LAS ALAS DE LA FE
Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos,
extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas, Jehová solo le guio, y
con él no hubo dios extraño. (Deuteronomio 32:11-12)
Las pruebas nos enseñan qué es la
fe; son el terreno fértil donde la confianza echa raíces. Las dificultades son
los incentivos divinos que demandan y desarrollan nuestra confianza en la fidelidad
y el amor de Dios.
Para que sus pequeños aprendan a volar,
el águila destruye su nido y los lanza al vacío. Ante tales circunstancias,
lanzados a sus propios recursos, ellos deben volar o caer. Es en ese momento
que los aguiluchos aprenden a usar sus pequeñas alas, y a medida que aletean
desesperadamente, ellos descubren el secreto de una nueva vida y gradualmente
aprenden a abrirse camino a través de un firmamento sin senderos, lanzados con
sus alas al viento y con el sol sobre ellos. Y así es como Dios enseña a sus
hijos a usar las alas de la fe. Él desarma sus nidos, quitándoles sus soportes,
y a menudo los arroja a un abismo de impotencia, en donde o se hunden o
aprenden a confiar y a echarse al aparente vacío, en donde Dios les muestra que
está debajo de ellos, como las alas sustentadoras que el águila extiende bajo
sus crías débiles y luchadoras.
Es tan fácil para nosotros el
apoyarnos en cosas que podemos ver. Sin embargo, es una experiencia
completamente nueva el sentirnos solos y caminar con un Dios invisible, tal
como lo hizo Pedro cuando caminó sobre las aguas. Esta es una lección que
debemos aprender para que nuestras almas moren siempre en la calma eterna de
Dios, en donde la fe debe ser nuestro único sentido, y Dios nuestro todo en
todos. Es por eso que, por lo general, la lección que corona nuestra vida
espiritual la aprendemos en la escuela del sufrimiento.
Meat in Due Season
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