miércoles, 5 de septiembre de 2018

UNA FE VERDADERA


Muchas cosas en este mundo son falsas. En 1983 en EE. UU. las autoridades incautaron $23 millones en dinero falso y casi 1,800 personas fueron procesadas por procurar pasar billetes falsos.
Pero no son sólo los criminales que tienen un mo­nopolio de la falsedad. La Biblia dice que hay muchos cristianos falsos. Aparentan tener fe, pero conocen muy poco de la fe en Jesucristo, la única que salva.
La palabra “falso” tiene su origen en un juego de timo en que una argolla de bronce se vendía con engaño por una de oro.
El apóstol Santiago habla en contra de lo falso en el primer capítulo de su epístola. El ataca a La reli­gión superficial e hipócrita: Santiago 1:26-27.

UNA LENGUA FRENADA
La primera prueba de la verdadera fe es una lengua bajo el control del Espíritu Santo.
Moisés, un siervo destacado de Jehová, sufrió en una ocasión por su lengua no frenada. Cuando los is­raelitas en un momento no tenían agua, le acusaron a Moisés de haberlos llevado al desierto para morir. Sin dominio propio en este momento, Moisés gritó, "¡Oíd ahora, rebeldes!" y en vez de hablar a la roca, la golpeó. Dios apaciguó la sed del pueblo, pero por ese acto, Moisés no pudo entrar a la tierra prometida.
Recuerde al apóstol Juan. El también experimentó problemas con su lengua. Cuando la gente de Samaria no quiso recibir a Jesús, Juan y Jacobo se enojaron y querían que fuego descendiera del cielo y los consumiera. Pero Jesús les reprochó y dijo, “El Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas". Normalmente Juan era estable, pero allí, su lengua “salió de su carril”. El control de la lengua es una buena indicación de la madurez espiritual.

Aquí Santiago habla del aspecto positivo de la "religión pura" en acción. La verdadera salvación se demuestra por un corazón entendido: "Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones". Santiago no pretende dar una definición completa de la salvación aquí ni un plan para acción social. Simplemente sugiere cómo ilustrar una fe genuina, como si dijera, "Si hay algo sustancial en sus convicciones o realidad en su fe, entonces muestre amor y preocupación por los que padecen necesidad.

Finalmente, como "hacedores de la palabra", poseídos de una fe genuina y una religión pura, debemos tener vidas santificadas. "La religión pura... es esta... guardarse sin mancha del mundo". Una vez vi en un almacén un letrero que decía, "Mercadería un poco manchada - precio rebajadísimo". El cristiano que tiene la vida manchada por el pecado llega a ser de poco valor; su efectividad queda muy reducida.
¿Cómo podemos ser genuinos?
1) Recibir la Palabra de Dios diariamente.
2) Controlar la lengua, hablando la verdad en amor.
3) Cultivar un interés sincero hacia los necesitados.
4) Guardarnos sin mancha del mundo.

George Sweeting
Traducido con permiso de "Moody Monthly"
Contendor por la fe, 1985

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