domingo, 29 de enero de 2023

Tu Hermano Ha Venido

 

Compañerismo con el arrepentido

José Naranjo

Esta fue la respuesta del criado al hermano mayor. ¡Cuántos millares se han unido al gozo del hijo pródigo porque ellos mismos se han considerado pródigos también! El criado estaba contento por la recepción que se le había hecho al hijo pródigo; no había envidia ni egoísmo dentro de la casa. El pródigo, su padre, los jornaleros, los siervos y los criados, todos, estaban de fiesta celebrando el nuevo nacimiento, la resurrección, el encuentro y el regreso del que había estado perdido. Léase de nuevo la historia en Lucas 15:11-32.

El tema aquel día era que “el que se había perdido es hallado”. Pero al hijo mayor no le agradó que su hermano hubiera venido, no le gustó que su padre lo hubiera recibido así. Para él, su hermano ha debido ser echado fuera y puesto en el lugar de los jornaleros. Así parece que hay los que sienten más regocijo con el hermano muerto que con el arrepentido y vuelto en sí.

Hay los que llevan este nombre de hermano, pero son como el avestruz, privado de inteligencia. (Job 39:13-18) Es posible que los primeros sean privados del amor, pues “todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él”. (1 Juan 5:1)

Hay hermanos que no sienten ningún regocijo con el regreso y recepción del caído. Las faltas de los otros las ven con lentes de aumento y son capaces de hacer leña del caído. Esos hermanos son de dos clases:

Hay los que nunca han caído en público y en su altanería hablan, “No soy ni aun como este publicano”. (Lucas 18:9-14) Algunos se esconden en el anonimato y escriben acusaciones tan injuriosas que parece que nunca han conocido a Dios, o piensan que nunca van a ser descubiertos para dar cuenta de sus palabras. Quien sabe qué cosas se permitirán en el secreto que serían muy bochornosos en público. “Pero tú ¿por qué juzgas a tu hermano? O también ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo”. (Romanos 14:10)

Otros son los que tan pronto han olvidado la caída de ayer, llegan a ocupar el lugar de jueces o acusadores, ignorando su propia cuenta. “Este si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”. (Lucas 7:36-50) Tan pronto olvidan la cuenta que le fue perdonada ayer. (Mateo 18:32,33) Tienen un espíritu de crítica destructiva, que en vez de ayudar y animar al caído lo cubren de lodo. “Mas bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él”. (2 Corintios 2:7,8)

“Tu hermano ha venido”. Considérale, traerá las amargas experiencias y las huellas del pecado que deja la desobediencia, te dirá con tristeza: “Mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad”. (Salmo 81:11)

“Tu hermano ha venido”. Puede ser que su levantamiento sea de gran ayuda para otros. “Y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. (Lucas 22:31,32) Pero algunos son envidiosos, y este pecado conduce al egoísmo. Tienen envidia del don o la capacidad de aquel; creen que sus propios privilegios van a ser menguados o compartidos. “Cuando ellos vieron de lejos (a José) antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador”. (Génesis 37:18,19) Hace más daño la envidia de los religiosos que la de los perversos hermanos de José, porque siempre habrá un descendiente de Judá, el Señor Jesucristo, que librará al hermano de la cisterna de la muerte.

La envidia de los religiosos es mal dañino. La parábola de los labradores malvados fue dirigida a los religiosos. Aquellos labradores eran el propio pueblo del Señor, sus hermanos, y al ver venir al Señor dijeron: “Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. Y le echaron fuera de la viña y le mataron”. (Lucas 20:14,15) Gracias a Dios que Él murió y resucitó para que nosotros podemos tener suerte en su heredad. Hoy día no se matan a los hermanos así, sino con la espada perversa de la lengua que corta orejas y troncha lenguas que pudieran testificar de su Señor.

Esto no es una defensa al “pecador que destruye mucho bien”. (Eclesiastés 9:18) Pero sí es compañerismo con el que como el hijo pródigo muestra por arrepentimiento y confesión que trae su corazón en la mano para hallar consuelo y comunión.

Mis opiniones expresadas no están en desacuerdo con la disciplina en 1 Corintios 5:11, Romanos 16:17,18, 1 Tesalonicenses 3:14 y 1 Timoteo 5:20.

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