viernes, 31 de octubre de 2025

LEYENDO DIA A DIA 1 CORINTIOS (18)

 

15.1 al 11: La base y gloria del evangelio

Nos detenemos para reconsiderar el mensaje que trae la salvación.

• Primeramente, su comunicación. Es un mensaje a ser predicado. Pablo lo predicó y ellos lo recibieron. Demanda respuesta y debe ser abrazado permanentemente cual ancla del alma, “en el cual también perseveráis”. Somos salvos por medio de su mensaje por sincera convicción, “si retenéis la palabra”, y si nuestra fe es genuina, y no meramente un consentimiento hueco, “si no creísteis en vano”.

Se queda inalterable en su transmisión de época a época, ya que Pablo afirma escribir lo que antes, “primeramente”, les enseñó. Está reafirmando, no enmendando. Es meticuloso en su manera de tratar esto; lo comunicó “asimismo” como lo recibió y lo predicó, vv 3, 2. Es que él era un mayordomo, un administrador, del evangelio: lo recibió, lo entregó. El evangelio no es paulino; es divino.

• Segundo, su contenido. Aprendemos de los vv 3 al 5 que el evangelio es una fe histórica, no una filosofía, un ideal, una teoría o un concepto mental. ¡Sucedió de veras! Se basa en hechos históricos que tuvieron lugar sobre la tierra a la luz y al oído de hombres.

El evangelio se reviste de cuatro elementos históricos: Cristo murió, fue sepultado, fue resucitado, fue visto. No leemos aquí que haya comenzado con su nacimiento, su vida, su ministerio, ¡sino con su muerte! Se destaca su consumación: Cristo resucitó. De estos cuatro elementos, dos son fundamentales: Cristo murió y Cristo resucitó, ambos hechos “conforme a las Escrituras”.

Su sepultura confirma que había muerto y su aparición confirma que había resucitado. Pablo convoca a testigos, entre ellos el despliegue impresionante de quinientos hermanos que le vieron en una misma ocasión. ¿Algunos no lo creen? En Jerusalén uno haya podido contactar a muchos que gustosamente hubieran ofrecido evidencia. Hay un factor potente: ¡Cristo murió por nuestros pecados! De nuevo, “conforme a las Escrituras”, y en vista de nuestra necesidad desesperada, fue por el amor y la misericordia de Dios. Esta gracia obró en nosotros; dejemos que obre a través de nosotros, vv 9 al 11.

Lección: ¡Ay de mí si no predico el evangelio, este evangelio!

S.Emery


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