Muchas cosas en este
mundo son falsas. En 1983 en EE. UU. las autoridades incautaron $23 millones en
dinero falso y casi 1,800 personas fueron procesadas por procurar pasar
billetes falsos.
Pero no son sólo los
criminales que tienen un monopolio de la falsedad. La Biblia dice que hay
muchos cristianos falsos. Aparentan tener fe, pero conocen muy poco de la fe en
Jesucristo, la única que salva.
La palabra “falso” tiene su origen en un
juego de timo en que una argolla de bronce se vendía con engaño por una de oro.
El apóstol Santiago habla en contra de lo
falso en el primer capítulo de su epístola. El ataca a La religión superficial
e hipócrita: Santiago 1:26-27.
UNA LENGUA FRENADA
La primera prueba de la verdadera fe es una
lengua bajo el control del Espíritu Santo.
Moisés, un siervo destacado de Jehová,
sufrió en una ocasión por su lengua no frenada. Cuando los israelitas en un
momento no tenían agua, le acusaron a Moisés de haberlos llevado al desierto
para morir. Sin dominio propio en este momento, Moisés gritó, "¡Oíd ahora,
rebeldes!" y en vez de hablar a la roca, la golpeó. Dios apaciguó la sed
del pueblo, pero por ese acto, Moisés no pudo entrar a la tierra prometida.
Recuerde al apóstol Juan. El también
experimentó problemas con su lengua. Cuando la gente de Samaria no quiso
recibir a Jesús, Juan y Jacobo se enojaron y querían que fuego descendiera del
cielo y los consumiera. Pero Jesús les reprochó y dijo, “El Hijo del Hombre no
ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas".
Normalmente Juan era estable, pero allí, su lengua “salió de su carril”. El
control de la lengua es una buena indicación de la madurez espiritual.
Aquí Santiago habla del aspecto positivo de
la "religión pura" en acción. La verdadera salvación se demuestra por
un corazón entendido: "Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones". Santiago no pretende dar una definición completa de la
salvación aquí ni un plan para acción social. Simplemente sugiere cómo ilustrar
una fe genuina, como si dijera, "Si hay algo sustancial en sus
convicciones o realidad en su fe, entonces muestre amor y preocupación por los
que padecen necesidad.
Finalmente, como "hacedores de la
palabra", poseídos de una fe genuina y una religión pura, debemos tener
vidas santificadas. "La religión pura... es esta... guardarse sin mancha
del mundo". Una vez vi en un almacén un letrero que decía,
"Mercadería un poco manchada - precio rebajadísimo". El cristiano que
tiene la vida manchada por el pecado llega a ser de poco valor; su efectividad
queda muy reducida.
¿Cómo
podemos ser genuinos?
1) Recibir la Palabra de Dios diariamente.
2) Controlar la lengua, hablando la verdad
en amor.
3)
Cultivar un interés sincero hacia los necesitados.
4) Guardarnos sin mancha del mundo.
George Sweeting
Traducido con permiso
de "Moody Monthly"
Contendor por la fe,
1985
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