lunes, 7 de agosto de 2017

El Señor Es Mí Ayudador

Cuando cantamos aquel hermoso himno antiguo, "Oh, ¡qué amigo nos es Cristo!", afirmamos la verdad de que el Señor Jesús nos puede ayudar en nuestros problemas y pruebas. El escritor del himno lo descubrió cuando su novia se ahogó en un lago canadiense hace más de 100 años. El libro de los Proverbios observa que "en todo tiempo ama el amigo", y "amigo hay más unido que un hermano" (Proverbios 17:17; 18:24).
Aquí podríamos ceder a la tentación a enfocar todas las dimensiones humanas de la amistad, y hacer de ellas el marco dentro del cual cantar de Cristo como nuestro Amigo. Pero, la epístola a los hebreos pone límites mucho más elevados para nuestro entendimiento de Cristo como Aquel que puede mover las monta­ñas cuando nos hallamos en angustia. El Cristo resucitado a la diestra de Dios es ahora nuestro gran Sumo Sacerdote. ¿Qué significa esto? ¿Qué capacidad tiene El para ayudarnos? ¿Cómo obtenemos su ayuda?

La ayuda está a la mano.
La epístola a los hebreos fue escrita a judíos que habían dejado el judaísmo para hacerse cristianos. Tal parece que, al tiempo cuando fue escrita, tales judíos convertidos estaban bajo grande presión a volver al judaísmo. La mayoría de ellos eran verdaderos creyentes; la fe de unos pocos no era real ni personal. El Espíritu Santo, mediante un escritor no nombrado, les señala a todos hacia Cristo. "La palabra de exhortación" (hebreos 13:22) desarrolla tres temas básicos:
1)  La persona de Cristo: quién es El.
2)  La obra de Cristo: lo que Él ha hecho.
3)  El sacerdocio de Cristo: el sitio donde Él está actualmente.
Estos tres temas son un estímulo para nuestro día. A aquellos cuya fe no es real ni personal, les sirven de aviso de que no hay esperanza para quien deja el cristianismo y vuelve al mundo. Al verdadero creyente que tema que pueda volverse a perder, le aseguran su salvación. Y nos instruyen en cuanto a la ayuda de Cristo que nos sostiene en todas nuestras tentaciones y pruebas.

La palabra "ayuda".
La palabra griega traducida "ayudar", significa acudir al ser llamado, o, venir ense­guida en socorro de uno (según un diccionario de palabras del Nuevo Testamento por W. E. Vine). Este vocablo se halla tres veces en la epístola a los Hebreos.
1)  2:18 - Cristo es "poderoso para socorrer a los que son tentados".
2)  4:16 - Se nos exhorta a acercarnos "confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
3)  13:6 - "Podemos decir confiadamente: "El Señor es mi ayudador".
En algunos lugares se hallan teléfonos al lado de las autopistas muy transitadas para usar en casos de emergencia. Un automo­vilista en dificultades sólo tiene que lla­mar para que le ayuden. La palabra que tratamos aquí se refiere a tal clase de ayuda.

El Dios que estuvo aquí.
Nos hallamos en una relación no tan sólo con un Dios que existe, sino también con el Dios que estuvo aquí. El hecho de que Cristo estuvo aquí le capacita como sumo sacerdote para ayudar a quienes aún estamos aquí. Este tema está introducido en el capítulo dos. Sin lugar a dudas, era difícil para los judíos com­prender por qué Dios se hizo hombre. Nosotros sabemos que fue la única manera en que podía efectuar nuestra redención y nuestra liberación de la esclavitud a Satanás. Pero también fue la única manera en que Cristo podía capacitarse para comprendernos y socorrernos ahora, y sostenernos hasta el fin. Podemos notar los siguientes puntos en Hebreos 2:16-18:
A)  El "no socorrió a los ángeles": Si Cristo sencillamente se hubiera hecho ángel, jamás podría comprender nuestras experiencias como hombres. Como tal, se hubiera movido por este mundo como espíritu. Jamás hubiera conocido el hambre o el cansancio, ni las demás experiencias humanas no pecaminosas. Pero El socorrió a la descendencia de Abraham: se hizo humano, para poder socorrernos a los humanos.
B)   "Por lo cual debía ser en todo seme­jante a sus hermanos": Aquí, el énfasis está sobre "en todo". Nada se exceptuó. El sintió el peso de las cargas, conoció la traición de un asociado, sintió angustia por la muerte, lo cor­tante de la crítica o de los chismes del popula­cho, y sintió el dolor de las acusaciones falsas. Él se hizo del todo como nosotros, aunque sin pecado.
C) "Para venir a ser misericordioso y fiel  Sumo Sacerdote": En el Antiguo Testamento, el sacerdote representaba al pueblo delante de Dios. Él era uno de ellos, y por lo tanto, él se sentía con ellos en sus debilidades. A la vez, él podía acudir a Dios de parte de ellos, pues tal era su oficio. Cristo es la respuesta al clamor de Job por un árbitro entre él y su Dios que pusiera la mano sobre los dos (Job 9:33)
Nosotros necesitamos a alguien que interceda por nosotros con compasión y continuamente. Cristo es tanto misericordioso como fiel. Nin­guna otra persona hace falta, ni siquiera hay otro que reúna los requisitos.
D)  "El mismo padeció siendo tentado": Cristo soportó agudas pruebas y tentaciones. Una y otra vez se le presentó la tentación, a buscar algún otro camino menos costoso que el del sufrimiento y la muerte. El resistió esta ten­tación hasta lo último, y "puso su rostro como un pedernal" (Isaías 50:7) para acabar su carre­ra. Solamente aquellos que han sufrido pueden simpatizar (o identificarse). El sufrió más que todo lo que nosotros jamás podremos sufrir.
E)  El "es poderoso para socorrer a los que son tentados: Es una fuente de fortale­za la ayuda del que ha conocido semejantes pruebas, y hasta más duras, y que las ha enfren­tado victoriosamente. El hecho de que El no cedió a la presión, implica que Él nos supera a todos nosotros resistiendo la tentación. Esto le capacita muy bien para ayudarnos en todo nivel de tentación. El Dios que estuvo aquí es poderoso para ayudarnos en toda prueba.

El Hombre que está allá arriba.
Se vuelve al tema del sacerdocio de Cristo al final del capítulo cuatro. Después de las aplicaciones prácticas y los avisos, se nos dice que la Palabra de Dios es más cortante que toda espada de dos filos y que todas las cosas están manifiestas delante de sus ojos. Esto nos podría causar temor, excepto que se nos recuerda que el socorro está al alcance. Se dan más detalles en Hebreos 4:14-16:
A) "Teniendo un gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús, el Hijo de Dios": Jesús es su nombre como hombre. "Hijo de Dios", declara su divinidad. Este Hombre ha penetrado en los cielos. Allá en la gloria hay un Hombre que es de nuestra parte.
B) "Puede compadecerse de nuestras debilidades": Esto quiere decir que Cristo puede identificarse con nosotros en nuestras luchas. Como abogado, El trata nuestros peca­dos (1 Juan 2:1). Como Sumo Sacerdote, nos ayuda en nuestra debilidad. Esto nos brinda mucha consolación. Cristo comprende cuando nadie más puede comprender.
C) "Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado": El recibió el impacto pleno de todo lo que Satanás podía dirigirle; experimentó toda tentación al grado máximo. Un rico jamás puede hablar como portavoz de los pobres. Pero uno que se ha acostado con frío y con hambre, bien puede representar a los necesitados. Nosotros tenemos a un Hombre en la gloria que conoce todo lo que significa vivir para Dios en la tierra.
D) "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar miseri­cordia y hallar gracia... ": Sabemos que Cristo vive para interceder por nosotros. Esa es su par­te. La parte nuestra es venir a El para el oportu­no socorro en nuestra hora de prueba y crisis. Tenemos libre acceso al trono del poder. Seremos recibidos con gracia. No debemos sentirnos tímidos en cuanto a nuestras peticio­nes. Podemos acudir a cualquier hora, con la frecuencia que queramos, sabiendo que nuestras necesidades serán suplidas con misericordia y gracia.

Mi Ayudador.
En el último capítulo de esta epístola, el escritor exhorta a los creyentes a buscar el contentamiento. Nosotros vivimos en un mun­do donde la mayoría se inquieta en persecución de la satisfacción y el cumplimiento. La acumu­lación de bienes materiales es la única meta de muchos. Otros buscan el placer y la fama de varias maneras. Los cristianos podemos ser distintos por cuanto tenemos a Cristo.
Pablo había aprendido a contentarse en cualquier estado (Filipenses 4:11). El instruye a Timoteo a contentarse con comida y vestido, ya que nada podemos sacar de este mundo (1 Timoteo 6:6-8). Detrás de esta enseñanza están las palabras de Cristo a sus discípulos que no se afanaran por nada (Mateo 6:31-33). Este contentamiento libre de preocupaciones no es una actitud de irresponsabilidad. Más bien resul­ta de una inteligente confianza en Dios y la aceptación de sus promesas de manera práctica.
Ya que Dios nos da a cada uno la seguridad de que "no te desampararé, ni te dejaré", entonces, nuestra razonable respuesta en con­fianza puede ser, "El Señor es mi Ayudador" (Hebreos 13:5-6).

Sendas de Vida, 1986

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