domingo, 31 de marzo de 2024

Una estrategia satánica

 “... lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones”, 2 Corintios 2.11.


Ejemplos del Antiguo Testamento

En 1 Reyes 22.31 al 38 leemos cómo el rey de Siria derrotó a Israel. En la historia inspirada de los reyes de Judá se encuentran muchas lecciones espirituales para nosotros, el pueblo de Dios en el día de hoy. Entre ellas tenemos el caso del rey impío Acab, quien rechazó el buen consejo del profeta de Dios y siguió el consejo de los profetas idólatras, trayendo destrucción sobre sí como también sobre su ejército.

La estrategia del rey de Siria sin duda fue inspirada por Satanás, el espíritu que obra en los hijos de desobediencia, y tuvo el éxito más completo. Todo el esfuerzo fue dirigido contra la persona del rey Acab y no importaba el resto de la gente. Él era el hombre clave y al acabar con él terminaría la batalla. Así sucedió; al morir Acab de la herida infligida, todo su ejército abandonó el campo y huyó a las ciudades.

Tenemos otra ilustración en el caso de Sansón. El descubrió que el gran teatro de los filisteos dependía de dos pilares céntricos. Con su fuerza fenomenal pudo desalojarlos, haciéndolos caer sobre sí con todo el edificio y una multitud de gente.

El león rugiente

Satanás todavía está maquinando contra Dios y su pueblo. Nuestras asambleas han sufrido estragos serios por esta misma estrategia. Su blanco es el hermano o hermana más útil y fiel en la congregación, y le asecha en el momento de descuido, y con lo que más apela a su naturaleza. ¿Cuántos hermanos han caído en las garras del león rugiente, seducidos por las concupiscencias de la carne? Otros se han retirado a causa de algún desagrado, y por su soberbia nunca han vuelto. Triste es decirlo, que algunos han sido engañados por falsas doctrinas y nunca han podido recuperar el gozo de la salvación.

Pero no son solamente ellos los que han sufrido, sino que el nombre del Señor ha sido vituperado, el testimonio manchado y el pueblo del Señor desanimado. Es un mal ejemplo que puede tener su repercusión en otros creyentes. “Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así”, Hebreos 6.9.

La cosa más lamentable es que algunos ocultan su pecado con mentiras y engaño. Llega el momento en que les sea imposible encubrirlo más, porque, “Sabed que vuestro pecado os alcanzará”. ¡Cuánto más honrado es confesar voluntariamente y con toda franqueza el mal que se ha hecho! “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”, 1 Juan 1.9.

Hay una advertencia solemne en la carta a la iglesia en Filadelfia en vista de la pronta venida del Señor: “Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”, Apocalipsis 3.11. Es una verdadera tragedia cuando un hermano útil, y que ha tenido la confianza del pueblo del Señor por varios años, cae en el pecado y pierde la corona que le hubiera correspondido. ¡Cómo será en el tribunal de Cristo ver aquella corona adornando las sienes de otro!

Santiago Saword


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