sábado, 16 de abril de 2022

Disfrute su Biblia (4)

 Pasos para el estudio Bíblico

William Macdonald


PASO N° 1: OBSERVACIÓN

Algunos de nosotros hemos sido miembros de un jurado. Quizás la mayoría los ha visto por televisión. Uno de los aspec­tos fascinantes de cualquier caso son los testigos y lo que ellos dicen. Algunos son muy observadores y lo que dicen parece muy creíble. Cuando ellos no vieron, no decían que lo habían hecho, y cuando sí lo hacían, describían lo que vieron sólo hasta el punto en que podían recordarlo con exactitud. En algunos tes­tigos es notable que no son dignos de confianza.

Los poderes de observación de algunos han sido probados por películas de entrenamiento creadas por el FBI. Pensamos que lograremos un alto puntaje al contestar las preguntas sobre una corta filmación de la escena de un accidente. A menos que este­mos fuera del promedio, es probable que acertemos sólo un tercio de las preguntas. “¿De qué color era el paraguas de la señora? ¿Era oscuro o claro?” Creemos que debe haber sido oscuro. Pero en realidad, ¡no tenía paraguas! Un agente entrenado del FBI puede realizar el mismo cuestionario y acertarlas todas o casi todas.

Cuando estudiamos la Palabra de Dios debemos aprender a sujetar nuestra imaginación a la observación, pero no así cuando necesitemos usarla para la presentación creativa. Necesitamos entrenar nuestras mentes para ver lo que está allí y no agregar lo que nosotros creemos o que nos han enseñado que está allí.

Aquí hay algunas preguntas que pueden hacerse cuando está observando.

(A) UNA PRIMERA PREGUNTA GENERAL:

¿CUÁL ES EL “CONTEXTO”?

Como ya hemos visto, “¡el texto fuera de contexto es un pretexto!” Por supuesto, no siempre es de esta manera. Muchos versículos de los evangelios nos dan las enseñanzas principales de la Biblia “en pocas palabras”, como Martín Lutero dijo de Juan 3:16, por ejemplo. Sin embargo, como regla, tenemos que dife­renciar los libros de la Biblia que estamos estudiando, el orador o escritor, y la audiencia o los receptores de una epístola.

Muchos líderes religiosos usan Juan 3:5 para enseñar que es necesario ser bautizado en agua para ser salvo. El versículo dice así:

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.

Aun así, en contexto, Cristo no pudo haber estado hablando acerca del bautismo cristiano porque Jesús le está hablando a un líder judío antes de que la iglesia cristiana fuese fundada (en el Pentecostés). Y a pesar de que es cierto que los judíos tenían un bautismo prosélito para los que se convertían al judaísmo, Nicodemo no era un convertido sino un judío de nacimiento y además un respetable maes­tro de Israel.

Otras personas usan las palabras de Jesús en Juan 6 para apoyar la idea de que comemos y bebemos el cuerpo y la san­gre de Cristo en la Cena del Señor (pero “oculto” dentro de la sustancia del pan y el vino). ¿A quién estaba diciendo Jesús estas cosas? Estaba en una sinagoga en Capernaum, se dirigía a judíos, mayormente oponentes, antes de que se hubiese orde­nado la Cena del Señor, o cualquier congregación cristiana haya observado esta ordenanza. El versículo 63 también aclara que las palabras no deben ser tomadas físicamente, sino espiri­tualmente: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.”

(B) PREGUNTAS PARA HACER

Las preguntas que hacemos son muy simples y básicas, algunas quizás las hayamos aprendido en la escuela y otras las hayamos olvidado.

Pregunta 1. ¿Quién?

Lea un pasaje. Escoja uno corto al principio. ¿Quién lo escribió? ¿A quién está dirigido? ¿Quién está hablando (si es una cita)? ¿Quién está actuando? ¿A quién se está refiriendo?

Pregunta 2. ¿Qué? o ¿Cuál?

¿Qué está sucediendo? ¿Qué tipo de escritura es esta? ¿Poesía? ¿Sermón? ¿Historia? ¿Doctrina? ¿Profecía? ¿Cuál es la situación? ¿Cuál es la clave del argumento? ¿Cuál es el tono del escritor? Estas preguntas pueden continuar indefinidamente.

Pregunta 3. ¿Cuándo?

¿Cuándo — pasado, presente, o futuro — sucedió lo del texto? ¿Fue en la época antes de que Israel fuera fundado? ¿Fue escrito durante la era cristiana? ¿Es una predicción del futuro? ¿Del cielo?

Pregunta 4. ¿Dónde?

¿Ocurrió en el desierto mientras Israel vagaba? ¿Fue en Jerusalén? ¿En Babilonia? ¿En el reino venidero? El lugar es muy importante en cualquier evento histórico. En una corte, al defendido siempre se le pregunta, “¿Dónde estaba usted la noche que sucedió el crimen?”

Pregunta 5. ¿Cómo?

¿Cómo se dio la situación del pasaje? ¿Por amor? ¿A causa de la guerra? ¿La rebelión? ¿Un plan cuidadoso? ¿Intervención divina?

Pregunta 6. ¿Por qué?

Cuando llegamos a la razón, el factor interpretativo tiende a participar más de lo que debería durante la etapa de observa­ción del estudio bíblico. A veces es bastante claro por qué suce­den ciertas cosas: Fue predicho por Dios; era la consecuencia natural de algo que sucedió antes.

Ahora tomemos Gálatas 1 y contestemos estas preguntas:

¿Quién? Fue escrito por Pablo a los creyentes llamados Gálatas.

¿Qué? El apóstol estaba molesto porque estas personas estaban escuchando un evangelio falso. Su tono se percibe enojado.

¿Cuándo? Fue en los primeros días de la iglesia. Pablo les había predicado el evangelio previamente a ellos.

¿Dónde? Si se observa en un mapa en las últimas páginas de la Biblia o en un atlas bíblico, verá que Galacia se ubicaba en Asia Menor. No hay indicios del lugar en el que Pablo se encon­traba al momento de escribir la carta.

¿Cómo? Llegaron al apóstol ciertos reportes acerca de la inconstancia de los Gálatas. Él se asombró de su inestabilidad.

¿Por qué? Fue para combatir el error y defender su autori­dad como apóstol y el evangelio que predicaba.

PASO 2: INTERPRETACIÓN

El primer paso consistía en observar lo que el pasaje dice, el segundo tiene que ver con lo que significa. A veces el texto es tan claro y simple que usted no tendrá que esforzarse por encon­trar su significado; esto si usted mantiene el texto y no lo usa para probar alguna idea propia, énfasis privado, o, en el último de los casos, una herejía.

Comencemos con un versículo que casi todo el cristianismo está de acuerdo en su significado.

En 1 Pedro 5:7 el apóstol nos dice que echemos “toda nuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de voso­tros.” El significado es claro en este verso (¡aunque la aplica­ción es un tema aparte!).

Tenemos que depositar todas nuestras preocupaciones en Dios porque Él cuida de nosotros. Quizá queramos revisar otras traducciones.

La palabra ‘cuidado’ proviene de un verbo griego que signi­fica mostrar interés o preocupación por la persona u objeto que uno cuida (meló). Por consiguiente, Pedro hace una distinción entre el cuidado (preocupación) ansioso y el cuidado afectivo. Millones de europeos que vivieron al final de la Segunda Guerra Mundial saben exactamente lo que significa cuidado’ debido a los considerados paquetes de ayuda que los estadounidenses lanzaron desde los aviones.

Ciertos detalles enriquecen nuestra interpretación, pero el significado es perfectamente claro y se expresa de manera hermosa en la versión RV, debido a la elección de las palabras en la era de la Reforma.

En el caso de los versículos más difíciles, especialmente los controversiales, se debe poner mucho cuidado al intentar descu­brir el verdadero significado. Por ejemplo, ocurre con la gente que no cree en la salvación por gracia a través de la fe, que cuan­do se les presenta una enseñanza bíblica clara dicen, “Ah, esa es su interpretación.” Generalmente dicen que hay ciertos estatu­tos religiosos o tradiciones — como enseñar la salvación en parte por obras - que dejan a un lado o descartan los muchos textos que enseñan que la salvación es “por gracia por medio de la fe”, como lo hace Efesios 2:8.

Muchas diferencias entre cristianos no tienen que ver con pasajes ambiguos que varios grupos interpretan de manera dife­rente. La mayoría de las veces es un tema de a cuánta tradición eclesiástica se adhiere una denominación.

Por ejemplo, en la era de la Reforma (1560s), Martín Lutero sintió que estaba bien mantener las cosas que no eran específicamente prohibidas por la Biblia, como los hábitos, las velas, etc. Juan Calvino, por otra parte, quiso quitar práctica­mente todo lo que no se encontraba en la Biblia. Las iglesias libres, que nunca se volvieron iglesias estatales en ningún país, fueron las más radicales de todas. Creemos que fueron sabios al no permitir cosas tales como el bautismo de niños, las iglesias estatales, y otras más. Las iglesias Bautistas, Metodistas, Bíblicas, y aquellas conocidas como los Hermanos Libres, tienen su des­cendencia espiritual en esta última categoría.

Interpretemos un pasaje difícil y controversial para ilustrar cuán complicada puede volverse esta etapa del estudio bíblico.

Pedro les dijo: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

Observe, primero, a quién está dirigiendo Pedro estas palabras. Fue a los hombres de Judea (v. 14), los hombres de Israel (v. 22). Él no se estaba refiriendo a cristianos, sino a judíos inconversos.

La primera palabra que les dirige es “Arrepentíos”. ¿De qué deben arrepentirse? En un sentido general, deben arrepentirse de todos sus pecados, pero Pedro tenía un pecado particular en mente: Haber crucificado al Señor de la gloria. Esto es aclarado en los versículos 23 y 36:

A este, entregado por el determinado consejo y anti­cipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándolo (v. 23).

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho Señor y Cristo (v. 36).

Luego del arrepentimiento, ¿qué más debían hacer los que estaban escuchando a Pedro? Ser bautizados en el nombre de Jesucristo. Esto significa que deben ser bautizados con un bau­tismo cristiano. AI hacer esto, se estarían identificando públi­camente con el Señor Jesucristo, y disociándose de la nación que le crucificó.

Se dice que este bautismo es para “la remisión (perdón) de los pecados.” Sólo a los judíos se les indicaba ser bautizados para ser perdonados por sus pecados. Como ya hemos visto, en este pasaje sus pecados se asocian particularmente a cómo ellos trata­ron al Mesías. Al pasar por las aguas del bautismo, se salvaban de “esta perversa generación” (v. 40). Se separaban de la nación que era culpable de la muerte de Cristo (véase Mt. 27:23).

El bautismo en agua no salvaba sus almas, sino que los sal­vaba de la culpa por la sangre de Cristo. Sus almas eran salvas mediante el arrepentimiento y la fe en el Señor. Ese es el testimonio general de las Escrituras. El bautismo en agua los sacaba de suelo judío para ubicarlos en suelo cristiano.

Existe otra interpretación válida para la expresión “para remisión de pecados.” Puede querer decir “por la remisión de pecados.” Por el arrepentimiento (se sobreentiende la fe), ellos recibieron la remisión de los pecados. Por causa de esto, se les pedía que fueran bautizados. El bautismo era entonces una señal externa de lo que estaba sucediendo en el interior.

“Recibiréis el don del Espíritu Santo.” Tan pronto como estos judíos se arrepentían y creían, ellos se convertían. Tan pronto como proclamaban fidelidad al Mesías de manera públi­ca a través del bautismo, recibían el Espíritu Santo.

PASO 3: APLICACIÓN

Lógicamente, la última etapa consiste en aplicar lo que se ha aprendido. Lo que el pasaje dice viene a ser la observación. Lo que el pasaje significa, la interpretación. Lo que el pasaje signi­fica para mí (o para otros) es la aplicación.

Demasiados de nosotros hemos tenido contacto con los llamados “estudios bíblicos” que en realidad son un compendio de ignorancia. Quizá lean cuatro o cinco traducciones diferen­tes, y expresen lo que significa “para ellos” — frecuentemente sin haber observado el contexto, ¡o siquiera las reglas básicas de la gramática!

Pero nosotros deberíamos aplicar el texto. De otra manera, estudiar el Libro de Dios se volvería un mero ejercicio intelec­tual académico.

No todo el material es directamente aplicable a nuestras vidas. Por ejemplo, cuando se les pide a todos los nativos de Israel que se presenten delante del Señor tres veces al año en las princi­pales fiestas judías, nosotros no podemos esperar hacer eso. Pero este mandamiento, por aplicación, puede ser de ánimo para los cristianos a que seamos fieles a las reuniones de nuestra iglesia.

Pero cuando se nos dice, “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31), si aún no lo hemos hecho, debe­ríamos. Si nunca nos hemos bautizado, deberíamos obedecer esta petición del Nuevo Testamento. Y si somos conscientes que nuestro Señor pide a Su pueblo que le recuerde en la Santa Cena (de hecho, lo hace en 1 Cor. 11:24), deberíamos asegurarnos de hacerlo cada vez que sea posible.

Algunos mandamientos - como el de controlar nuestras lenguas - puede tomar años de cuidadosa nutrición de la obe­diencia. ¡Pero esta aplicación del mandamiento de Santiago 3:1-12 tiene que comenzar en alguna parte!

Para usted mismo, o al final de una clase de estudio bíblico, o al final del sermón, mostrar una lista de las posibles aplicacio­nes que encontramos en los diversos tipos de personajes repre­sentados en un pizarrón o proyector, puede resultar una muestra visual impresionante de la versatilidad que posee el suficiente, infalible y hermosamente construido Libro de Dios.

Disfrute su Biblia, cap. IV.

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