sábado, 16 de abril de 2022

De Tragedia a triunfo

 

Santiago Saword


Bien que fuisteis echados entre los tiestos, seréis como alas de paloma cubiertas de plata, y sus plumas con amarillez de oro. Salmo 68.13


            Este hermoso cántico de David alaba el gran poder y la maravillosa gracia de Dios en la redención. En el versículo 18 el Salmo alude proféticamente a la ascensión de nuestro Señor Jesucristo, y el texto se emplea en Efesios 4.8: “Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomaste dones para los hombres”. El autor también mira atrás a las cadenas de servidumbre para Israel en Egipto y adelante al glorioso reino milenario del Señor.

            Sin ocuparnos de las varias interpretaciones contradictorias que se han publicado en torno del versículo 13, veámoslo como un cuadro hermoso de lo que la gracia redentora ha hecho en bien nuestro. Vemos en el versículo lo que éramos, somos y seremos.

El pasado

            Las palabras, “fuisteis echados entre los tiestos”, [o sea, entre los pedazos de ollas rotas y vasijas de barro inútiles] ofrecen una descripción realista de los hijos de Israel en su degradación y miseria en Egipto. Ellos mismos hablarían posteriormente de haberse sentado “a las ollas de carne”, Éxodo 16.3. Aquellas ollas y aquellos tiestos eran sucios y negros, cosas carnales que Faraón empleaba para mantener a ese pueblo quieto en su estado oprimido.

            Todo esto nos hace recordar lo que éramos también. “Años mi alma en vanidad vivió, ignorando a quien por mí sufrió …” Nos encontrábamos “echados entre los tiestos” y otros desechos rotos y sucios del mundo, nuestras justicias como trapo de inmundicia ante los ojos de Dios. Espiritualmente, éramos débiles e incapaces de remediar la situación; estábamos expuestos a la ira de Dios.

El presente

            Ante un trasfondo tan oscuro, un rayo de luz celestial penetra la penumbra. “¡Seréis como alas de paloma cubiertas de plata!” La plata es la sobresaliente figura bíblica de la redención, y en la paloma encontramos el ministerio tan favorable del Espíritu Santo.

            Israel fue salvo de la pena del pecado por la sangre, fue librado de Egipto por poder, y fue tomado “sobre alas de águilas”, Éxodo 19.4. Ese pueblo fue objeto de la gracia de Dios en todo momento. Las alas simbolizan el poder que levanta el pecador que cree, sacándole de donde estaba y llevándole a sentarse en lugares celestiales con Cristo Jesús, o sea, de la muerte espiritual a la resurrección espiritual. Sólo el amor del Padre, la sangre preciosa de Jesús y la obra regeneradora del Espíritu Santo pueden efectuar un milagro de tan grandes proporciones.

            La paloma no come carne. Ella simboliza la inocencia, pureza y paz. Encontrándose lejos de su lugar, siempre quiere regresar, y así es que el esposo en el Cantar dice que la esposa tiene ojos como de paloma. La visión del creyente debe ser controlada por el Espíritu Santo, ocupada más de todo con su hogar celestial.

            Probablemente el cuervo no quiso volver al arca de Noé por haber visto tantos cadáveres flotando sobre las aguas; esa carne muerta apelaría a su apetito inmundo. La paloma rehusó todo aquello y voló al arca de nuevo, manifestando que tenía una naturaleza diferente. El creyente es participante de la naturaleza divina y ha huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia, 2 Pedro 1.4. La corrupción abunda en la sociedad, política y religión, pero el cristiano se guarda sin tacha, andando por una senda de separación y en compañía de Uno rechazado por el mundo.

El futuro

            Leemos que “mejor es el fin del negocio que su principio”, Eclesiastés 7.8, y así es en nuestro versículo: “… y sus plumas con amarillez de oro”.

            Las plumas nos hablan de la consolación del Espíritu, quien es nuestro Consolador a lo largo de toda la peregrinación. A su vez, el oro nos representa la gloria por delante. Hemos sido “sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida”, Efesios 1.13,14. “Gracia y gloria dará Jehová”, Salmo 84.11: gracia suficiente para la necesidad presente, y gloria en la venida del Señor.

“Vamos muy pronto al célico hogar, do gozaremos de gloria sin par”. La mayor parte del pueblo del Señor ven poco del oro perecedero aquí en este mundo, pero viene día cuando conoceremos de cerca la ciudad cuya calle es de oro puro, transparente como vidrio, Apocalipsis 21.21.

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