Lectura: Núm. 13:17-33; 14:6-10,30-38; Josué 14:5-15.
Texto
Áureo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filip. 4:13.)
Enseñanza
principal
La
manera en que un príncipe de la tribu de Judá fue designado, junto con otros
once, para informar al pueblo de Israel de lo que habían visto en Canaán. Dominados por la incredulidad y el temor
humano, diez exploradores informaron mal, y el pueblo creyó más a su testimonio
que al de Josué y Caleb, quienes alentaban al pueblo a subir y poseer lo que
Dios había prometido. Como resultado,
Dios castigó a los culpables, y el pueblo deambuló por el desierto cuarenta
años, durante los cuales Caleb compartió la peregrinación, hasta el día que
entró en la posesión del premio a su fe.
Viene al caso la exhortación de Hebreos 6:12: “que no os hagáis
perezosos, más imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia, heredan las
promesas”:
1)
Un buen ejemplo: “imitadores”.
2)
La fe salvadora: “por la fe”.
3)
La herencia espiritual: “heredan las promesas”.
Indicaciones
Para las
clases mayores la lección ofrece tópicos del mayor interés, de los cuales
sugerimos los siguientes: En cuanto a los doce exploradores:
1)
Su posición: “príncipes” (Núm. 13:3).
2)
Su deber: “observar”, “traer fruto” (Cp. 13:19-25).
3)
El tiempo empleado: “Cuarenta días” (Cp. 13:25).
4)
El cumplimiento de su cometido: “y diéronles la respuesta”, “y les mostraron el
fruto” (Cp. 13:26).
5)
Diferencias entre los exploradores: “Entonces Caleb... más los varones que
subieron con él” (Cp. 13:30-32).
6)
La intervención y fallo divino: “no verán la tierra... empero mi siervo
Caleb...” (Cp.14:23-24).
7)
El cumplimiento de la promesa: (Cp.
14:37-38; Josué 14:6-14).
Para las clases menores son interesantes los
siguientes puntos:
1)
Un número sugestivo (40), para traer a la luz el bien o el mal.
2)
Una descripción gráfica de Canaán, según Núm. 14:24-30 (tierra, frutos,
habitantes, véase el Diccionario Bíblico).
Pueden también, en carácter general, destacarse: El peligro de la incredulidad y el galardón de
la fe.
Notas
sobre la lección
1)
“Y
volvieron de reconocer la tierra al cabo de cuarenta días”: (Núm. 13:25)
El número 40 es
símbolo de un tiempo de prueba; véanse los siguientes ejemplos:
40 días:
1. Duró
el diluvio: Gén. 7:17.
2. Ayunó
Moisés en el monte: Éxodo 24:18; 34:28.
3. Oró
Moisés por Israel: Deut. 9:25.
4. Duró
el desafío de Goliat: 1 Samuel 17:16.
5. Comunicó
fortaleza la comida de Elías: 1 Reyes 19:8.
6. De
oportunidad para Nínive: Jonás 3:4.
7. Duró
la tentación del Señor: Luc. 4:2.
8. Apareció
el Señor después de resucitar: Hech. 1:3.
Fue
durante ese mismo período de tiempo que los exploradores contemplaron la tierra
prometida, fueron testigos oculares de la belleza del paisaje, respiraron el
perfume de sus vegas, orillaron sus abismos, anduvieron por sus caminos,
bebieron de sus fuentes, descansaron en la sombra frondosa, gustaron los
deliciosos frutos.
2)
“Entonces
Caleb... más los varones que subieron
con él...” (Cp. 13:31,32).
Al regreso se
puso de manifiesto la diferencia entre los espías de la tierra, que no es otra
cosa que la diferencia entre la FE y la
INCREDULIDAD. Sus características,
tan definidas en aquel entonces, son siempre de actualidad. Caleb contempló Canaán con el ojo de la fe,
se guió por la mente divina y se apoyó en el brazo invisible, y aquella fe le
comunicó una audacia santa. Los otros
exploradores miraron las cosas desde el punto de vista natural, guiados por una
mente carnal y sólo confiando en un brazo de carne (Jer. 17: 5-8). La incredulidad del pueblo (Deut.
1:19-22). El Espíritu Santo explica sus
funestos resultados siglos después: Heb. 3:19; 4:2, dureza de corazón, incredulidad,
desobediencia. Los que no confían en la
veracidad de la palabra de Dios para su bien, recibirán en el castigo de su
extravío, el cumplimiento de su palabra inmutable.
3)
“Y
vituperaron... la tierra que habían
reconocido”; “la tierra por donde pasamos, para reconocerla, es tierra en gran
manera buena. Si Jehová se agradare de
nosotros, él nos meterá en esta tierra”.
(Núm. 13:32; 14:7-8.)
Se advierte que
el informe de los incrédulos que se mencionan sólo las dificultades, y ni una
vez el nombre de Dios. Caleb, no sólo lo
menciona al ponderar la tierra, sino que se apoya en Él. La fe comienza por Dios; la incredulidad por
las dificultades. La fe coloca a Dios en
su lugar y por encima de las dificultades.
Así fue en el caso de Eliseo; mientras los ojos del profeta veían a su
alrededor, cual círculo invicto, los ejércitos celestiales, su criado sólo
advertía más allá los ejércitos humanos en su contra. Dios honra la fe comunicada al alma y
depositada en Él. La porción de unos y
otros fue conforme a su deseo: “Conforme
a vuestra fe os sea hecho.” (Mat. 9:29).
El pueblo dijo: “¡Ojalá muriéramos
en este desierto!” (Núm. 14:2), y
murieron en el desierto. Josué y Caleb
habían dicho: “Jehová nos introducirá en
ella” (Núm. 14:8), y Dios les introdujo: “Tened fe en Dios.” (Mar.
11:22). Hay también diferencias en el
lenguaje de los exploradores. El
lenguaje de la fe dice: “ni temáis al
pueblo de aquella tierra, porque nuestro pan es” (Núm. 14:9). El lenguaje de la incredulidad dice: “vimos allí gigantes, y éramos nosotros, a
nuestro parecer, como langostas; así les parecíamos a ellos” (Núm.
13:33). La incredulidad hizo temblar al
pueblo, mientras que, si hubieran tenido fe, ésta había hecho temblar a sus
enemigos. La fe sólo mira a Canaán; la
incredulidad sólo mira, como alternativa, la muerte en el desierto o el retorno
a Egipto. Al comienzo del viaje en el
desierto habían exclamado: “hagamos
dioses que vayan delante de nosotros” (Éxodo 32:1), al finalizarlo, y ya a
las puertas de Canaán, expresaron idéntico deseo: “hagamos un capitán y volvámonos a Egipto” (Núm. 14:4). La fe considera a Dios más alto que los
gigantes, más grande que la ciudades y más fuerte que sus murallas (Núm.
13:29-34; Josué 14:12).
4)
“Dame,
pues, ahora este monte.” (Josué 14:12)
Caleb hace aquí
su petición; tenía a la sazón 85 años y estaba en posesión de pleno vigor. Durante 40 años había compartido las
peregrinaciones y disciplina de aquellos que no compartieron su fe; la fe es
llamada a soportar con paciencia y es sostenida por la gracia. Durante cinco años había tomado parte en el
conflicto resultante de su llegada a la tierra, y en todo ese tiempo nunca dudó
del resultado y ocupó una posición relativamente oscura y quieta en apariencia
entre su pueblo, mientras que su amigo Josué había sido llamado a guiar al
pueblo. Caleb se presentó, pues cuando había
aún mucho que hacer, y pidió posesión de la tierra que hollara su pie. En aquel monte habían morado los Anaceos y
existido grandes ciudades. Todavía
estaban allí, y él demandó el privilegio de demostrar su fe por sus obras. El reconocimiento de Josué hacia su amigo y
su derecho a esta elección, fue pronto y generoso; le concedió lo que pedía y
le bendijo. De esta manera Caleb poseyó
Hebrón, cuyo nombre significa “comunión”, y es una figura ilustrativa de cómo
el creyente fiel posee como su mayor riqueza lo que es secreto de riquezas y
fuente de gozo. Comunión con Dios en
todo el vasto sentido de la palabra. La
historia de Caleb contiene tres puntos que ilustran la fe:
1. La
fe, ve y se arriesga, se muestra atrevida en el día de abrumadora dificultad.
2.
La fe, espera pacientemente a
través de las demoras originadas en el fracaso de otros.
3. La
fe, actúa con valor en el día de la oportunidad.
Por otra parte,
la fe de la creyente manifestada en su fidelidad al Señor, no es otra cosa que
la fidelidad del Señor para con él.
Caleb no hace ostentación, aquel día, de su fidelidad, sino que resalta
tres cosas de su experiencia victoriosa:
a. La Fidelidad divina
hacia su persona: “Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y
cinco años” (Josué 14:10), viva aplicación de 1 Ped. 1:5.
b.
La
bondad divina: “aún hoy estoy tan fuerte como el día
que Moisés me envió”. Otro renombrado
siervo de Dios dijo: “el gozo del Señor es vuestra fortaleza” (Neh. 8:10; ver
Isa. 40:31)
c.
El
poder divino: El secreto de la victoria reside en que
el Señor manifiesta su presencia con nosotros: “quizá Jehová será conmigo y los
echaré como Jehová ha dicho” (Josué 14:12).
“En Dios haremos proezas; y él hollará nuestros enemigos.” (Salmos 60:12; 18:32-34.) “Esta es la
victoria que vence al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4). “Confiad, yo he vencido
al mundo.” (Juan 16:33). “Mas a Dios gracia, que nos da la victoria
por el Señor nuestro Jesucristo.”
(1
Cor. 15:57).
Aplicación
Enseñemos
que la fidelidad de corazón a la palabra de Dios, manifestada por la obediencia
al Señor y ratificada por una vida consagrada y rendida a la voluntad divina,
es lo que mejor capacita para el servicio de Dios (2 Tim. 2:2; 1 Tim. 1:12).
Recordemos
a los alumnos que la fe, como la fidelidad, no consiste en palabras, promesas o
proyectos, ni se vale de exteriorizaciones espectaculares. Ambas se prueban a lo largo de los años y
llegan al final de la jornada con el peso consistente de la aprobación
divina. Ejemplos: Caleb, 2 Tim. 1:5, 2
Tim. 4:7.
Establezcamos
que la fidelidad brilla y se manifiesta en los tiempos de prueba y dificultad
con un lustre y valor más preciosa que el oro (1Ped. 1:7).
Ilustración
Cuenta una
antigua leyenda que un hombre edificó en la pendiente de una montaña su
casita. Lo hizo tras grandes penurias y
vivió un tiempo allí, modestamente, del fruto de su trabajo. Un día sobrevino una furiosa tormenta
mientras que él estaba trabajando en el campo.
Descendió por la cuesta de la montaña tan furioso alud de piedras y agua
que en pocos instantes el torrente arrasó la frágil morada. Cuando él llegó quedó abismado en su dolor,
estaba más pobre que nunca, y sin techo ni abrigo se sentó en el lugar donde
había estado levantada su cabaña y hundió la cabeza entre las manos. La tormenta se alejaba, las nubes comenzaron
a disiparse, se clarificó la atmósfera y brilló el sol. Al sentir sus rayos levantó la cabeza el
pobre desamparado, y abrió los ojos asombrados; algo brillaba a sus pies. La prueba terrible que parecía haber traído
su desgracia, al arrasar los cimientos de la choza, había dejado al descubierto
allí, a su alcance, como su posesión, un filón de oro.
Saquemos
nosotros también la vista de las dificultades y pruebas, y veremos que, en
medio de las nubes, el rayo del Sol de Justicia nos mostrará muchas y ricas
bendiciones.
F.V.V
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