domingo, 28 de septiembre de 2025

Viviendo por encima del promedio (27)

 

Louise y el ingeniero sanitario


Louise es un ama de casa consumada. Encaja en el perfil bíblico de una esposa y madre cristiana. Uno de sus mayores gozos es criar a sus siete hijos para Dios. Otro es apoyar a su esposo mientras viaja y trabaja incansablemente para el señor Jesús. He aquí un ejemplo. Una vez él estaba predicando en una conferencia en Nueva Jersey, y recordó que era el cumpleaños de ella. La llamó y expresó su pena por no poder estar con ella y darle un regalo. Sin dudarlo ella le dijo: "No podrías darme un mejor regalo que estar donde Dios quiere que estés, haciendo lo que quiere que hagas."

Había algo más en Louise. Su horario ocupado no le impedía ser una ardiente ganadora de almas. A menudo invitaba a las mujeres del vecindario a un estudio bíblico de una hora con merienda. Pero después de un tiempo se dio cuenta de que ellas estaban satisfechas con su propia religión. Tenían poco interés en una relación personal con el Señor.

Temprano, una mañana, mientras Louise estaba orando la sala, recordó la historia de la gran cena en Lucas 14. Todos aquellos que fueron invitados tenían excusas, así que el maestro envió a su criado a las calles y a las plazas para invitar a otros.

Louise se lo llevó al Señor en oración: "Señor, los que he invitado tienen muchas excusas; me gustaría ir a estos otros por ti, pero estoy aquí con mis hijos. Si me enviaras a alguien de las calles y los caminos, yo los invitaría a Tu cena."

En ese momento escuchó el bip-bip de un camión de basura dando marcha atrás. Sí, ese es de las calles. Miró por la ventana y vio al hombre, ahora llamado eufemísticamente ingeniero sanitario, cómo levantaba el contenedor de basura vecino vaciándolo en el camión. Era evidente como se contorneaba su cuerpo mientras lo hacía. Se estaba acomodando, tratando de aliviar algún dolor.

Louise se paró en el cordón de la acera cuando el camión se acercó a su casa. Cuando el conductor, Reg, bajó al pavimento, Louise le preguntó si tenía problemas de espalda. "No," le dijo. "Tengo problemas de corazón."

"Bueno, ¿por qué entonces carga pesados contenedores de basura todo el día?" le preguntó. "Espere, yo vaciaré el mío," y levantó el contenedor, tirando su contenido en el camión.

El conductor dijo: "Es el único trabajo que puedo encontrar."

"Bueno, oraré para que obtenga un mejor trabajo o un mejor corazón."

"A nadie le importan los hombres basureros," dijo Reg con tristeza.

"A Dios, sí," respondió Louise.

Reg volvió a la cabina del camión y siguió su camino. Una semana después Louise estaba esperando en el cordón de la acera cuando llegó el camión. Antes de que Reg llegara al contenedor de la basura, Louise ya lo había vaciado en el camión. Él la miró y preguntó: "¿Oró usted por mí?"

"Cada día."

Reg no lo creía, aunque no exteriorizó su duda.

Louise continuó: "Escuche. La Biblia dice que la fe sin obras es muerta. Yo estoy orando, pero usted tendrá que solicitar otro trabajo." Él asintió, no dijo nada, y se fue.

En la siguiente calle, vio a Moira, la hija de 7 años de Louise, que iba de camino a la escuela. Cuando el camión se detuvo cerca de ella, gritó: "Oiga, oramos por usted en casa. Entonces Reg supo que alguien sí se preocupaba por los basureros.

Una semana después, cuando Louise se encontraba esperando en la acera, Reg le dijo: "Sra. Nicholson, creo en Dios, en el cielo y en el infierno, y en todo eso, pero tiene que haber algún otro paso que tomar. ¿Hay algo más que deba hacer?"

Louise le explicó con detalle el camino de salvación de Dios y la importancia de dar un paso de fe. Él escuchó con atención, luego, sonriendo y despidiéndose, se fue. Ella le gritó: "Asegúrese de solicitar ese empleo."

Durante otra semana los Nicholson oraron por Reg sin falta. El día de recolección de basura, Louise acudió a su posición en la acera. Reg se bajó de un salto del camión, y con una sonrisa de oreja a oreja le dijo: "Bueno, ya lo hice."

“¿Hizo qué?" ¿Quería él decirle que había solicitado otro empleo?

"Di el paso, Sra. Nicholson." Le explicó que había puesto su confianza en el Señor Jesús.

¿Sería verdad? ¿Realmente habría sido salvo? Louise pensó: Bueno, sea verdad o no, debería leer la Biblia. Después de todo la fe viene por oír la Palabra de Dios. "Reg, usted necesita comenzar a leer la Biblia. Es como alimento para el alma."

"Ay, Sra. Nicholson, debería habérmelo dicho antes. Si eso es lo que un cristiano tiene que hacer, lo siento. No soy un lector. Ni siquiera leo el periódico. Lo siento." Y siguió conduciendo hasta la siguiente casa.

En la siguiente esquina, encontró una caja pesada esperando que la llevaran. Su curiosidad lo hizo echar un vistazo. Allí encima de todo había una Biblia nueva, aun envuelta en su plástico. "Está bien, Señor, leeré Tu Libro."

NO sólo comenzó a leer la Biblia, asistió a la iglesia don se congregaban los Nicholson. Se apareció con un overol rojo Intenso, con el logo de la compañía recolectora en el frente. Era lo mejor que tenía. Ahí estaba él, en la fila, sonriendo como un niño en una tienda de dulces. Todo parecía encajarle perfectamente, los cantos, la cordialidad de la gente. Cuando alguien le preguntó por qué asistía a la reunión de oración el martes y a otra reunión de oración en una congregación cercana el miércoles, él dijo: "Tengo que hacer doble horario. Me falta mucho para ponerme al corriente."

Poco después de convertirse, Reg se bautizó. El Señor le dio la victoria sobre su hábito de alcoholismo. No sólo asistió a las reuniones fielmente, sino que trajo a sus amigos para escuchar el evangelio. Disfrutó de su salvación desde el primer día.

Su corazón no mejoró, pero pudo encontrar un empleo menos agotador por varios años. Más adelante, el Señor lo llamó a casa, un amado hermano en Cristo, quien fue llamado de las calles e invitado a participar de la gran cena.

Y todo porque una fiel ama de casa oró: "Señor, úsame."

William MacDonald

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