Tú que trabajas diligentemente con
esperanza de ver los frutos del Espíritu en otras viñas o sean otras vidas,
¿Estas cuidando tu propia viña? ¿Ven los otros esos frutos preciosos en la vida
tuya? ¿Es ejemplar tu viña? “Sé ejemplo de los fieles en palabra, en
conversación, en caridad, en espíritu, en fe en limpieza” 1 Ti. 4,12.
No importa cuántos años hemos sido
creyentes y siervos de Cristo, tenemos que velar por nuestro propio bienestar
espiritual. El ser negligentes en la oración privada o en alimentarnos de la
Palabra de Dios siempre trae fracaso. Por esa razón los príncipes y sacerdotes
no fueron capaces de cuidar la viña, o sea a Israel el pueblo de Dios, porque
no cuidaron sus propias viñas y su servicio vino a ser formal y estéril.
Hay creyentes que se imaginan que su
naturaleza vieja está completamente erradicada, raíz y rama, pero están
tristemente equivocados
Tomemos una lección del cultivo dé
las rosas. Los jardineros nunca pueden descuidar los rosales. Injertan vástagos
de rosales finos y hermosos en rosales silvestres. Si no los velan
constantemente y no usan medidas drásticas con ellos, Jn, 14,1, 2 cuando salen
los retoños nuevos, el rosal silvestre predomina y prospera, y el vástago que
debiera dar rosas hermosas se revierte al tipo viejo y silvestre.
Así, la naturaleza vieja en
nosotros, cuando no está mantenida en el lugar de la muerte, usando el cuchillo
(la Palabra de Dios), y por la presencia del Espíritu, puede brotar de nuevo y
dominar completamente nuestras vidas, evitando la producción de los frutos del
Espíritu. He 4.12.
Si te hayas en esta condición, haz
al Señor la misma confesión, con corazón contrito y humillado: Mi viña, que era
mía, no guardé”, entonces estarás en condición de obedecer este mandato del
Señor: Hijo, ve hoy a trabajar en Mi viña” Mt, 21.28.
Tr, por M. de K.
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