domingo, 7 de julio de 2024

Viviendo por encima del promedio (13)

 

El Puso la otra mejilla


Esta es una historia que parece surgir cada vez que estalla una guerra y los hombres y mujeres son convocados para el servicio militar. Es imposible conocer la versión original. Sin dudas ha ocurrido muchas veces.

El Dr. J. Stuart Holden, un predicador británico, dio una versión de la historia que podemos saber que es auténtica porque le fue contada a él directamente por uno de los participantes.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Holden conoció a un sargento británico en Egipto, quien era un cristiano extraordinario. Cuando Holden le preguntó cómo había llegado a la fe en el Señor Jesús, el sargento le explicó que antes de llegar a Egipto, fue colocado en Malta. Había un soldado en su compañía que era creyente, de esos que no se avergonzaban de testificar a otros hombres. Ellos se deleitaban en hostigarlo, pero esto no parecía molestarle.

El sargento dijo: "Una noche todos llegamos a los cuarteles, muy húmedos por la lluvia y muy cansados. Antes de meterse en su cama, este soldado se arrodilló y oró. ¡Le apunté y le di! Mis botas estaban pesadas por el barro, y lo golpeé en un lado de su cara con una de ellas. Luego tomé la otra bota y se la arrojé al otro lado de su cara. Él solamente siguió orando.

"A la mañana siguiente," el sargento continuó, "encontré aquellas botas, al lado de mi cama, hermosamente lustradas. Esa fue la respuesta del soldado a mi crueldad E quebrantó mi corazón. Ese mismo día fui salvo."

La reacción del soldado a la persecución del sargento fue un vívido retrato de las palabras del Salvador: "Al te hiera en una mejilla, preséntale también la otra" (Lucas 6:29). Él no había seguido a su Maestro en vano.

Sólo agregaría una palabra de precaución. No debemos suponer que el abuso físico en las Fuerzas Armadas siempre estará seguido de un testimonio vibrante para Cristo. A menudo, creo, los hombres y mujeres del mundo tienen respeto por un creyente que tiene convicciones y quiere defenderlas. Incluso cuando un soldado actúa ofensivamente hacia un creyente, otros no creyentes a menudo rápidamente acuden en su defensa. El Señor adapta el viento los más débiles. Él no nos da más de lo que podemos soportar en cualquier momento.

William Macdonald

No hay comentarios:

Publicar un comentario