La figura del
águila en Job capítulo 39
En Levítico el águila estaba excluida como alimento
para los israelitas por ser inmunda. Con todo eso el Evangelio de Juan, entre
otros Evangelios, es el que remonta al Señor Jesucristo hasta la eternidad bajo
la figura del águila en su fortaleza para remontarse más alto que las demás
aves. Entonces podemos sacar de la vida del águila ejemplos para aplicarlos al
creyente en Cristo.
· Se
remonta a las alturas
“¿Se remonta el águila por tu mandamiento?” Job 39.27
De modo que el águila, habiendo encontrado su comida, se vuelve otra vez
a sus alturas, se nos habla de su separación. El Señor Jesús después de estar
con las gentes se iba a las montañas a orar. (Mateo 14:23) Muchos hermanos
tienen que descender muchas veces para conseguir el trabajo y la subsistencia;
tienen que codearse con personas indecentes, inmorales, sucias de lengua.
Aunque el hermano no participa de estas cosas, está expuesto a contaminarse por
el oído, el ojo o el tacto, pero en un momento él puede remontarse a sus
alturas en la separación y orar a su Dios para que le guarde y le limpie de la
contaminación.
El profeta Habacuc veía anticipado todo lo que el enemigo iba a hacer
con su pueblo: la higuera, las vides, el olivo, los labrados, las ovejas, las
vacas, todo quitado con escarnio. Pero el profeta se consolaba pensando que
“Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en
mis alturas me hace andar”. (Habacuc 3:19)
Esta separación
no es la del fariseo, pero no podemos olvidar que somos “santificados en Cristo
Jesús, llamados a ser santos ... llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo
nuestro Señor”. (1 Corintios 1:2,9) En las alturas de nuestra separación tenemos
comunión con Él; sacaremos nuevas fuerzas como las alas del águila; recibiremos
nueva pelambre (poder) para cubrirnos de los embates de la tempestad. (Isaías
40:31, Salmo 103:5)
·
Cuida a sus hijos
“Y pone en alto
sus nidos”. (v. 27)
Esto implica cuidado y amor. Si cuido mi separación, ¿no debo cuidar la
de mis hijos también? “Como había amado a los suyos que estaban en el mundo,
los amó hasta el fin”. (Juan 13:1) Es encomendable que los padres tengan
cuidado de sus hijos y con mucho interés les ayuden para que se labren una
profesión, pero es amor alabado con el Señor cuando los padres se esmeran para
que sus hijos consigan herencia entre los santificados, como Noé que con temor
aparejó el arca en que su casa se salvase. (Hebreos 11:7)
Hay tantos padres que se encuentran en la línea de separación mientras
que sus hijos se están hundiendo más y más en el fango de la perdición. Los
padres en el culto y los hijos en el cine; los padres en la oración y los hijos
con la televisión; los padres honrando el matrimonio y los hijos divorciándose;
y, lo que es peor, padres fieles (varios con el Señor) y algunos de los hijos
abrazando el romanismo.
Es posible que
el daño estuvo en el nido, porque, por ejemplo, cuando el siervo hebreo le
tocaba salir libre y tenía familia, él decía: “Yo amo a mi señor, a mi mujer, y
a mis hijos; no saldré libre”. (Éxodo 21:2-6) Aquel siervo hebreo, por amor,
prefería seguir sirviendo antes de ver un cambio en las relaciones sociales de
su familia. Ahora bien, los padres cristianos son siervos de Cristo, y a Él
tendrán que dar cuenta que no fueron “como el águila que excita su nido,
revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus
plumas”. (Deuteronomio 32:11)
·
Vive en la peña
“Ella habita y
mora en la peña”. (v. 28)
Esto nos habla
de la seguridad que halla el creyente en la justicia de Cristo, ya que edifica
su casa sobre la roca; está seguro que la tempestad no llegará. En cambio, en
Isaías 33:14-16 se nos revela que los pecadores en Sion se asombran y son
sobrecogidos de espanto, mientras que el justo “habitará en las alturas;
fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas
serán seguras”.
·
Asecha la presa
“Desde allí
asecha la presa”. (v. 29)
Esto lo
aplicamos a su capacidad. Somos llamados a la vigilancia en los aspectos
siguientes: (a) en nosotros mismos,
porque el orgullo, el descuido y la indiferencia son zorras pequeñas que
debemos cazar; (b) contra el enemigo
que viene de fuera, pues está escrito que “mientras dormían los hombres, vino
el enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue” (Mateo 13.25) (c) vigilancia en mi casa para saber
qué innovaciones tendenciosas se introducen, qué “vale” tiene los hijos, si se
lee
· Ve
a lejos
“Sus ojos
observan muy lejos”. (v. 29)
Esto tiene que
ver con la visión del creyente, quien debe mantener puestos los ojos en Jesús,
el autor y consumador de la fe. (Hebreos 12:2) Cuánta pérdida y atraso se
produce por empañar la visión conformándose al siglo presente, al mundo con su
técnica, su sociedad, sus pasatiempos, sus riquezas, sus deportes, sus premios,
sus honores su política, sus banquetes. Hasta que algunos hermanos llegan a
sentarse en la silla de los escarnecedores, y en su compañía, jugando barajas o
dominó.
·
Chupa la sangre
“Sus polluelos
chupan la sangre”. ( v. 30)
El águila ha
cazado la víctima y la lleva a compartir con los aguiluchos, lo cual nos habla
de la responsabilidad. Hay padres que ignoran lo que es traer hijos a este
mundo, por eso encontramos a algunos con familias numerosas, con hijos
desnudos, pedigueños y mal alimentados. Algunos hijos cuyos padres viven, pero
son como huérfanos, porque sus padres son irresponsables. “Si alguno no provee
para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor
que un infiel”. (1 Timoteo 5:8)
·
Busca cadáveres
“Donde hubiere
cadáveres, allí está ella”. (v. 30)
Esta es su naturaleza como inmunda que (el águila) es. Pero la
naturaleza del creyente es espiritual, ha nacido de nuevo. En el culto de
adoración ahí está él, en el culto de oración también, en el estudio, de
predicación ahí está. Una buena obra que hacer, una visita, un ministerio, o un
servicio que hacer, ahí está él.
Aprendamos del
águila sus lecciones en la altura.
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