de la intrepidez de Pablo: Estas buenas nuevas relativas a la muerte, re­surrección y aparición de Cristo, son “la potencia de Dios para salvar a todo aquel que cree”. No hay otra verdad que deba ser retenida con más fijeza en la mente de todo predicador y maestro. No es la “excelencia de palabra o de sa­biduría”, el “magnetismo personal”, la “vehemencia” del predicador, ni el pro­fundo arrepentimiento, o las oraciones fervorosas de los oyentes. La “potencia de Dios” —cuando se acepta y se cree— es el mensaje de Cristo crucificado,  muerto, sepultado y levantado. “La pa­labra de la cruz es locura a los que se pierden, más a los que se salvan (esta palabra de la cruz) ES potencia de Dios” (1 Cor. 1:18).
3) “Porque en él (en el evangelio) ¡se revela la justicia de Dios de fe en fe!” Este tercer “porque” nos da otra razón por qué Pablo no se avergonzaba de las buenas nuevas: Este mensaje relativo al Hijo de Dios, que murió por nuestros pecados, que fue sepultado y que fue levantado, trajo a la luz —hizo manifiesta— una justicia de Dios, la cual en verdad ya había sido antes profetizada, pero que en realidad (especialmente para los judíos bajo la ley) constituía verdaderas nuevas: Es a saber, que Dios, ¡actuando en justicia, como veremos, hi­zo depender todo de creer en la obra propiciatoria de Cristo, para que se des- ¡canse por la fe sólo en ella, fuera de toda confianza en la obra humana, cualesquiera que ésta fuere. Era, pues, sobre el principio de la fe en un mensaje; y los  que ejercían fe en ese mensaje, serían contados justos, aparte de todo “méri­to” u “obra” propia cualquiera. Este es el significado de la frase: “de fe en fe” —o diciéndolo más literalmente: proce­dente de la fe (más bien que de las obras) para (los que tienen) fe.
4) “Porque manifiesta es la ira de Dios del cielo contra toda impiedad e in­justicia de los hombres”. Aquí el apóstol demuestra el espantoso estado de culpa­bilidad del hombre, así como su necesidad del evangelio, por lo cual él, lejos de avergonzarse, siente imperiosa nece­sidad de predicarlo.
“La ira de Dios”. Este es el tenor de toda la Escritura en cuanto a la acti­tud de Dios hacia el pecado desafiante. “Entonces llovió Jehová sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de par­te de Jehová desde los cielos”, leemos en Gén. 19:24. Sabemos que “Dios ha esta­blecido un día en el cual ha de juzgar al mundo” (Hech. 17:31); y que El “vi­sitará con ira” en aquel día” (Rom. 3:5).
Pero, gracias a Dios, que aún pode­mos exclamar con el mismo apóstol Pa­blo: “Hoy es el tiempo aceptable, hoy es el día de salvación”. ¡La Gracia aún está lista para alcanzar al más vil de la tierra!
(Extractado de su libro: “Romanos”)
Sendas de Luz, 1976


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