SU OBRA FUTURA
II.-Las
Glorias de su Reino
“Y en
los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás
se corromperá: y no será dejado a otro pueblo este reino; el cual desmenuzará y
consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre” Dn. 2,44; “Miraba
yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de
hombre-que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, e hiciéronle llegar
delante de él. Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos,
naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será
transitorio, y su reino que no se corromperá” Dn, 7.13,14. El estudio detenido
de estos dos pasajes fundamentales copiados de las grandes profecías de Daniel
establecerá que este reino prometido vendrá con la vuelta 'de Cristo; lo
precederá un gran golpe de justicia asestado a los reinos terrenales; Nabucodonosor lo vio así en su sueño
profético.
Tal reino es un reino
terrenal y todas las naciones se congregarán en tal reino. Jerusalén y el
pueblo convertido de Israel serán su centro, y el Señor Jesucristo y sus santos
reinarán sobre la tierra y sobre ese reino, ¿Y cuál será su obra entonces?
Solamente pueden mencionarse unas pocas cosas de las muchas que puede hacer.
“Hablará paz a las gentes” Zac. 9.10; “Juzgará con justicia a los pobres y
reprobará con equidad los mansos de la tierra” Is. 11 ;4; “Dará juicio a las
gentes” Is. 42.1; “Y juzgará entre las gentes, y reprenderá a muchos pueblos; y
volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada
> gente contra gente, ni se ensayarán más para la guerra” Is. 2.4. El Señor
también “levantará pendón a las gentes y juntará los desterrados de Israel, y
reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro cantones de la tierra” Is. 11.12;
“Y uniránse muchas gentes a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo” Zac.
2.11; “Y Jehová será rey sobre toda la tierra” Zac. 14.9; “He aquí que en
justicia reinará un rey” Is. 32.1; “Reinará Rey, el cual será dichoso, y hará
juicio y justicia en la tierra” Jer. 23.5; .,
Muchos
otros pasajes podríamos citar en los que se predice y descubre el reino y su
glorioso poder. Todas estas palabras benditas tienen exactamente el significado
que expresan. La justicia y la paz caracterizarán el reino de nuestro Señor
Jesucristo que se extenderá a todas las partes del mundo, y su gloria cubrirá
la tierra a igual manera que las aguas cubren la profundidad del mar. Las
naciones lo adorarán, “Y arrodillarse han a él todos los reyes; le servirán
todas las gentes. Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los cabos de la
tierra” Sal. 72.8, 11. Y los males, y la tiranía, el crimen y el vicio, la
pobreza y las enfermedades, todo lo cual nos aflige hoy, se abolirán por
completo. Y Él es el único que tiene el poder de realizar tan hermoso porvenir.
¡Oh, las glorias del reino! Oremos: “Así sea, Jesús; ven a nosotros, vénganos
tu reino”.
La Salvación de la Creación
“Porque el continuo anhelar de
las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. Porque las
criaturas sujetas fueron a vanidad, no de grado, más por causa del que las
sujetó con esperanza, que también las mismas criaturas serán libradas de la
servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque
sabemos que todas las criaturas gimen a una, y a una están de parto hasta
ahora” Ro. 8.19-22. El pecado ha traído la maldición sobre la tierra. Las
espinas y los I cardos son el resultado de la caída *del hombre, así como de la
devastación y miseria que agobia a una creación que el Creador declaró buena.
Mas esta situación deplorable en que la creación se ha colocado no se
prolongará eternamente. El día de bonanza ha de llegar. La creación gimiente
se verá libre del pecado, y también de la maldición, que será retirada. El
hombre no puede cumplir esta obra. Los científicos tratan infructuosamente de
poner en orden las cosas de esta creación derrumbada. Los elementos de destrucción,
el calor, la sequía, las tempestades y los terremotos no pueden dominarse por
el brazo del hombre.
El
Hijo de Dios llevó la corona de espinas. La maldición pesó sobre El. Y el Hijo
que creó todas las cosas y pagó por la redención el precio de su preciosa
sangre, con omnipotente fuerza librará del pecado a la creación gimiente. Y eso
sucederá cuando los hijos de Dios sean manifestados. Los hijos de Dios (los
redimidos) serán manifestados con el Señor, como ya hemos visto, el día en que
se verifique su aparición visible. Entonces se cumplirá la gran visión de
Isaías: “Morará el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito se acostará:
el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los
pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león,
como el buey, comerá paja. Y el niño de teta se entretendrá sobre la cueva del
áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna del basilisco”
Is. 11.6-8.
Todo
Bajo su Planta
La
dispensación del cumplimiento de los tiempos ha llegado, Ef. 1.10. Todo está
bajo su mando y dominio. Todos sus enemigos están bajo El y son estrado de sus
pies. Jesús es el Señor de todo cuanto existe. El reino glorioso de Cristo en
gloria real será seguido de otro juicio, conforme a las visiones del profeta.
El
Gran Trono Blanco
La
segunda resurrección, la de los que murieron en pecado, sucederá al fin del
reino real de Cristo. Este gran juicio y el destino final de los malos se
revela en Apocalipsis 20.11-15. El Señor Jesucristo será el Juez en ese juicio
terrible, porque escrito está que todo juicio compete al Hijo, Jn. 5.22.
Luego Viene el Fin
“Luego el fin; cuando
entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda
potencia y potestad. Porque es menester que El reine, hasta poner a todos sus
enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la
muerte.... más luego que todas las cosas le fueron sujetas, entonces también el
mismo Hijo se sujetará al que lo sujete a él todas las cosas, para que Dios sea
todas las cosas en todos” 1 Co. 15.24 28.
Entonces Jesús creará un nuevo
cielo y una nueva tierra, que será la mansión eternal de la humanidad redimida
y glorificada. “Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva” Ap. 21.1; “Y el que
estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me
dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” Ap. 21.5; “Y no
habrá más maldición; sino el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus
siervos le servirán. Y verán su cara; y su nombre estará en sus frentes. Y
allí no habrá más noche; y no tendrán necesidad de lumbre de antorcha, ni de
luz del sol: porque el Señor Dios los alumbrará; y reinarán para siempre jamás”
Ap. 22.3-5.
Este será el resultado definitivo
de la bienaventurada obra de Cristo. Su obra pasada está consumada. Su obra
presente podrá terminar en plazo no lejano, y entonces, al venir por segunda
vez, empezará su obra como Rey. “Amén, así sea. Ven, Señor Jesús” Ap. 22.20.
Contendor
por la fe, N° 8-10, 1940
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