En días como los presente, cuando el conocimiento sobre la pregunta que encabeza este estudio es ampliamente difundido, se hace más necesario enfatizar sobre la conciencia del lector cristiano la gran distinción entre el sencillo mantenimiento de la doctrina de la Segunda Venida del Señor y la actual esperanza de su aparición (1Tes. 1:10). Pero ¡Ay de aquellos que sostienen una elocuente predicación sobre la doctrina del segundo advenimiento de quien realmente no conocen, advenimiento que ellos profesan creer y predicar! Estos malvados debían ser puestos fuera al tratar con ellos. La presente es una edad de conocimiento - o de conocimiento religioso, pero ¡Oh!, el conocimiento no es vida, el conocimiento no es poder, el conocimiento no será una liberación ni de Satanás, ni del mundo, ni de la muerte, ni del infierno. El conocimiento, según entiendo, es una muestra del conocimiento de Dios en Cristo. Uno puede saber un gran tema de las Escrituras, un gran tema de la profecía, un gran tema de la doctrina, y estar muerto en delitos y pecados.
Hay,
sin embargo, una clase de conocimiento que necesariamente, incluye vida eterna
y ese es el conocimiento de Dios, como Él es revelado en la faz de Jesucristo
“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo a quien has enviado” (Juan 17:3). Ahora, es imposible estar viviendo
en la expectación del día y la hora de “la venida del Hijo del Hombre”, si el
Hijo del Hombre no es conocido en la experiencia. Yo puedo concluir efectos
proféticos por un mero estudio y en el ejercicio de mis facultades
intelectuales, descubrir la doctrina de la Segunda Venida del Señor, y aún ser
totalmente ignorante de Cristo, viviendo una vida de no pertenencia de Su
corazón. ¡Cuan a menudo ha sido este el caso! Cuantos hemos sido sorprendidos
con su vasto fundamento de conocimiento profético - un fundamento adquirido, el
cual puede ser por años de laboriosa búsqueda y así al final se prueban ellos
mismos de haber sido iluminados por una luz no santa - luz no adquirida por la
espera en oración delante de Dios. Seguramente el pensamiento de esto afectará
profundamente nuestros corazones y solemnizará nuestras mentes y nos instará a
inquirir quiéralo o no, a conocer a aquella bendita persona, quien una y otra
vez, anuncia Él mismo “viene pronto”; también, si no le conocemos, podemos
hallarnos en el número de quienes son acusados por el profeta en las siguientes
palabras introductorias: “¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué
queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz, como el que huye de
delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y
apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra. ¿No será el día de Jehová
tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor?” (Amos 5:18-20).
El capítulo dos de
Mateo nos provee de una muy atractiva ilustración de la diferencia entre un
mero conocimiento profético de Cristo -- mostrando en el ejercicio del
intelecto sobre la letra de las Escrituras, y el designio del Padre en la
persona de Cristo. Los sabios manifiestamente guiados por el dedo de Dios
estaban en la verdadera y seria búsqueda de Cristo, y lo encontraron. En cuanto
al conocimiento escritural ellos no podrían, por el momento, haber competido
con los jefes de los sacerdotes y los escribas; ¿Qué había hecho el
conocimiento escritural sobre estos últimos?, ¿Por qué se prestaron como
instrumentos eficientes para Herodes, quien los llamó con el propósito de usar
su conocimiento bíblico en su mortal oposición al Ungido de Dios? Ellos eran
capaces de darle capítulo y versículo, como dijimos. Pero, mientras ellos
estaban ayudando a Herodes a través de su conocimiento, los sabios estaban, por
designio del Padre, efectuando su camino a Jesús. ¡Bendito contraste!, ¡Era
mucho más feliz ser un escriba docto y tener un corazón frío, muerto y distante
del Bendito!, ¡Cuánto mejor es tener el corazón lleno de un vivo afecto por
Cristo que tener un cúmulo de intelecto con el más exacto conocimiento de la
letra de la Escritura!
¿Cuál es la
característica melancólica del tiempo presente? Una amplia difusión del
conocimiento escritural con un amor pequeño por Cristo, una pequeña devoción
por Su obra; abundante preparación para citar las Escrituras, como los escribas
y los jefes de los sacerdotes, más con un pequeño propósito del corazón. A
diferencia de los sabios que abren los tesoros y los presentan a Cristo como
ofrendas voluntarias de corazones llenos de un sentido de lo que Él es. Lo que
debemos desear es una devoción personal y no una mera exposición vacía de
conocimiento. No es que desestimemos el conocimiento escritural, Dios nos libre
si ese conocimiento no es hallado relación con una genuina disciplina. Pero si
no es así, me pregunto ¿Qué valor tiene? Ninguno, en absoluto. El más extenso
rango de conocimiento, si Cristo no es su centro, será solo algo vano; si; será
con toda probabilidad más eficiente instrumento en las manos de Satán para sus
nuevos propósitos de hostilidad a Cristo. Un hombre ignorante puede hacerlo,
pero como una travesura, pero un hombre culto, sin Cristo, puede hacer un gran
negocio.
Los versículos que
encabezan este estudio nos presentan las bases divinas sobre las cuales se
funda todo el conocimiento escritural, más especialmente el conocimiento
profético. Antes que alguien pueda pronunciar su sincero amén al anuncio “He
aquí él viene con las nubes”, él tiene que ser capaz, sin duda, de agregar un
arrebato bendito de adoración: “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados
con su sangre”. El creyente conoce a Aquel que viene, porque Él lo ha amado, y
lo ha lavado de sus pecados. El creyente espera el amor eterno que es derramado
en su alma. Aquel que es manso y humilde es quién sirvió, sufrió y fue
humillado, pronto vendrá en las nubes del cielo, con poder y gran gloria, y
todo aquel que le conoce lo recibirá con alegres alabanzas y será capaz de
decir: “Este es el Señor, le hemos esperado, nos regocijaremos y nos
alegraremos en su salvación”. Pero, ¡ay! Existen muchos quienes esperan y
discuten acerca de la venida del Señor los cuales no le esperan completamente,
quienes están viviendo para ellos mismos en el mundo, y cuya mente está ocupada
en las cosas terrenales. ¡Cuán temible es estar hablando acerca de la venida
del Señor y cuando el venga tengan que ser alejados! ¡Oh! Piense en esto, y si
Ud. Realmente está consciente de no conocer al Señor, entonces le ruego que
contemple al Señor derramando su preciosa sangre para lavarle a usted de sus
pecados, y aprender a confiar en Él, apoyarse en Él, regocijarse en Él y sólo
en Él.
C.H.
MACKINSTOSH
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