viernes, 31 de octubre de 2025

La Mujer que agrada a Dios

 La Mujer Virtuosa (Proverbios 31:1-31)                                                      

No debemos dar por terminado nuestro estudio de las mujeres del Antiguo Testamento sin observar detenidamente a la mujer extraordinaria descrita en Proverbios 31. Pero antes de hacer esto consideremos, en los capítulos previos del mismo libro, las muchas referencias a la mujer. ¡La mayoría dista mucho de ser favorable!

LA MUJER EXTRAÑA

Se nos advierte frecuentemente contra la mujer extraña que halaga con sus palabras, abandona al compañero de su juventud y se olvida de su pacto con Dios. Los pies de esta mujer descienden a la muerte y sus pasos conducen al Seol (Pr. 2:16-19; 5:3-8). En el capítulo siete hay un relato detallado de cómo esta mujer halaga a los simples y a los jóvenes faltos de entendimiento. El capítulo concluye diciendo que "a muchos ha hecho caer heridos; y aún los más fuertes han sido muertos por ella. Camino al Seol es su casa (Pr. 7:26, 27).

Recibimos advertencia sobre advertencia "para que te guardes de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la mujer extraña. No codicies su hermosura en tu corazón . . . ¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? . . . El que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace" (Pr. 6:24-35).

En el capítulo nueve recibe el nombre de "la mujer insensata simple e ignorante", pero la conclusión es la misma: "Sus convidados están en lo profundo del Seol" (Pr. 9:18).

¡Qué contraste hay entre la severidad con que Dios juzga el adulterio y otros pecados sexuales y la liviandad con la cual se les mira hoy día! Dios ordenó, por medio de Moisés: "No cometerás adulterio" (Ex. 20:14). El Señor Jesús dijo: "Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mt. 5:27, 28). Pablo escribió: "Huid de la fornicación … el que fornica, contra su propio cuerpo peca” (1 Co. 6:18). Y otra vez:  "No que erréis, ni los fornicarios… ni los adúlteros… heredaran el reino de Dios" (l Co. 6:9, 10). El que escribió a los dijo: “A los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios" (Heb. 13:4).

Es obvio que la mujer que quiere agradar a Dios evitará impureza en pensamiento y conducta y tendrá cuidado de que sus palabras, su ropa y sus acciones no sirvan de tentación a ningún hombre. Debemos estar conscientes de que la ropa que usamos puede ser provocativa y que el descuido en la manera de sentarnos puede excitar a otros sexualmente y puede incitarlos a pecar (Mt. 5:28). Nuestra forma de vestir, en gran parte, muestra lo que somos y cuáles son las intenciones de nuestro corazón.

Otras mujeres desfilan ante nosotros en Proverbios. Varias veces leemos de la mujer rencillosa: "Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda" (Pr. 21:19). "Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa" (Pr. 21:9). Otra vez observamos el contraste entre esta mujer y la que agrada a Dios. Pedro dice que esta última tiene "el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de gran estima delante de Dios" (1 P. 3:4)

También encontramos a mujeres buenas en la primera parte de Proverbios: "La mujer virtuosa es corona de su marido" (Pr. 12:4). "La mujer sabia edifica su casa" (Pr. 14:1). "El que haya esposa halla el bien" (Pr. 18:22). "Mas de Jehová la mujer prudente" (Pr. 19:14). Y como resumen: "La mujer agraciada tendrá honra" (Pr. 11:16). Estas son cualidades que todas debemos codiciar.

LA MUJER VIRTUOSA

Habiendo observado el panorama de todo el libro de Proverbios llegamos, en el último capítulo, a la descripción de una mujer excepcional. El capítulo empieza diciendo: "Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre (lea todo Pr. 81). ¿Acaso describió su madre el tipo de mujer que debería buscar para ser su esposa? ¿O es Lemuel el que describe la clase de mujer que fue su madre? No podemos saberlo, pero dicho sea de paso que cada hombre forma su ideal de mujer por la influencia de alguien en su vida. ¿Estamos siempre conscientes del poder de nuestra influencia? La influencia de una madre no tiene límite, pero ¿qué diremos de la influencia de una hermana? Algunos de los hombres más famosos del mundo y algunos muy estimados en la iglesia deben mucho al amor, la influencia (y las oraciones) de una hermana. Las maestras también tienen una influencia poderosa. Una mujer piadosa, y que sabe orar, es una gran influencia para bien en cualquiera esfera de la vida, a menudo

“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas" (Pr. 31:10). En el oriente se compraban 1 novias. Aún hoy día, en algunos países, el padre de la joven exige una dote. La mujer virtuosa se cotizaría a gran precio, más que el de piedras preciosas. Vale toda una fortuna.

"El corazón de su marido está en ella confiado" (v. ll). Estas palabras introducen todo lo que sigue, Ella es confiable en relación a su marido, familia, hogar y el mundo exterior. En el hogar hebreo la madre era la reina. El hombre se preocupaba mucho por el bienestar y la reputación de su familia, por su prosperidad y posición social. En la esposa y madre caía mucha de la responsabilidad de lograr estos objetivos deseables. Gracias a la diligencia de su esposa, el marido quedaba libre para dedicarse a su trabajo y "es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra" (v. 23). Tenía una posición de honor y respeto en el concilio de la ciudad. " Le da ella bien y no mal todos los días de su vida", (v. 12). Esta es una buena meta para cada novia.

En las labores del hogar esta mujer es diligente (v. 13), emprendedora (v. 14), disciplinada y bien organizada (v. 15), hábil (v. 19), preparada para afrontar el futuro (v. 21), y vestía con hermosura y dignidad (v. 22). No tiene miedo de trabajar, no es perezosa, ni descuidada, ni negligente (v. 27). Los engranes de su hogar funcionan armoniosamente en toda circunstancia. Hay orden, paz y bienestar y esto seguramente agrada a Dios quien " no es Dios de confusión, sino de paz" (l Co. 14:33) y quien dice con relación a su casa, la iglesia: "Hágase todo decentemente y con orden" (l Co. 14:40).

Lejos de sentirse abrumada por el cuidado de una casa grande, esta mujer tiene tiempo y energía para ocuparse de negocios fuera de su hogar: compra un campo y planta una viña (v. 16), hace telas y cintas y las vende a un mercader (v. 24), "ve que van bien sus negocios" (v. 18), Su trabajo es de buena calidad, no se rebajaría a vender algo mal hecho, Esto debe caracterizarnos a nosotras también. "Si, pues, coméis Y bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (I Co, 10:31). Sólo nuestro máximo esfuerzo traerá honra a nuestro Señor. 

¿Qué otras cualidades adornan el carácter de esta mujer virtuosa? " Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso" (v, 20)' La sabiduría y la bondad la caracterizan (v. 26). Ella no es una persona super eficiente que pisotea a los demás para lograr sus metas, bondad es una ley interna de su ser. ¡Qué diferencia producirá un de bondad en muchos de nuestros hogares hoy!

No nos sorprende que marido e hijos amen a esta mujer (v 28), La aman, no ser ama de casa capaz ni por tener éxito en los sino por su sabiduría, bondad y amor. Y así debemos ser nosotras.

La mayoría de mujeres que leen Proverbios 31:10-31 lo hacen sintiendo una marcada inferioridad. ¡Quién puede alcanzar las alturas aquí descritas! Pero ciertamente ella recibió su mayor satisfacción al recibir el afecto y la estimación de su familia, y esto es algo que cada una de nosotras debemos lograr. Tal vez no podamos igualar todos sus talentos, pero sí debemos imitar su carácter: seamos leales, diligentes, trabajadoras, disciplinadas y amables.

Una cosa más: era una mujer que "teme a Jehová" (v. 80). ¿Será esta la explicación de todo lo que se ha dicho de ella? Aquí tenemos el móvil de su vida y debe ser el nuestro también. "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría" (Pr. 9:10). No hay manera de vivir una vida o desarrollar un carácter que agrade a Dios, sin partir de esta base, Nuestro propio esfuerzo y empeño, "borrón y cuenta nueva", ponernos metas, etc., podrán traer cierto éxito; pero la mujer que, en el temor de Dios, se pone en sus manos para ser moldeada y utilizada es la mujer verdaderamente bendecida y de quien se dice: "Alábenla en la puerta sus hechos" (v, 31), y cuya familia la llama bienaventurada (v. 28). Su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas (v. 10).

Fay Smart y Jean Young

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