9. Las hijas de Zelofehad
“Como Dios mandó a Moisés, así hicieron las hijas de
Zelofehad”. (Números 36:10)
La historia está en Números 27 y 36.
En el Medio
Oriente de los tiempos antiguos las mujeres no tenían derecho alguno de poseer
propiedades. Si un padre al morir no había dejado hijo varón, sus hijas no
podían heredar sus bienes.
Las primeras
mujeres que reclamaron sus derechos después que falleciera su padre fueron las
hijas de Zelofehad; Maaba, Noa, Hogla, Milca y Tirsa. Aquellas cinco huérfanas
se presentaron a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Moisés y todo
el pueblo de Israel. Allí declararon que Zelofehad, su padre, no murió en la
rebelión de Coré (Números 16), sino por otra causa. Ellas expresaron su deseo
de perpetuar el nombre de su padre y pidieron su heredad.
Moisés presentó
el caso delante del Señor en oración y Dios le dijo: “Bien dicen las hijas de
Zelofehad; les darás la posesión de una heredad… y a los hijos de Israel
hablarás diciendo: Cuando alguno muriere sin hijos, traspasaréis su herencia a
su hija”. Esta “ley de la herencia” está vigente hasta el presente en muchos
países del mundo.
Aquellas
hermanas hicieron su petición de una manera positiva y responsable. Sucedió en
un tiempo cuando el pueblo de Israel estaba todavía en el desierto y la tierra
prometida aún no había sido conquistada. Juntas mostraron su fe y confianza en
Dios y a la vez indicaron su deseo de honrar el nombre de su padre y prepararse
para el futuro. Dios aprobó su petición y desde entonces muchísimas mujeres han
sido beneficiadas, gracias a esta ley.
Las hijas de Zelofehad estaban
dispuestas a vivir de acuerdo con los mandamientos para el pueblo de Dios en
aquel tiempo. Pero leemos en Números 36 de la preocupación de algunos de la
misma tribu de José. Pensaban que, si aquellas mujeres se casaban con hombres
de otras tribus, las herencias podrían pasar a otras tribus. El Señor le indicó
a Moisés que para evitar eso las hijas de Zelofehad debían casarse dentro de su
tribu. “Cómo Jehová Mandó a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad” (Numeros
36:10). De esta manera, una limitación añadida a aquella ley resultó en el bien
de la tribu.
Nosotras, mujeres que hemos
recibido a Cristo como nuestro Salvador, ahora participamos de una herencia
espiritual. Es una herencia perdurable en los cielos (Hebreos 10:34). Como
Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa, debemos gozarnos de las bendiciones que hemos
recibido de Dios y vivir de acuerdo a su voluntad.
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