Estamos plenamente
convencidos de que todo el sistema del espiritismo es antibíblico, que no es
otra cosa que una trampa de Satanás y que todo creyente debe darle la espalda.
Su reaparición en los últimos días de la cristiandad no debe sorprendernos; es
el cumplimiento de las Escrituras, pues "el Espíritu dice claramente que
en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus
engañadores y a doctrinas de demonios" (1 Timoteo 4: 1).
Muchos
practicantes del espiritismo de nuestros días han dado a este sistema una
apariencia piadosa y religiosa, ya que comienzan sus reuniones con una oración
e interrogan a los espíritus sobre asuntos bíblicos y algunos dicen que las
explicaciones dadas por los espíritus son demasiado buenas para venir de Satanás.
Diremos a estas personas que no se dejen engañar, pues: "el mismo Satanás
se disfraza como ángel de luz" (2 Corintios 11: 14). Se acercó al Señor,
en el momento de la tentación en el desierto, con estas palabras: "Escrito
está" (Lucas 4: 10), pero fue para ser desenmascarado por esta misma
Palabra a la que él había citado con engaño.
Otros han sido
atraídos a esta trampa de Satanás por puro juego, por pasatiempo. Al principio
no creían que en ello hubiera algo de realidad; más tarde, convencidos por
pruebas que no admiten réplica, se abandonaron a su poder. No sólo estamos muy
lejos de pensar que estas cosas sean de Dios, sino que tenemos la convicción
de que son precursoras de las señales y prodigios de mentira que acompañarán
la presencia del Anticristo, un período que quizás esté muy cerca de nosotros
(véase 2 Tesalonicenses 2:9-10). Tienen por objeto seducir y decepcionar; el
fin terrible de todos aquellos que se abandonan a ellas será el juicio y la
perdición.
No se debe suponer
que en el espiritismo solamente hay charlatanería y engañifa. Sin duda que
algunos casos pretendidamente reales pueden ser explicados; pero, por otra
parte, hemos tenido contactos con bastantes personas que durante algún tiempo
habían estado bajo el poder de este sistema, pero que, por la bondad divina,
fueron libradas de él. Su testimonio no nos deja ninguna duda sobre su realidad
satánica.
Unas
palabras más sobre uno de los puntos más importantes. Los espíritus pretenden
que hay esperanza de salvación después de la muerte para aquellos que han
rechazado a Jesucristo. De hecho, enseñan la salvación universal, lo que, de la
misma manera que todas las otras formas de errores corrientes en estos últimos
tiempos, atenta contra la obra expiatoria de nuestro Señor Jesucristo en la
cruz. La Escritura nos dice: "con una sola ofrenda hizo perfectos para
siempre a los santificados" (Hebreos 10: 14); los espíritus, por el
contrario, afirman que después de la muerte los malos pasarán por diversos
grados de pruebas y de esta manera se irán convirtiendo en perfectos.
Mantengámonos firmes en la Palabra de Dios y fieles a su testimonio.
No se
puede negar la verdadera naturaleza del espiritismo. Sus manifestaciones
sobrenaturales son testificadas por tan grande número de testigos favorables o
contrarios que es imposible que todos se equivoquen en la observación de los
hechos, o que se pongan de acuerdo para engañar deliberadamente a los demás.
Una cosa es cierta: todos aquellos que están dados a estas prácticas se colocan
en las filas de aquel a quien la Palabra de Dios nombra como el "príncipe
de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de
desobediencia" (Efesios 2: 2).
Nadie que
crea en la Biblia debe mezclarse con este movimiento verdaderamente satánico, ya
que la Biblia no nos permite que dudemos de ello. Hemos conocido a varias
personas que durante un tiempo estuvieron mezcladas en ello, pero que,
reconociendo su verdadero carácter, lo abandonaron; y, no obstante, aun después,
siguieron siendo perseguidas y atormentadas por influencias sobrenaturales.
Otros habían abandonado sus relaciones personales con los espíritus, no porque
habían llegado a la conclusión de que su procedencia era satánica, sino a causa
del agotamiento físico que había resultado de esos contactos. Esto nos es
mostrado, entre otros, por el caso de una señorita, cuya madre escribió lo
siguiente: «Las manifestaciones de los espíritus que empezaron cuando mi hija
tenía solamente dieciséis años, casi le cuestan la vida, y seguramente nunca
más se restablecerá completamente de sus efectos. Durante más de seis meses
perdió el uso de sus miembros, yacía en un estado de catalepsia parcial y de
completa impotencia, pero siempre con la terrible e inefable realidad del
espiritismo delante de ella».
Las
enseñanzas del espiritismo niegan la inspiración de las Santas Escrituras, la
deidad de Cristo, el eterno castigo de los malos después de la muerte y, por
último, la salvación por medio del sacrificio expiatorio del Señor Jesús en la
cruz.
"Pero
el Espíritu (el Espíritu Santo) dice claramente que en los postreros tiempos
algunos apostatarán de la fe (o sea de la fe que es en Cristo Jesús), escuchando
a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios" (1 Timoteo 4: 1).
"Mas los malos
hombres y los engaña-dores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.
Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién
has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las
cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo
Jesús" (2 Timoteo 3: 13-15).
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