domingo, 21 de febrero de 2021

¿Qué es el espiritismo? (4)

 

Estamos plenamente convencidos de que todo el sistema del espiritismo es antibíblico, que no es otra cosa que una trampa de Satanás y que todo creyente debe darle la espalda. Su reaparición en los últimos días de la cristiandad no debe sorprendernos; es el cumpli­miento de las Escrituras, pues "el Espíritu dice clara­mente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctri­nas de demonios" (1 Timoteo 4: 1).

Muchos practicantes del espiritismo de nuestros días han dado a este sistema una apariencia piadosa y religiosa, ya que comienzan sus reuniones con una ora­ción e interrogan a los espíritus sobre asuntos bíblicos y algunos dicen que las explicaciones dadas por los espíri­tus son demasiado buenas para venir de Satanás. Dire­mos a estas personas que no se dejen engañar, pues: "el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz" (2 Corin­tios 11: 14). Se acercó al Señor, en el momento de la tentación en el desierto, con estas palabras: "Escrito está" (Lucas 4: 10), pero fue para ser desenmascarado por esta misma Palabra a la que él había citado con engaño.

Otros han sido atraídos a esta trampa de Satanás por puro juego, por pasatiempo. Al principio no creían que en ello hubiera algo de realidad; más tarde, conven­cidos por pruebas que no admiten réplica, se abandona­ron a su poder. No sólo estamos muy lejos de pensar que estas cosas sean de Dios, sino que tenemos la con­vicción de que son precursoras de las señales y prodi­gios de mentira que acompañarán la presencia del Anti­cristo, un período que quizás esté muy cerca de nosotros (véase 2 Tesalonicenses 2:9-10). Tienen por objeto seducir y decepcionar; el fin terrible de todos aquellos que se abandonan a ellas será el juicio y la perdición.

No se debe suponer que en el espiritismo solamente hay charlatanería y engañifa. Sin duda que algunos casos pretendidamente reales pueden ser explicados; pero, por otra parte, hemos tenido contactos con bastan­tes personas que durante algún tiempo habían estado bajo el poder de este sistema, pero que, por la bondad divina, fueron libradas de él. Su testimonio no nos deja ninguna duda sobre su realidad satánica.

Unas palabras más sobre uno de los puntos más importantes. Los espíritus pretenden que hay esperanza de salvación después de la muerte para aquellos que han rechazado a Jesucristo. De hecho, enseñan la salvación universal, lo que, de la misma manera que todas las otras formas de errores corrientes en estos últimos tiem­pos, atenta contra la obra expiatoria de nuestro Señor Jesucristo en la cruz. La Escritura nos dice: "con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santifica­dos" (Hebreos 10: 14); los espíritus, por el contrario, afirman que después de la muerte los malos pasarán por diversos grados de pruebas y de esta manera se irán con­virtiendo en perfectos. Mantengámonos firmes en la Palabra de Dios y fieles a su testimonio.

No se puede negar la verdadera naturaleza del espi­ritismo. Sus manifestaciones sobrenaturales son testi­ficadas por tan grande número de testigos favorables o contrarios que es imposible que todos se equivoquen en la observación de los hechos, o que se pongan de acuerdo para engañar deliberadamente a los demás. Una cosa es cierta: todos aquellos que están dados a estas prácticas se colocan en las filas de aquel a quien la Palabra de Dios nombra como el "príncipe de la potes­tad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Efesios 2: 2).

Nadie que crea en la Biblia debe mezclarse con este movimiento verdaderamente satánico, ya que la Biblia no nos permite que dudemos de ello. Hemos conocido a varias personas que durante un tiempo estuvieron mezcladas en ello, pero que, reconociendo su verdadero carácter, lo abandonaron; y, no obstante, aun des­pués, siguieron siendo perseguidas y atormentadas por influencias sobrenaturales. Otros habían abandonado sus relaciones personales con los espíritus, no porque habían llegado a la conclusión de que su procedencia era satánica, sino a causa del agotamiento físico que había resultado de esos contactos. Esto nos es mostrado, entre otros, por el caso de una señorita, cuya madre escribió lo siguiente: «Las manifestaciones de los espí­ritus que empezaron cuando mi hija tenía solamente die­ciséis años, casi le cuestan la vida, y seguramente nunca más se restablecerá completamente de sus efectos. Durante más de seis meses perdió el uso de sus miem­bros, yacía en un estado de catalepsia parcial y de com­pleta impotencia, pero siempre con la terrible e inefable realidad del espiritismo delante de ella».

Las enseñanzas del espiritismo niegan la inspira­ción de las Santas Escrituras, la deidad de Cristo, el eterno castigo de los malos después de la muerte y, por último, la salvación por medio del sacrificio expiatorio del Señor Jesús en la cruz.

"Pero el Espíritu (el Espíritu Santo) dice clara­mente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe (o sea de la fe que es en Cristo Jesús), escu­chando a espíritus engañadores y a doctrinas de demo­nios" (1 Timoteo 4: 1).

"Mas los malos hombres y los engaña-dores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús" (2 Timoteo 3: 13-15).

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