sábado, 16 de abril de 2022

Y mi Viña que era mía no guardé

 


Cantar de los Cantares 1:6

            Suele suceder que los jardineros profesionales descuidan sus propios jardines, aunque pasan la vida cuidando los de otros. No debe ser así; nuestra propia viña debería ser ejemplar.

            Tú que trabajas diligentemente con esperanza de ver los frutos del Espíritu en otras viñas o sean otras vidas, ¿Estas cuidando tu propia viña? ¿Ven los otros esos frutos preciosos en la vida tuya? ¿Es ejemplar tu viña? “Sé ejemplo de los fieles en pala­bra, en conversación, en caridad, en espíritu, en fe en limpieza” 1 Ti. 4,12.    

            No importa cuántos años hemos sido creyentes y siervos de Cristo, tenemos que velar por nuestro pro­pio bienestar espiritual. El ser negligentes en la ora­ción privada o en alimentarnos de la Palabra de Dios siempre trae fracaso. Por esa razón los príncipes y sacerdotes no fueron capaces de cuidar la viña, o sea a Israel el pueblo de Dios, porque no cuidaron sus pro­pias viñas y su servicio vino a ser formal y estéril.

            Hay creyentes que se imaginan que su natura­leza vieja está completamente erradicada, raíz y rama, pero están tristemente equivocados

            Tomemos una lección del cultivo dé las rosas. Los jardineros nunca pueden descuidar los rosales. Injertan vástagos de rosales finos y hermosos en rosales silvestres. Si no los velan constantemente y no usan medidas drásticas con ellos, Jn, 14,1, 2 cuando salen los retoños nuevos, el rosal silvestre predomina y prospera, y el vástago que debiera dar rosas hermosas se revierte al tipo viejo y silvestre.

            Así, la naturaleza vieja en nosotros, cuando no está mantenida en el lugar de la muerte, usando el cuchillo (la Palabra de Dios), y por la presencia del Espíritu, puede brotar de nuevo y dominar completa­mente nuestras vidas, evitando la producción de los frutos del Espíritu. He 4.12.

            Si te hayas en esta condición, haz al Señor la misma confesión, con corazón contrito y humillado: Mi viña, que era mía, no guardé”, entonces estarás en condición de obedecer este mandato del Señor: Hijo, ve hoy a trabajar en Mi viña” Mt, 21.28.

Tr, por M. de K.

Contendor por la fe, N° 53 y 54 de 1944

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