Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado,
lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas aquellos
labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la
heredad será nuestra. (Marcos 12:6-7)
Esta parábola nos muestra el fracaso de Israel, pero, a
su vez, el fracaso del hombre puesto bajo responsabilidad. Sin embargo,
todavía restaba una última prueba para ver si el corazón del hombre podía
reaccionar. Hay un único Hijo (el Hijo amado), y Dios lo enviará, y si hay,
aunque sea un grano de bondad en los labradores, ellos ciertamente
reverenciarán al Hijo.
La
venida del Hijo dejó de manifiesto el verdadero estado del corazón humano. A
Israel le encantaría tener un reino sin Cristo, y los gentiles anhelan un mundo
sin Dios. Y así como fue con los líderes de Israel, que dijeron: “Este es el
heredero; venid, matémosle", también sucede lo mismo con todo el mundo en
la actualidad. Cada vez más, vemos que el hombre quiere sacar a Dios de Su
propio mundo. El evolucionista lo quiere fuera de Su creación; el político
quiere excluirlo del gobierno, y el progresista lo quiere fuera de la religión.
Por lo tanto, en este
pasaje, se nos permite ver el verdadero carácter de la carne que está en
nosotros. Este puede ser patriótica, social y religiosa, pero si se le concede
forjar su propio camino, entonces matará a Cristo y lo sacará del mundo.
Cristo—el Cristo de la revelación (porque la carne incluso inventa un Cristo
según su propia imaginación)—es la verdadera prueba, y demuestra que, por más
justas que parezcan a veces las apariencias externas de la carne, está siempre
estará en abierta oposición a Cristo.
Si
la conciencia es tocada, pero no el corazón, entonces el hombre se exasperará.
Es por eso que los malvados líderes del pueblo querían echar mano de Él, pero
se vieron obstaculizados por su propio orgullo, porque temían al pueblo. Así
que lo dejaron y se fueron (v. 12). ¡Qué condición tan desesperanzados la de
aquellos que, deliberadamente, le dan la espalda a Cristo para seguir su propio
camino!
Hamilton Smith
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