domingo, 31 de marzo de 2024

MUJERES DE FE DEL ANTIGUO TESTAMENTO (26)

 

La Mujer Ideal

“La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada”. (Proverbios 31.30)

La historia está en Proverbios 31.10-31.


Algunas mujeres cristianas dicen que están cansadas al oír todo lo que la mujer excepcional de Proverbios 31 lograba hacer. Esas amas de casa...

Se levantan temprano, se acuestan tarde, y no descansan ni el domingo ni el día feriado (porque comida hay que hacer todos los días). Son las que a veces no han probado su plato de comida (ya frío por haber atendido a otros) cuando la familia está pidiendo el postre.

Podemos ver que en el libro de Proverbios hay muchas advertencias para los varones contra la mujer mala - la rencillosa, la insensata, y la extraña (adúltera). Por el contrario, la mujer de Proverbios 31 es juiciosa, diligente, benigna y amable.

Pero parece que esta mujer que “hacía de todo” nunca existió, sino que es una descripción de la esposa y madre ideal, no de una persona de carne y hueso que poseía todas las cualidades mencionadas en el libro de los Proverbios. Estos veintidós versículos acerca de “la mujer virtuosa” forman un poema acróstico en el idioma hebreo, cada versículo empezando con una letra sucesiva de ese alfabeto. Tal vez el propósito al ser escrito era darle honra y dignidad a las mujeres.

Vamos a fijarnos en lo que podemos aprender de esta mujer. Es claro que no solamente la casada, sino la soltera, la viuda y la mujer viuda. Las virtudes de la mujer ideal deben ser la meta de todas las cristianas de este siglo. Muchos hombres de Dios han sido ayudados por la buena influencia espiritual de una hermana, madre, tía o maestra.

Cuando la mujer de Proverbios 31 habla, lo hace sabiamente; cuando enseña, es con amor. Toma tiempo para pensar, aprender y crecer espiritualmente. Seguramente estudia la Palabra de Dios y como resultado sus consejos son bíblicos. Hay advertencias en el libro de Proverbios contra el chisme, la crítica y las falsas acusaciones. Pero lo que habla esta mujer es “todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, y todo lo amable” (Filipenses 4.8).

Su esposo confía en ella. Hay referencias al esposo en los versículos 11, 23, y 28. A veces las madres están tan ocupadas cuidando a sus hijos y a otras personas que no le dan al marido el apoyo que merece. Dios hizo a la mujer para ser ayuda idónea para el hombre (Génesis 2.18) y esto incluye el compañerismo de la esposa y la amistad que necesita el varón en todas las facetas de su vida.

Además, ella piensa en el bienestar de sus hijos, se levanta temprano, les prepara su desayuno y seguramente ora a Dios con y por ellos.

Se preocupa por la salud de su familia. No tiene miedo de trabajar, no es perezosa, ni malgasta su tiempo en lo que no es provechoso. “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9.10). Está atenta a la marcha de su hogar, y su influencia trae bendición. Sus hijos están bien vestidos y eso ayuda a su bienestar.

Como esta dama ejemplar mantiene su hogar en orden y maneja bien su dinero, puede ocuparse en otros asuntos. Su influencia se extiende más allá de su familia, alarga su mano al pobre, y los dones que Dios le ha dado los utiliza para el bien de otras personas.

“Fuerza y honor son su vestidura” (31:25). En otras palabras, la mujer ideal tiene sus prioridades en orden y establece metas que son agradables al Señor. Como resultado recibe buenas recompensas, la gratitud de su marido, sus hijos y muchos de sus conocidos. Es apreciada no solamente por ser buena ama de casa y por su capacidad en asuntos de comercio, sino también por su buen juicio, sus sabios consejos y sobre todo por su amor.

El secreto de su éxito lo hallamos en el versículo 30: “La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada”. El libro de Proverbios empieza con la declaración: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Reverencia con confianza en el Señor debe ser nuestra actitud. “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen” (Salmo 25.14).

Ninguna de nosotras posee todas las cualidades de la mujer ideal.

Pero si nuestro deseo es vivir una vida agradable a Dios, podremos contar con su ayuda. “Así que, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15.58).

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