Hebreos capítulo 2
El Salmo 8 en su significado es todo referente a Adán y encierra un
simbolismo tan exacto que se desarrolla y tiene todo su cumplimiento en Cristo,
tal como está explicado en el capítulo 2 de la Epístola a los Hebreos. Aquí
hallamos que por siete motivos Cristo es mayor que Adán.
El Señor por su
obediencia alcanzó que el mundo venidero se sujete a Él. (2:6-8)
Es pertinente cuando la Escritura dice: “Así como por la obediencia de
un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos”. (Romanos 5:19) Todas
las dispensaciones, empezando desde la conciencia, comenzaron y se
desarrollaron en desobediencia, hasta la dispensación de gracia, donde
sobresale en la cúspide más alta la obediencia de nuestro Señor Jesucristo.
En el Libro de Dios estaba escrito de la obediencia del Hijo para hacer
la voluntad de su Padre. (Salmo 40:7,8) Por su obediencia padeció la muerte en
la cruz. (Hebreos 5:8, Filipenses 2:8) El sacrificio que más enternece a Dios
es el de la obediencia. Pablo alaba la obediencia de los creyentes en Roma, que
vino a ser notoria en todos los romanos. (16:19) Pedro empieza con exhortación
a la obediencia de los hijos a los padres, y continúa presentando la obediencia
como un altar donde el amor es purificado por el Espíritu Santo. (1 Pedro
1:14,22)
Cristo fue
perfeccionado por aflicciones para ser autor de la salvación. (2:10)
Me ha dado mucho pensar la palabra “perfeccionarse”, pues Cristo era
perfecto en todo: Pero he sacado esta conclusión, que un autor, inventor,
explorador o libertador tiene que pasar por muchas pruebas, desengaños y
aflicciones. La defección no está en el autor sino en la ora que él se propone
sacar perfecta. Pregúntele a un químico cuántas quemadas y dolores pasa;
cuántos materiales rechazados para el fin sacar la fórmula perfecta. Le costó
muchas lágrimas y oración a Ana para recibir un Samuel, le costó muchas
privaciones y aflicciones a José para llegar a reinar, le costó mucho ejercicio
y penas a Pablo para recibir con gozo la noticia del arrepentimiento con los
corintios y la firmeza de la fe de los tesalonicenses.
La obediencia es relativa; sea del Señor Jesús a su Padre, la Iglesia a
Cristo, la esposa al marido, el hijo a sus padres, el siervo a su señor, el
ciudadano a las leyes, los jóvenes a los ancianos.
Él es el santo y el
que tiene el poder para santificar. (2:11)
Él no es la carne que santifica la ropa; él no es el sacerdote que
santifica la carne. (Hageo 2:12) Éramos “hombres” pecadores, como el leproso en
“carne viva” (Levítico 13:14), hasta que oímos de los labios del sacerdote su
simpatía, “quiero”; sé limpio, y al instante la lepra se fue de él. (Lucas
5:13) Entonces purificados somos hechos sacerdotes santos en el Nuevo
Testamento para ofrecer sacrificios espirituales en la casa de Dios. (1 Pedro
2:5) En cuanto a nuestro futuro, tenemos mayores privilegios que los levitas,
porque nuestro sacerdocio es real, de un linaje escogido en la eternidad.
Cristo es profeta,
sacerdote y rey. (2:12,13)
“Anunciaré a mis hermanos tu nombre”, como profeta. “En medio de la
congregación te alabaré”, como sacerdote. “He aquí yo, y los hijos que Dios me
dio”, como rey.
En las Escrituras se acumulan testimonios de Cristo como el único digno
de llevar estos tres títulos. Como rey llevó la corona de espinas y el título
sobre la cruz; le ofreció el lugar en su reino al ladrón arrepentido, y en su
cabeza llevará muchas diademas. Como profeta anunció el juicio sobre Jerusalén.
Ante el concilio denunció la exaltación del Hijo del Hombre a la diestra del
poder de Dios. Prometió la honra del Padre para los que le siguen y le sirven.
Como sacerdote, “yo he rogado por ti, que tu fe no falte”. “Mujer, he ahí tu
hijo”. “Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”. “Y alzando sus manos
los bendijo”.
Él es el pariente
cercano. (2:14)
Es el valiente y victorioso. “Así que por cuanto los hijos participaron
de carne y sangre, él también participó de lo mismo”. Por más de cuatro mil
años el diablo usó esa arma invencible, la muerte. Pero el Señor le arrebató el
poder por medio de su misma arma. Por la muerte de Cristo el imperio del diablo
ha sido derribado: “el cual quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio”. (2 Timoteo 1:10) Ahora los creyentes tenemos
vida, porque lo que Adán cosechó ¾cautiverio y servidumbre por la desobediencia¾ Cristo por su obediencia lo destruyó.
Cristo puede socorrer a los que pecaron, los que
son de la fe de Abraham. (2:16)
Los ángeles en su esfera
son más inteligentes y poderosos que los hombres, de modo que los ángeles que
pecaron cayeron de una manera más grave que Adán. Eva y su marido fueron
engañados y seducidos, fascinados como los gálatas por los legalistas. (Gálatas
3:1) Pero los ángeles pecaron voluntariamente a toda la luz de su dignidad.
Pecaron en el cielo, pero Adán en la tierra; pecaron por soberbia, pero Adán
por seducción. Por tanto, nuestro Salvador se inclinó a socorrer aquellos que
humildemente reconocen su pecado y aceptan la remisión por la sangre de
Jesucristo.
Siendo tentado en todo
según nuestra semejanza, pero sin pecado, Él vino a ser fiel sumo sacerdote.
(2:17,18, 4:15)
Hallamos
en el sacerdocio levítico mucha imperfección, empezando desde el sumo sacerdote
Aarón, pero el Señor Jesús es fiel Sumo Sacerdote, Apóstol y Sumo Sacerdote.
(Hebreos 2:17, 3:1). Es un gran Sumo Sacerdote, declarado Sumo Sacerdote, hecho
Sumo Sacerdote. (Hebreos 4:14, 5:10. 6:20) “Tal Sumo Sacerdote nos conviene”, y
tenemos tal Sumo Sacerdote”. (Hebreos 7:26, 8:1)
José Naranjo
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