El diablo tienta, la carne tienta
Estas tres potestades tienen un vínculo muy íntimo entre sí, y todas
trabajan en una combinación asidua y tenaz para la ruina y perdición de los
hombres. La carne es la carroza y el mundo es el escenario donde el diablo anda
y opera. Con todo esto, cada una de estas potestades tiene su esfera autónoma
para obrar en el campo que los hombres le facilitan.
La mayoría de
las veces el hombre, después que ha caído y ha complacido sus placeres
carnales, dice: “El diablo me tentó, el diablo se me metió y cometí un
disparate; es que no sé cómo el diablo me cegó y caí en sus trampas.” Alguno ha
dicho que ninguno cae en público sin antes haber caído en secreto. Las
Escrituras definen claramente cuál es el pecado del hombre, cuál la tentación
del diablo y cuál la maldad de mundo.
Nunca leemos cuando el pecado de David de que Dios, o el profeta Natán,
o el mismo David, acusaron al diablo de haberlo incitado a adulterar con
Bath-sheba y a eliminar a Uría. No leemos que Acán haya sido impedido por el
diablo a sustraer objetos del anatema en Jericó. Nada nos prueba que Esaú fue
impulsado por el diablo a menospreciar su primogenitura; tampoco Nadab y Abiú a
ofrecer fuego extraño en el altar; ni a Nabal para mostrarse tan avaro con
David; y de otros tantos que por falta de espacio no podemos citar.
En cambio, hay pruebas contundentes en la Palabra de Dios de casos donde
el diablo sí hizo directamente su nefanda obra. “Mas Satanás se levantó contra
Israel e incitó a David a que contase a Israel.” (1 Crónicas 21:1) A Pedro
Cristo dijo: “Apártate de mí Satanás, me eres escándalo.” “Satanás os ha pedido
para zarandearos.” (Mateo 16:23, Lucas 22:31)
Satanás dijo a Eva: “Mas sabe Dios que el día que comiereis de él ...”
(Génesis 3:5) Leemos que Caín era del maligno y mató a su hermano. (1 Juan
3:12) Satanás tentó al Señor: “Si eres hijo de Dios.” ((Lucas 4:3) Pablo dijo:
“Me es dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee.”
(2 Corintios 12:7) Pedro preguntó a Ananías: “Por qué ha llenado Satanás tu
corazón a que mintieses al Espíritu Santo?” (Hechos 5:3)
El diablo está enjuiciado y eternamente condenado, no por ser diablo,
sino porque enseñó a los hombres a pecar y a dudar de la veracidad de la
Palabra de Dios. El hombre se ha adelantado en la maldad, que ha perdido dos
cosas que el diablo conserva: “Los demonios creen,
y tiemblan.” (Santiago 2:19) El
hombre moderno ha perdido las dos cosas.
Consideramos ahora que si el diablo tienta, la carne
también tienta.
“Y el vulgo que había en medio tuvo un vivo deseo, y
volvieron, y aun lloraron los hijos de Israel, y dijeron: “¡Quién nos diera a
comer carne!” (Números
11:4) y dice la Palabra que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y cebado. (Santiago 1:14)
El incestuoso de la iglesia en Corinto fue tentado primero de la carne,
entonces en la disciplina fue entregado a Satanás para la prueba de su fe con
la muerte de la carne. El diablo le hizo la vida tan triste a aquel hermano que
para siempre tendría el recuerdo de haber ofendido a su Señor. Aunque perdonado
y restaurado, sentía con hondo pesar la mancha de su vestido.
Es notorio que hoy día son pocos los caídos que dan muestras y señales
de la profunda gravedad de su pecado. Algunos se olvidan muy pronto y empiezan
a ocupar el lugar de jueces, criticando y murmurando los errores de sus
hermanos. Otros no tienen la suficiente prudencia para esperar unos años, sino
que al poco tiempo empiezan a tomar parte en el ministerio desde la tribuna.
Y de la otra
potestad leemos que “todo el mundo está puesto en maldad.” (1 Juan 5:19), y el
mundo es el campo magnético de más grande tentación. En el mundo el diablo se
pasea con su trío unificado: “La concupiscencia de la carne, la concupiscencia
de los ojos y la soberbia de la vida.” (1 Juan 2:16)
El mundo tiene sus riquezas y pasatiempos. Tiene sus
modas y caprichos en las mujeres lo más deshonesto en los últimos tiempos, con
sus faldas y pantalones que excitan la codicia y el deseo de la manera más
vulgar. El mundo tiene sus cortes y composturas de cabello, sus pinturas
extravagantes y sus pinturas llamadas naturales, pero que son pinturas que
muchas hermanas usan para el cabello, para las uñas, para las mejillas, para
las cejas. Todo esto junto con los “implantes” y sus vestidos de corte
anatómico que exhiben las formas de la mujer, vienen del mundo que trabaja para
la carne, y la carne y el mundo para el diablo.
El mundo
tiene su política que ofusca los ojos y la mente de muchos. Demas fue uno de
estos. (2 Timoteo 4:10) Del mundo vienen los noviazgos impuros y vulgares, y
los matrimonios fuera de los principios bíblicos. La ruina de muchos
matrimonios se debe a que en el noviazgo han revuelto y ensuciado el agua que
se han de beber. Del mundo vienen los cumpleaños, los balnearios, las
excursiones bastardas y las reuniones sociales que terminan en la molicie.
Entonces
¿cuál será el remedio para resistir a estos tres enemigos? Bien:
·
lo
del diablo: “Al diablo resistid
y de vosotros huirá. (Santiago 4:17)
·
lo
de la carne: Huid la fornicación. (1 Corintios 6:18)
Huye
también los deseos juveniles (2 Timoteo 2:22)
·
lo
del mundo: Aborreced – “No améis el
mundo ni las cosas que están en el mundo.” (1 Juan 2:15)
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