7 ¾ Los dos caminos
¿Qué
significan los dos caminos?
La exhortación
de Cristo en Mateo 7.13,14 es: “Entrad por la puerta estrecha”. Luego
explica: Ancha es la puerta, y espacioso
el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Estrecha es la puerta, y angosto el camino
que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
La vida, pues,
es parecida a un viaje. Cristo señaló que toda la humanidad se divide en dos
grupos que andan por sendos caminos. La mayoría anda mal y termina en la
perdición. La minoría halla el buen camino que conduce a la vida eterna. ¿Quién
sale de viaje sin preparativos o sin saber a dónde va? Nos toca, por lo tanto,
considerar las palabras de Cristo.
¿Por
qué es ancho el camino malo?
Es ancho porque
muchos andan por él. Dios dijo: “Todos se desviaron, a una se hicieron
inútiles”, Romanos 3.12. Aunque nos parezca un dicho extravagante, Él indica
por esto que no hay quien no se haya extraviado de la senda de la justicia. Es
porque empezamos mal. La puerta es ancha; nacimos todos con la raíz del pecado;
seguimos por su camino por nuestra propia voluntad. No hay hombre ni mujer que
no haya manchado su vida en algo.
La opinión
humana no siempre concuerda con esto. Salomón escribió que todos los caminos
del hombre son limpios en su propia opinión, y agregó que hay camino que al
hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte; Proverbios 14.12,
16.25. Por este camino andan todos los que practican el pecado. Junto con
ellos, en ese camino ancho que admite a toda suerte de gente, andan los
religiosos que no se hayan arrepentido de verdad para entrar por la puerta
única y estrecha.
Caín, por
ejemplo, era religioso y creía en Dios, ofrendándole las obras de sus manos en
penitencia. Dios no las aceptó porque Caín había rehusado la sangre de un
sacrificio; Génesis capítulo 4. El apóstol Judas, refiriéndose a este caso,
lamentó que muchos siguen el camino de Caín; Judas 11. Van a la perdición a
pesar de que dicen creer en Dios, y a pesar de sus penitencias.
En el discurso
de Mateo 7, Jesús habló no sólo de dos puertas y dos caminos, sino también de
dos árboles y dos casas. Él hizo ver que es la naturaleza del árbol lo que
determina su fruto, y es el fundamento de la casa lo que da su seguridad. El
fruto malo y la casa caída son ilustraciones de personas con la confianza mal
puesta en cuanto a la eternidad. ¡En el camino ancho caben toda clase de
pecadores!
¿Por
qué es estrecha la puerta del camino bueno?
Es lamentable
pensar que Cristo haya tenido que decir que pocos son los que hallan el camino
a la vida eterna. Pero, hoy por hoy, es así. Cada cual parece estar satisfecho
con su propio camino, y pocos buscan la verdad de todo corazón. Se dejan
engañar por la astucia del Diablo quien genera tanta confusión por las muchas
religiones. Cristo no dijo que son muchos los caminos al cielo. Hay uno solo.
La puerta es estrecha porque la entrada se limita por las condiciones que Dios
impone. No cabe toda opinión humana.
Sólo Jesús ha
podido proclamar: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí”, Juan 14.6. El apóstol Pedro afirma: “En ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos”, Hechos 4.12. Este camino fue abierto por Cristo y su obra
en la cruz. Por cuanto ningún otro ha derramado sangre inocente en expiación
por los pecados, la entrada al cielo se limita a aquellas personas que son
perdonadas por su fe en la sangre de Cristo. El que busca perdón de sus pecados
de otra manera, o por otro nombre, indica claramente que no tiene fe en la
eficacia de la sangre de Jesús. Para el tal Jesucristo ha muerto en vano.
¿Qué
se debe hacer?
No debemos
engañarnos. Debemos tener la seguridad de estar en el buen camino. Está
equivocado el que confía en nombre alguno que no sea el de Cristo. Si uno se
encuentra equivocado en cuanto al camino, debe buscar el correcto. Cristo dijo:
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán
entrar, y no podrán”, Lucas 13.24. Siempre hay obstáculos que vencer. No
debemos dejar que otro nos estorbe en buscar la salvación, ni tener temor de
qué dirán los demás. Hay que confiar como dijo el Señor, no sea que se incluya
entre los muchos que quedan en el mal camino.
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