domingo, 18 de septiembre de 2022

El camino Limpio

 

Se encuentran lecciones importantes y útiles en el Salmo 119 si se lee con reverencia y meditación.

En primer lugar, se nota cuán personal es todo el Salmo. Cuando el escritor iba leyendo la Sagrada Palabra, era para él la voz de Dios hablándole directamente a su alma, y por esta razón la lectura había producido en él una espiritualidad maravillosa. ¡Ojalá que nosotros mismos pudiéramos seguir tan buen ejemplo, leyendo y meditando con la firme convicción de que el Señor está nos habla personalmente!

El camino del creyente se nombra once veces, empezando con, “Los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová”. Esto significa el progreso práctico del cristiano en las cosas de Dios. El salmista, aunque hombre muy humilde, puede testificar sin jactancia de su devoción y amor por la Palabra de Dios. Su espiritualidad extraordinaria se debía, sin duda, a su fervoroso amor por las Sagradas Escrituras.

En el versículo 9 se ve su gran interés en los jóvenes: “¿Con qué limpiará el joven su camino?” Él contesta su propia pregunta: “Con guardar tu palabra”. Es admirable la sencillez y la manera positiva con que él recomienda al joven mantenerse limpio de corazón. El habrá tenido la experiencia de encontrarse rodeado de toda forma de tentación y peligro para su alma, y habrá encontrado en la Biblia el auxilio eficaz para vencer los apetitos carnales y las contaminaciones del mundo.

Muchos jóvenes que daban esperanza de ser útiles en las filas de Cristo han cedido a las tentaciones, y se encuentran naufragados en los escollos del mundo. Han llegado los postreros días y los tiempos peligrosos. “Huye de estas cosas”, exhorta Pablo a Timoteo, refiriéndose a la envidia, los pleitos, las malas sospechas y la codicia. “Huye de las pasiones juveniles”, le dice también.

¿Habrá jóvenes que todavía no han limpiado su camino? Si un camino es sucio, el que anda por él se ensuciará también. Por lo tanto, uno tiene que examinar bien por donde anda, eliminando todo lo que podría contaminar sus pies. Algunos ejemplos serían el cigarrillo, el televisor, los compañeros mundanos, las novelas, los cocteles, la flojera acostumbrada, la cobardía, la impaciencia y la lengua suelta.

Al leer la Palabra de Dios con sinceridad y oración, uno descubre las cosas que son perjudiciales a su salud espiritual, como también las que afectan el buen testimonio. Confesándole todo al Señor, y pidiéndole gracia y fortaleza, uno llega a ser vencedor, alcanzando a la vez el propósito por el cual el Señor le ha salvado.

Santiago Saword

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