domingo, 18 de septiembre de 2022

Las Dispensaciones

 En la historia de la Biblia hay ciertas divisiones claras que en términos generales están separadas la una de la otra, por un pacto de Dios que señala la relación de Dios con la humanidad, y la responsabilidad del hombre hacia El durante el período.


1. El Periodo de la Inocencia.

La historia no empieza con la creación del mundo sino con la creación de Adán y Eva. La obra de Dios, el Creador, era perfecta y nuestros primeros padres fueron hallados en un estado de inocencia y puestos en un ambiente perfecto en el huerto de Edén. Libres de los deseos de una naturaleza pecaminosa, del dolor, la enfermedad y la preocupación, estas almas privilegiadas bien hubieran vivido leales a su Creador, disfrutando una continua comunión con El y una felicidad sin fin que Él había hecho por ellos. Se les dio una completa libertad con una sola prohibición. De todo árbol en el huerto de Edén tenían derecho de comer menos de uno - el de la ciencia del bien y del mal (Gén. 2;17). Por tal minúsculo reglamento se puso a prueba su obediencia a Dios. Solamente un pensamiento soberbio y egoísta hubiera hallado en el mismo objeción alguna. Se les advirtió de la pena en caso de desobediencia al mandato de Dios, pero respondieron a la tentación y cayeron, Eva por la soberbia y Adán con intento deliberado. Aun en circunstancias ideales y condiciones tan buenas, el hombre se manifestó incapaz de retener su inocencia y de cumplir la voluntad de Dios. Por lo consiguiente el justo Creador tuvo que echarles de Su paraíso terrestre.

2.         La Dirección de la Conciencia.

Dios vistió a Adán v Eva de pieles de animales (una ilustración de que el abrigo y protección que ahora les brindaba era posible solamente por medio de un sacrificio o la muerte de otro), y sentenció, que con dolores y a duras penas llevaría a cabo su destino. Puso delante de ellos la esperanza de un Redentor futuro (Gén. 3:14-19). Sin ley o gobierno ninguno, el hombre tuvo que decidir entre lo bueno y lo malo, dirigido por su conciencia, No tenía tendencia innata que le dirigiera a   lo bueno, ni la capacidad para vencer el pecado y seguir la dirección   de su conciencia. El período antes del diluvio, como 1,650 años, es por lo consiguiente una historia de un gran fracaso. La tierra esteba llena de violencia y corrupción y el pecado reinaba sobre una raza culpable. La corrupción del hombre llegó a tal grado que era preciso que Dios   barriera toda la humanidad menos Noé y su familia, con el juicio del diluvio — Génesis 7.

3.         El Gobierno Humano.

En el mundo después del diluvio, el Todopoderoso introdujo un nuevo principio, dando a los hombres la autoridad y responsabilidad de gobernarse. El malhechor tenía que ser castigado por sus delincuencias hacia sus semejantes. Por ejemplo, el asesino tenía que pagar con su vida propia la vida que él había tomado, y sus semejantes tenían que ejecutar la sentencia. La vida de cada individuo era la responsabilidad de los que le rodeaban (Gén. 9:5, 6). A pesar de todo esto, Noé fue el primero en revelarse incapaz de controlarse a si mismo, mucho menos a sus vecinos, V sus descendientes tampoco pudieron controlar el pecado La raza se puso unánime en contra de Dios, edificando para si la torre de Babel V su rebelión sólo fue impedida por la intervención divina en la confusión de las lenguas. Bajo el gobierno humano, que todavía existe el hombre fue un fracaso.

4.         La Época de las Promesas.

Después de ese fracaso, Dios en Su sabiduría escogió la familia de Abraham, con el propósito de crear una nueva nación compaginada por el principio de la fe. Por lo consiguiente, apartó a Abraham y sus descendientes de los demás pueblos de la tierra para hacer de ellos una nación grande, por la cual todas las demás serian bendecidas (Gén. 12: 1-3). El pacto que hizo con Abraham era sin condiciones y su cumplimiento dependía, no de los hombres, sino de la fidelidad de Dios. De manera que Sus promesas tendrán un día de fructificarse. Esta época, durante la cual Dios dio el pacto, fue otro período de prueba, y con el mismo resultado. Por no ejercitar completa fe y confianza en Dios, los descendientes de Abraham se encontraron en una miserable servidumbre en Egipto V aun cuando Dios en Su misericordia les salvó, ellos dejaron las promesas por el yugo de la ley (Exo. 19:8). Después de disfrutar la divina gracia, menospreciaron la bondad de Dios y aceptaron en su lugar la legalidad de Sinaí. Esta dispensación llegó a su fin por la misma acción de Israel y por el mero hecho de aceptar la ley, ellos claramente testificaron a su propio fracaso.

5.         La Edad de la Ley.

Dada la ley empezó una nueva era y hasta la primera venida del Señor Jesucristo, Israel fue medido por esta regla que habían aceptado. No cabía duda de las demandas de Jehová. Se dieron reglamentos divinos para cada detalle de la vida nacional e individual. Sacrificios, ofrendas, fiestas, el sacerdocio, conducta social, cuestiones sanitarias, etc. todo tenía que ajustarse a reglas divinas. Sin embargo, [a historia de la nación bajo el profeta, sacerdote y rey demostraba el fracaso del pueblo, en su obediencia a Dios. Esteban les acusó que "recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis" (Hechos 7:53). Ellos multiplicaron su transgresión, porque rechazaron a Dios como su Rey invisible, y demandaron un Rey visible como las otras naciones. Cuando les dio su deseo, dividieron el reino y los dos reinos que resultaron llegaron a ser completamente viles, y Dios tuvo que castigarles, enviándoles cautivos de su tierra. Aun cuando un residuo volvió cambiaron ellos la espiritualidad por el formalismo, y la sinceridad por la indiferencia; la observancia de la ley se hacía por la letra y no por el espíritu. Al fin, cuando vino el verdadero Mesías, le rechazaron, y dieron plena prueba de su iniquidad en el Calvario. Entonces Dios les echó de su tierra y les rechazó como Su pueblo.

6.         El Día de la Gracia.

Después de la muerte del Señor Jesucristo, Dios puso a un lado a la nación de Israel, y en las palabras del Concilio de Jerusalén, "[Dios visitó. a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre" (Hechos 15:14). En esta época los individuos son regenerados por el Espíritu Santo y unidos al Cristo viviente. Tienen una ciudadanía celestial y toda su esperanza es celestial y no terrenal. Esta época es una de gracia (Tito 3:4, 5), y la prueba es aceptar o rechazar a Cristo El fin predicho de esta edad es la apostasía de la iglesia. El mundo en su mayoría trata de la gracia de Dios con indiferencia u oposición fanática, 'y relativamente pocos aceptan la oferta de misericordia y salvación en Cristo. La así-llamada iglesia le es infiel, y Juan describe su estado final como "La madre de las fornicaciones" (Apoc. 17). Aun en el dia de abundante gracia el fracaso del hombre será completamente demostrado la edad concluirá con el arrebatamiento de la iglesia verdadera (1 -res. 4: 15-17).

7.         El Reino de Justicia.

La profecía aclara que antes de la séptima dispensación, la tierra tendrá que pasar por un período de terrible tribulación. El mundo que rechazó a Cristo, dará homenaje al Anticristo, y la nación que rehusó el verdadero Mesías será sujeta al dominio de un rey inspirado por el diablo. En el tiempo determinado, sin embargo, el Señor Jesucristo volverá a la tierra para establecer Su prometido reino (Daniel 2:44) y entrará en un nuevo pacto con Su pueblo (Jer. 31: 31-34). Satanás será echado en el abismo y por mil años Cristo reinará sobre la tierra con justicia y equidad. Israel será puesto por cabeza de las naciones. La gimiente creación será librada de su esclavitud La opresión y el sufrimiento serán quitados. La larga vida será universal. El hombre será probado en las condiciones más favorables, solamente para demostrar su completa depravidad, porque esta dispensación terminará con una revuelta universal después que Satanás sea librado de su prisión (Apoc. 20: 7-9). Igual que en cada dispensación, el fracaso del hombre será seguido por el juicio de Dios, y fuego del cielo consumirá a los rebeldes.

8.         El Tribunal Final.

No importa cual haya sido la dispensación y método divino de prueba, el hombre ha demostrado irremediablemente que es un pecador. Nunca puede alcanzar los requisitos divinos, y sin la gracia de Dios no puede esperar más que la ruina. Solamente por la gracia es salvado de las cadenas de su propio pecado y traído a comunión con Dios. Para el hombre no regenerado no hay esperanza alguna. Pedro predice la disolución del cielo y la tierra (2 Pedro 3:10-12). Juan describe un gran trono blanco, colocado en el espacio, ante el cual serán llamados los muertos para ser juzgados de las cosas que están escritas en los libros, y quien no esté escrito en el libro de la vida será echado en el lago de fuego (Apoc. 20:11-15). En este tribunal final el pecador mismo será convencido de su pecado y será echado para siempre de la presencia de Dios.

9.         El Estado Eterno.

Luego viene el fin, cuando Cristo entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad (1 Co. 15:24). Algunos piensan por esta y otras citas Bíblicas que, antes de entregar toda autoridad al Padre, otra época sigue al milenio, en la cual las profecías del Antiguo Testamento se cumplirán y la felicidad perdurable será la suerte de los súbditos del Rey. Cuando se desvanecen las dispensaciones, no obstante, tendrán que haber nuevos cielos y nueva tierra, en lugar de aquellos destruidos por fuego. La presencia de Dios será conocida entre los hombres, la gloria divina será descubierta a Sus criaturas. Un trono eterno será visible a los ojos mortales (Apoc. 21:22). Los detalles del futuro no están revelados y serían fuera del alcance de la comprensión del hombre. Claro es que Aquel que ve el fin desde el principio ha estado dirigiendo Su programa hacia aquel fin y que Su mano ha sido manifiesta a través de toda la historia de la raza humana Cuando se desvanezcan las dispensaciones - ¡El permanecerá!

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