viernes, 7 de febrero de 2020

LA OBRA DE CRISTO (12)

SU OBRA FUTURA






II.-Las Glorias de su Reino


 “Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá: y no será dejado a otro pueblo este reino; el cual desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre” Dn. 2,44; “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre-que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, e hiciéronle llegar delante de él. Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino que no se corromperá” Dn, 7.13,14. El estudio detenido de estos dos pasajes fundamentales copiados de las grandes profecías de Daniel establecerá que este reino prometido ven­drá con la vuelta 'de Cristo; lo precederá un gran golpe de justicia asestado a los reinos terrenales;  Nabucodonosor lo vio así en su sueño profético.
Tal reino es un reino terrenal y todas las nacio­nes se congregarán en tal reino. Jerusalén y el pueblo convertido de Israel serán su centro, y el Señor Jesucristo y sus santos reinarán sobre la tierra y sobre ese reino, ¿Y cuál será su obra en­tonces? Solamente pueden mencionarse unas pocas cosas de las muchas que puede hacer. “Hablará paz a las gentes” Zac. 9.10; “Juzgará con justicia a los pobres y reprobará con equidad los mansos de la tierra” Is. 11 ;4; “Dará juicio a las gentes” Is. 42.1; “Y juzgará entre las gentes, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada > gente contra gente, ni se ensayarán más para la guerra” Is. 2.4. El Señor también “levantará pendón a las gentes y juntará los desterrados de Is­rael, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro cantones de la tierra” Is. 11.12; “Y uniránse mu­chas gentes a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo” Zac. 2.11; “Y Jehová será rey sobre toda la tierra” Zac. 14.9; “He aquí que en justicia reinará un rey” Is. 32.1; “Reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” Jer. 23.5; .,
Muchos otros pasajes podríamos citar en los que se predice y descubre el reino y su glorioso poder. Todas estas palabras benditas tienen exactamente el significado que expresan. La justicia y la paz caracterizarán el reino de nuestro Señor Jesucristo que se extenderá a todas las partes del mundo, y su gloria cubrirá la tierra a igual manera que las aguas cubren la profundidad del mar. Las naciones lo adorarán, “Y arrodillarse han a él todos los reyes; le servirán todas las gentes. Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los cabos de la tierra” Sal. 72.8, 11. Y los males, y la tiranía, el crimen y el vicio, la pobreza y las enfermedades, todo lo cual nos aflige hoy, se abolirán por completo. Y Él es el único que tiene el poder de realizar tan hermoso por­venir. ¡Oh, las glorias del reino! Oremos: “Así sea, Jesús; ven a nosotros, vénganos tu reino”.

La Salvación de la Creación
“Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. Porque las criaturas sujetas fueron a vanidad, no de grado, más por causa del que las sujetó con esperanza, que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad glo­riosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que to­das las criaturas gimen a una, y a una están de parto hasta ahora” Ro. 8.19-22. El pecado ha tra­ído la maldición sobre la tierra. Las espinas y los I cardos son el resultado de la caída *del hombre, así como de la devastación y miseria que agobia a una creación que el Creador declaró buena. Mas esta situación deplorable en que la creación se ha coloca­do no se prolongará eternamente. El día de bo­nanza ha de llegar. La creación gimiente se verá libre del pecado, y también de la maldición, que será retirada. El hombre no puede cumplir esta obra. Los científicos tratan infructuosamente de poner en orden las cosas de esta creación derrum­bada. Los elementos de destrucción, el calor, la sequía, las tempestades y los terremotos no pueden dominarse por el brazo del hombre.
El Hijo de Dios llevó la corona de espinas. La maldición pesó sobre El. Y el Hijo que creó todas las cosas y pagó por la redención el precio de su preciosa sangre, con omnipotente fuerza librará del pecado a la creación gimiente. Y eso sucederá cuando los hijos de Dios sean manifestados. Los hijos de Dios (los redimidos) serán manifestados con el Señor, como ya hemos visto, el día en que se veri­fique su aparición visible. Entonces se cumplirá la gran visión de Isaías: “Morará el lobo con el cor­dero, y el tigre con el cabrito se acostará: el bece­rro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león, como el buey, comerá paja. Y el niño de teta se entretendrá sobre la cueva del áspid, y el recién destetado ex­tenderá su mano sobre la caverna del basilisco” Is. 11.6-8.

Todo Bajo su Planta
La dispensación del cumplimiento de los tiem­pos ha llegado, Ef. 1.10. Todo está bajo su mando y dominio. Todos sus enemigos están bajo El y son estrado de sus pies. Jesús es el Señor de todo cuanto existe. El reino glorioso de Cristo en gloria real será seguido de otro juicio, conforme a las visiones del profeta.

El Gran Trono Blanco
La segunda resurrección, la de los que murieron en pecado, sucederá al fin del reino real de Cristo. Este gran juicio y el destino final de los malos se revela en Apocalipsis 20.11-15. El Señor Jesucristo será el Juez en ese juicio terrible, porque escrito está que todo juicio compete al Hijo, Jn. 5.22.

Luego Viene el Fin
“Luego el fin; cuando entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. Porque es menester que El reine, hasta poner a todos sus enemigos de­bajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte.... más luego que todas las cosas le fueron sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que lo sujete a él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos” 1 Co. 15.24 28.
Entonces Jesús creará un nuevo cielo y una nueva tierra, que será la mansión eternal de la hu­manidad redimida y glorificada. “Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva” Ap. 21.1; “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” Ap. 21.5; “Y no habrá más maldición; sino el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le ser­virán. Y verán su cara; y su nombre estará en sus frentes. Y allí no habrá más noche; y no ten­drán necesidad de lumbre de antorcha, ni de luz del sol: porque el Señor Dios los alumbrará; y reinarán para siempre jamás” Ap. 22.3-5.
Este será el resultado definitivo de la bienaven­turada obra de Cristo. Su obra pasada está con­sumada. Su obra presente podrá terminar en plazo no lejano, y entonces, al venir por segunda vez, empezará su obra como Rey. “Amén, así sea. Ven, Señor Jesús” Ap. 22.20.
Contendor por la fe, N° 8-10, 1940

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