Muestras
Heroicas de la semejanza a Cristo
William
Macdonald
En la Salud y la Enfermedad
Robertson
McQuilken era el presidente de la Universidad Bíblica y Seminario de Columbia.
Una de las grandes alegrías de su vida era entrenar a jóvenes para que se convirtieran
en siervos efectivos del Señor Jesucristo. Trabajó incansablemente hacia este
objetivo. Bajo su liderazgo, la universidad tenía una reputación de excelencia
académica y espiritual.
Luego
todo pareció desmoronarse. Comenzó cuando su esposa Muriel empezó a contar la
misma historia una y otra vez. Después perdió su habilidad para leer y sus
habilidades para el arte. Ella tuvo que detener todo su ministerio público. Fue
agonizante para Robertson verla "desvanecerse gradualmente."
Finalmente, cuando un médico le pidió que nombrara los cuatro evangelios y ella
no pudo, el diagnóstico se confirmó. Tenía la enfermedad de Alzheimer.
Ella
había sido una acompañante dedicada por muchos años. Sin ella, él no habría
podido llevar adelante el ministerio que había sido tan fructífero. ¿Qué haría
él? ¿Contrataría a quienes la cuidaran y atendieran para poder continuar con su
trabajo en el seminario y en la universidad? ¿O se resignaría a devolverle algo
del cuidado que ella le había prodigado por tanto tiempo?
Para
sus asociados la decisión era clara. Tenía muchas amistades que se pondrían en
la brecha por él, bañando a Muriel con amor cristiano y ternura. Eso le daría
libertad para continuar su liderazgo en Columbia.
Pero,
¿no había prometido estar con su esposa en salud y enfermedad hasta que la
muerte los separara? Ahora ella taba con una enfermedad, la cual era
irreversible. Por su. puesto, Dios podía hacer un milagro en Muriel, pero si no
Sí, mantendría su promesa. Para la
consternación de la comunidad cristiana, renunció como presidente de la
universidad y del seminario para cuidar a Muriel a través de su deterioro
mental y físico. "Cuando llegó el momento, la decisión fue firme. No
implicó grandes cálculos. Era un tema de integridad. No era un deber triste, al
cual me resigné estoicamente, sin embargo. Después de todo, ella se había
preocupado por mí durante casi cuatro décadas con una maravillosa dedicación;
ahora era mi tumo. i Y qué compas ñera fue! Si cuidara de ella durante 40 años
nunca pagana mi deuda."
Por diecisiete años Robertson caminó
con Muriel en su viaje al olvido. El escribió:
Ahora es medianoche, al menos para
ella, y a veces me pregunto cuándo amanecerá. Incluso, no se supone que la
terrible enferme dad de Alzheimer ataque tan tempranamente y atormente por
tanto tiempo. Sin embargo, en su mundo silencioso, Muriel está tan contenta, es
tan adorable. Si Jesús la llevara a su hogar, cuánto extrañaría su dulce y
tierna presencia. Sí, hay momentos en que me irrito, pero no a menudo. No Una
vez, sin embargo, lo perdí completamente. En los días en que Muriel todavía se
podía levantar y caminar, y no habíamos reunido a los pañales, algunas veces
ocurrieron "accidentes." Yo estaba de rodillas a su lado, intentando
limpiar el lío, mientras ella estaba parada al lado del baño, confundida.
Habría sido más fácil si ella no hubiera sido tan persistente en ayudar. Yo me
frustraba más y más. De repente, para que se quedara quieta, le di una palmada
en la pantorrilla, como si eso hiciera algún bien. No fue una palmada fuerte,
pero ella quedó sorprendida. Yo también lo estuve. Nunca en nuestros cuarenta y
cuatro años de casados la había ni siquiera tocado con enojo, o en reprimenda
de algún tipo. Nunca; en realidad no fui ni siquiera tentado. Pero sí ahora,
cuando ella más me necesitaba.
Llorando,
le pedí que me perdonara sin importar que no entendiera las palabras más de lo
que podía decirlas. Entonces, fui al Señor para decirle cuánto lo sentía. Me
llevó días recuperarme de eso. Quizás Dios embotelló esas lágrimas para apagar
los fuegos que pudieran encenderse algún día.
Entonces
Robertson McQuilken renunció a la presidencia de una universidad bíblica y
seminario que había mantenido durante veintidós años, para cuidar a su esposa,
a medida que descendía hacia el olvido.
La
historia apareció en "El Cristianismo Hoy" [Christianity Today], una
revista cristiana. Los lectores luchaban para contener sus lágrimas. Guio a
algunas parejas que conocían al Señor a renovar sus votos matrimoniales. Otros
desarrollaron una nueva apreciación de la santidad en la relación matrimonial.
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