1.1
al 11: La oración de Pablo
El apóstol escribe en su condición de siervo (doulus) de Jesucristo, para manifestar
fidelidad absoluta a él y enfatizar la humildad. Cada creyente ha sido comprado
a precio, y por tanto debe manifestar estas características. “Vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, …
no sois vuestros … habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios
en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”,
1 Corintos 6.19,20.
“Santos” quiere decir “personas puestas aparte”, y esto
se hace evidente en las vidas puestas aparte para Dios. Posicionalmente, estos
creyentes estaban en Cristo, pero en la práctica vivían sus vidas en Filipos.
Sus vidas debían estar en entera armonía con su posición en Cristo, y por esto
Dios había provisto gracia y paz para ellos; 1.1,2.
Los recuerdos que el apóstol tenía formaban la base de su
agradecimiento a Dios cuando pedía por ellos, 1.3,4. Su pasado le causaba
gratitud, pero había una necesidad presente; los logros ya realizados no sacian
la necesidad del testimonio del momento. Las gracias que Pablo da se deben a su
comunión con ellos en el evangelio, 1.5, y con su confianza en Dios, 1.6. Cuán
necesario es ser consecuente en la senda cristiana, y cuán estimulante es saber
que Dios logrará su propósito.
Consciente
de que Dios era testigo, versículo 8, Pablo oraba a Dios para que fueran
evidentes ciertas características en los cristianos:
·
Incremento de su
amor, versículo 9, como un río que aumenta en volumen en su viaje hacia el mar,
fluyendo entre la ciencia por un lado y el conocimiento por otro. La palabra
“conocimiento” sucede solamente en este versículo, y conlleva la idea de la
percepción y un sentir hacia otros. Así el incremento del amor tiene que ver
con estar conscientes de la voluntad de Dios y comprender cada situación,
tomando en cuenta la reacción de los demás.
· Inteligencia en discernimiento, versículo 10, aprobando
lo que es excelente. La idea es percibir qué vale más. Las cosas espirituales
valen más que los materiales, y el bienestar de la asamblea es más importante
que el mío propio.
· Irreprochables en conducta, versículo 10, “Sinceros e
irreprensibles”. Ser sincero es ser puro, sin elementos extraños, sin
apariencia falsa. Ser irreprensible es conducirse de manera que otro no sea
estorbado. Cuando nosotros somos así también, podemos promover la gloria y
alabanza de Dios con el fruto que exhala la fragancia de Cristo, versículo 11.
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