domingo, 31 de marzo de 2024

¿Se remontan el águila Por tu mandamiento?

 

La figura del águila en Job capítulo 39


En Levítico el águila estaba excluida como alimento para los israelitas por ser inmunda. Con todo eso el Evangelio de Juan, entre otros Evangelios, es el que remonta al Señor Jesucristo hasta la eternidad bajo la figura del águila en su fortaleza para remontarse más alto que las demás aves. Entonces podemos sacar de la vida del águila ejemplos para aplicarlos al creyente en Cristo.

· Se remonta a las alturas

“¿Se remonta el águila por tu mandamiento?” Job 39.27

De modo que el águila, habiendo encontrado su comida, se vuelve otra vez a sus alturas, se nos habla de su separación. El Señor Jesús después de estar con las gentes se iba a las montañas a orar. (Mateo 14:23) Muchos hermanos tienen que descender muchas veces para conseguir el trabajo y la subsistencia; tienen que codearse con personas indecentes, inmorales, sucias de lengua. Aunque el hermano no participa de estas cosas, está expuesto a contaminarse por el oído, el ojo o el tacto, pero en un momento él puede remontarse a sus alturas en la separación y orar a su Dios para que le guarde y le limpie de la contaminación.

El profeta Habacuc veía anticipado todo lo que el enemigo iba a hacer con su pueblo: la higuera, las vides, el olivo, los labrados, las ovejas, las vacas, todo quitado con escarnio. Pero el profeta se consolaba pensando que “Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar”. (Habacuc 3:19)

Esta separación no es la del fariseo, pero no podemos olvidar que somos “santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos ... llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”. (1 Corintios 1:2,9) En las alturas de nuestra separación tenemos comunión con Él; sacaremos nuevas fuerzas como las alas del águila; recibiremos nueva pelambre (poder) para cubrirnos de los embates de la tempestad. (Isaías 40:31, Salmo 103:5)

· Cuida a sus hijos

“Y pone en alto sus nidos”. (v. 27)

Esto implica cuidado y amor. Si cuido mi separación, ¿no debo cuidar la de mis hijos también? “Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. (Juan 13:1) Es encomendable que los padres tengan cuidado de sus hijos y con mucho interés les ayuden para que se labren una profesión, pero es amor alabado con el Señor cuando los padres se esmeran para que sus hijos consigan herencia entre los santificados, como Noé que con temor aparejó el arca en que su casa se salvase. (Hebreos 11:7)

Hay tantos padres que se encuentran en la línea de separación mientras que sus hijos se están hundiendo más y más en el fango de la perdición. Los padres en el culto y los hijos en el cine; los padres en la oración y los hijos con la televisión; los padres honrando el matrimonio y los hijos divorciándose; y, lo que es peor, padres fieles (varios con el Señor) y algunos de los hijos abrazando el romanismo.

Es posible que el daño estuvo en el nido, porque, por ejemplo, cuando el siervo hebreo le tocaba salir libre y tenía familia, él decía: “Yo amo a mi señor, a mi mujer, y a mis hijos; no saldré libre”. (Éxodo 21:2-6) Aquel siervo hebreo, por amor, prefería seguir sirviendo antes de ver un cambio en las relaciones sociales de su familia. Ahora bien, los padres cristianos son siervos de Cristo, y a Él tendrán que dar cuenta que no fueron “como el águila que excita su nido, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas”. (Deuteronomio 32:11)

· Vive en la peña

“Ella habita y mora en la peña”. (v. 28)

Esto nos habla de la seguridad que halla el creyente en la justicia de Cristo, ya que edifica su casa sobre la roca; está seguro que la tempestad no llegará. En cambio, en Isaías 33:14-16 se nos revela que los pecadores en Sion se asombran y son sobrecogidos de espanto, mientras que el justo “habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras”.

· Asecha la presa

“Desde allí asecha la presa”. (v. 29)

Esto lo aplicamos a su capacidad. Somos llamados a la vigilancia en los aspectos siguientes: (a) en nosotros mismos, porque el orgullo, el descuido y la indiferencia son zorras pequeñas que debemos cazar; (b) contra el enemigo que viene de fuera, pues está escrito que “mientras dormían los hombres, vino el enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue” (Mateo 13.25) (c) vigilancia en mi casa para saber qué innovaciones tendenciosas se introducen, qué “vale” tiene los hijos, si se lee la Biblia todos los días en la casa. (d) la vigilancia necesaria y continua para acechar y ganar para Cristo a aquel que tiene interés en el evangelio

· Ve a lejos

“Sus ojos observan muy lejos”. (v. 29)

Esto tiene que ver con la visión del creyente, quien debe mantener puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. (Hebreos 12:2) Cuánta pérdida y atraso se produce por empañar la visión conformándose al siglo presente, al mundo con su técnica, su sociedad, sus pasatiempos, sus riquezas, sus deportes, sus premios, sus honores su política, sus banquetes. Hasta que algunos hermanos llegan a sentarse en la silla de los escarnecedores, y en su compañía, jugando barajas o dominó.

· Chupa la sangre

“Sus polluelos chupan la sangre”. ( v. 30)

El águila ha cazado la víctima y la lleva a compartir con los aguiluchos, lo cual nos habla de la responsabilidad. Hay padres que ignoran lo que es traer hijos a este mundo, por eso encontramos a algunos con familias numerosas, con hijos desnudos, pedigueños y mal alimentados. Algunos hijos cuyos padres viven, pero son como huérfanos, porque sus padres son irresponsables. “Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un infiel”. (1 Timoteo 5:8)

· Busca cadáveres

“Donde hubiere cadáveres, allí está ella”. (v. 30)

Esta es su naturaleza como inmunda que (el águila) es. Pero la naturaleza del creyente es espiritual, ha nacido de nuevo. En el culto de adoración ahí está él, en el culto de oración también, en el estudio, de predicación ahí está. Una buena obra que hacer, una visita, un ministerio, o un servicio que hacer, ahí está él.

Aprendamos del águila sus lecciones en la altura.

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