viernes, 31 de octubre de 2025

Moisés y los reproches de Cristo

 Sin duda el lector del Nuevo Testamento se sorprenderá al leer que Moisés tenía “por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios” (He. 11.26). ¿Cómo podía Moisés compartir el reproche de Cristo siglos antes de viniera al mundo?

Para compartir ese vituperio, Moisés tuvo que renunciar el lujo y la riqueza del palacio egipcio, los adornos y beneficios de su adopción como hijo real, y tomar su lugar con un pueblo despreciado. Eso parece como “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Co. 8.9). ¡Qué riquezas, gloria y honra abandonó para venir y residir en medio de una raza de esclavos que sufría bajo la dura servidumbre de un amo cruel!

Pero antes de eso, hubo humillaciones en la carrera de Moisés que ilustran de antemano los sufrimientos de Cristo. Aunque el libertador era para Dios un niño hermoso, su nacimiento fue rodeado de la tristeza de la infanticida. Qué extraño que su cuna fuera una arquilla de juncos, puesto en la orilla del río, cerca de los voraces habitantes del Nilo. Así también, nuestro bendito Señor, nacido de una virgen y muy hermoso a Dios y a los hombres, fue acostado en un pesebre en un establo, y poco después, fue objeto del odio satánico y herodiano.

A Moisés le fue amargo el rechazo de sus hermanos y su posterior exilio durante cuarenta años en un país lejano y extraño. De manera similar, el Señor Jesús pasó días de soledad y rechazo en el país desértico de su exilio, y luego en Su país no tenía dónde recostar la cabeza (Mt. 8.20).

A Moisés le tocó sufrir de la incredulidad y murmuración de su propio pueblo. A veces aun los miembros de su propia familia y tribu eran sus enemigos y críticos. También, Aquel que es digno de más gloria que Moisés, fue calumniado por Sus enemigos, malentendido por Su familia, y aun Sus discípulos dudaban de Él. Pero el “vituperio de Cristo” no es una cosa de tiempos pasados. Todos los que, como Moisés, realmente sirven a Dios y le son fieles, tendrán su parte en esa amarga comunión. Que seamos capaces hoy de ver ese vituperio como lo vio Moisés, y estimarlo “por mayores riquezas… que los tesoros de los egipcios” (He. 11.26).

David Gilliland, Lurgan, Irlanda del Norte, lectura del 14 de febrero, Day by Day, Christ Foreshadowed (“De Día en Día, Cristo Revelado”), Precious Seed Publications

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