Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (Isaías 9:6)
En
estos versículos se nos presenta el trono de David, la gloria de su gobierno,
su paz, su juicio y justicia, y, por, sobre todo, con una belleza y majestad indescriptibles,
vemos a Aquel que lleva el gobierno sobre su hombro. Con qué ternura se nos
anima a acercamos a Aquel que es glorioso y lleno de gracia, cuya gloria es
inescrutable e inmutable.
Él es el “Niño que nos es nacido y el
"Hijo” que nos es dado. ¡Maravilloso Niño! ¡Maravilloso Hijo! ¡Podemos
postrarnos y adorar delante de Él tal como lo hicieron los sabios de oriente!
El nombre que le es dado es quíntuple: describe su gloria en relación con su
gobierno de gracia sobre el trono de David (v. 7). Que nadie diga que esta es
solo una verdad para el reino. Esta es una verdad que concierne a la gloria de
Aquel que es el Esposo celestial de la Iglesia. Obviamente, es cierto que esto
tiene que ver con la parte terrenal del reino, sin embargo, lo que se nos
muestra aquí es la gloria inmensurable de la Persona que está por sobre todas
las cosas (Ro. 9:5). Y aunque nuestra esperanza es especialmente celestial,
sigue siendo cierto que la verdadera esposa se interesa profundamente por la
gloria de su Esposo.
“ADMIRABLE” es la primera
letra para deletrear este quíntuple nombre. Ninguna palabra puede ser más
adecuada, pues entre más lo conocemos, más nos admiramos de Él. Los fariseos,
que analizaban su predicación para ver cómo confundirlo, quedaban completamente
confundidos cuando estaban frente al “Hijo de David”, el Mesías, el Cristo, que
también era «Señor de David» (Mt. 22:41-46). ¡Verdaderamente su nombre es
“Admirable”!
H. J. Vine
El Señor esta Cerca 2023
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