El Puso la otra mejilla
Esta
es una historia que parece surgir cada vez que estalla una guerra y los hombres
y mujeres son convocados para el servicio militar. Es imposible conocer la
versión original. Sin dudas ha ocurrido muchas veces.
El
Dr. J. Stuart Holden, un predicador británico, dio una versión de la historia
que podemos saber que es auténtica porque le fue contada a él directamente por
uno de los participantes.
Al
finalizar la Segunda Guerra Mundial, Holden conoció a un sargento británico en
Egipto, quien era un cristiano extraordinario. Cuando Holden le preguntó cómo
había llegado a la fe en el Señor Jesús, el sargento le explicó que antes de
llegar a Egipto, fue colocado en Malta. Había un soldado en su compañía que era
creyente, de esos que no se avergonzaban de testificar a otros hombres. Ellos
se deleitaban en hostigarlo, pero esto no parecía molestarle.
El sargento dijo: "Una noche todos
llegamos a los cuarteles, muy húmedos por la lluvia y muy cansados. Antes de
meterse en su cama, este soldado se arrodilló y oró. ¡Le apunté y le di! Mis
botas estaban pesadas por el barro, y lo golpeé en un lado de su cara con una
de ellas. Luego tomé la otra bota y se la arrojé al otro lado de su cara. Él
solamente siguió orando.
"A la mañana siguiente," el
sargento continuó, "encontré aquellas botas, al lado de mi cama,
hermosamente lustradas. Esa fue la respuesta del soldado a mi crueldad E
quebrantó mi corazón. Ese mismo día fui salvo."
La reacción del soldado a la
persecución del sargento fue un vívido retrato de las palabras del Salvador:
"Al te hiera en una mejilla, preséntale también la otra" (Lucas
6:29). Él no había seguido a su Maestro en vano.
William Macdonald
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