por W.A. Deans
El
Arca de Noé
Génesis 6-9
La gente que vivía en
los tiempos de Noé era muy malvada y solo tenía malos pensamientos. Dios vió
que toda la tierra se había contaminado y dijo que su Espíritu no permanecería
en el hombre para siempre. Entonces, decidió destruir al hombre con un diluvio:
todos los hombres, los animales y las aves morirían en el agua, Génesis 6:17.
Hoy el mundo es tan
malvado como lo era entonces. El hombre no teme el juicio de Dios sobre sus
pecados. Pero Dios mostró su misericordia a Noé, un hombre justo. Noé andaba
con Dios como lo había hecho Enoc, Génesis 5:24 y 6:8,9 y Dios preparó un
camino para salvarlo. Él mandó a Noé que construyera un barco y le dio las
medidas para que lo hiciera. Dijo también a Noé que pusiera una ventana en la
parte alta y una puerta al lado. Luego Noé cubrió el arca por encima y por los
costados con brea para resguardarla del agua. Noé obedeció e hizo todas las
cosas como Dios le había mandado, Génesis 6:19-22.
Dios
en su gracia ha preparado también un camino de salvación para el hombre de hoy,
que solamente merece el juicio por sus pecados. El Arca es una figura de Cristo
en quien el creyente puede refugiarse de la tormenta del juicio venidero.
Noé
dijo a la gente de esos días que estaban en peligro de ser juzgados por Dios.
El predicó acerca de la rectitud y acerca del juicio y la salvación, 2 Pedro
2:4,5.
Noé
y sus hijos construyeron el arca tal como Dios les había ordenado. La gente se
burló de ellos, pero Noé continuó predicando y construyendo hasta el final de
su obra. Luego Noé entró en el arca con su familia, ocho en total, por fe,
según dice Hebreos 11:7. Los animales y las aves de cada especie también
entraron en el arca y Dios cerró la puerta tras ellos. Génesis 17:16.
Ahora,
los siervos de Dios predican que el hombre será juzgado por sus pecados;
predican que el Hijo de Dios vendrá otra vez; pero hoy, como en los días de
Noé, el hombre continúa en sus prácticas pecaminosas. No quiere recibir la
salvación de Dios por creer en él, 2 Pedro 2:5.
Finalmente,
la lluvia empezó a caer tan pronto entró Noé en el arca y arreció tanto que se
convirtió en una tormenta y las aguas cubrieron toda la tierra.
¿Qué
pasó a la gente que se burló de Noé y que no creyó en su palabra? Ellos
tuvieron que permanecer fuera del arca, bajo la lluvia torrencial y empezaron a
trepar las colinas y montañas para tratar de salvarse. Quizás algunos tocaron a
la puerta del arca y pidieron a Noé que les permitiera entrar, pero el tiempo
en que ellos podían entrar al arca para salvarse, ya había pasado. Todas las
personas, los animales y las aves murieron. Todos, excepto, los que habían
entrado en el arca.
El
arca de Noé es una figura del Señor Jesucristo. Las personas que estaban
dentro del arca se salvaron cuando Dios envió el juicio del diluvio sobre la
tierra. Solamente había un camino para salvarse y ese camino era entrar en el
arca, a través de su única puerta, Génesis 6:16; Juan 10:9.
La
tormenta no hizo ningún daño al arca ni a ninguno de los que estaban adentro.
De la misma manera, el Señor Jesús soportó la tormenta del juicio de Dios que
nosotros debíamos recibir. La ira de Dios se descargó sobre él. Él tomó nuestro
lugar; Él murió en lugar nuestro y nosotros podemos tener vida eterna creyendo
en él.
Finalmente
cesó la lluvia; las aguas empezaron a descender y el arca se posó sobre el
monte Ararat. Los que estaban en el arca, salieron a tierra, la cual nunca más
fue cubierta por las aguas. Noé construyó un altar, Génesis 8:14-20 y ofreció
sacrificios al Señor, Génesis 8:20-22.
Dios
hizo salir un arco iris en las nubes como señal del pacto que había hecho con
el hombre. En este pacto, Dios prometió que nunca más destruiría la tierra con
agua, Génesis 9:8-17. En el futuro, Dios volverá a juzgar la tierra y la
destruirá de nuevo, pero esta vez será con fuego, 2 Pedro 3:4-14.
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