martes, 10 de julio de 2012

Teología Propia


Dios el Padre.

Introducción.

            Como indica un autor cristiano, si nos piden que escribamos sobre el Señor Jesucristo con nuestros pensamientos y conocimientos de Él, sin duda  llenaríamos páginas y páginas, de hechos existen cientos de libros no solo en nuestro tiempo, sino desde la antigüedad, desde los  llamados “padres de la iglesia”. Si nos pidiesen que escribiésemos del Espíritu Santo, tal vez, no serían cientos de páginas, sino que comenzaríamos a pensar cada cosa que escribiésemos. Y si nos pidiesen escribir sobre la primera persona de la Trinidad, del Padre,  comenzaríamos a pensar  y a pensar seriamente, y surgirían algunas líneas como Dios,  Padre del Señor Jesucristo,  y estas no serían nada en comparación con las que se han escrito y escribirán sobre el Hijo.
            Es cierto que  nuestro conocimiento sobre el Padre es insuficiente y que su  obra es tan importante como la obra del Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, ya que debido al Amor que el Padre profesa a la humanidad originó el camino de la redención (Juan 3:16), sin ello seríamos almas errantes en un mundo lleno de pecado; en cambio, debido a la obra del Padre disfrutamos de una Salvación y posición que es eterna.
            Este trabajo no pretende  en ningún modo abarcar todo lo referente a la doctrina acerca del Padre, sino establecer una introducción del tema, con el fin que cada creyente pueda establecer su propio estudio personal a medida que estudia las Santas Palabras de Dios, ya que todo esto está presente en ellas.
           
Su relación con la Trinidad
            Dios el Padre es la primera persona de la Trinidad y, si lo vemos jerárquicamente, es el Primero en la cadena de mando, donde voluntariamente el Hijo y el Espíritu santo se han subordinado voluntariamente a Él. Esto no quiere decir que ellos sean inferiores al Creador, sino, como ya aprendimos, son de su misma sustancia.
            Así como usamos el ejemplo de la jerarquía, debemos entender la filiación  entre las tres personas como una forma “antropomórfica”  ideada por Dios mismo para que de algún modo pudiésemos entender una verdad que en sí es incomprensible porque es Divina y eterna.  Por tanto, es mi pensamiento personal, que no existe ninguna expresión humana en ningún idioma para expresar la relación entre las tres personas de la bendita Trinidad.

Su relación con Israel.
            «La relación íntima entre Jehová e Israel que debía toda su realidad a la graciosa obra de Dios, está expresada divinamente por la figura de padre e hijo. En Éxodo 4:22 se dice que Jehová instruyó a Moisés para decir a Faraón: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” No hay ninguna indicación de que ellos fueran hijos por la regeneración. Ni eran por ese tiempo un pueblo redimido, como lo fueron después de salir de Egipto. Anticipando la preciosa amistad de Dios para con Salomón por amor a David, Dios dijo a David: “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo” (2 S. 7.14). De modo semejante, en un  esfuerzo para traer a Dios a los corazones de Su pueblo, el Salmista dice: “Como el padre se compadece de sus hijos, se compadece Jehová de los que le temen” (Sal. 103:13)» (Chafer).
            En la relación del Padre con Israel, adjuntamos una lista de citas bíblicas que nos ayudaran a entender  esta relación que aun perdura: Deuteronomio 32:6; Isaías 63:16; 64:8; Jeremías 3:4; 31:9; Oseas 11:1; Malaquías 1:6; Romanos 11:28-29.

Su relación con la Creación
            En el proceso de conformación de una nación, quienes se esforzaron, lidiaron,  conquistaron, organizaron, legislaron y establecieron una base para crecer, son considerados como los “padres de la patria”. De ningún modo consideramos que ellos sean padres de todos los ciudadanos, sino que por ser los primeros, por decirlo de un modo, los creadores o forjadores de  la nación los constituye  como padres de la misma.
            En caso de la Creación, Dios es Padre de todos porque Él es el creador de todo, y sin Él nada de lo que existe existiría (Génesis 1). Esto no quiere decir que Él sea el Padre de todos los seres humanos. De ningún modo;  sino que debemos entenderlo como que Él es el creador del Ser humano, del Hombre, que somos criatura suya. Por ejemplo, si desarrollamos una máquina autónoma, nos constituimos padre de la misma porque nos pertenece, pero de ningún modo ella es hijo nuestro por filiación. Por tanto, el Hecho que Dios nos haya creado no constituye a todo hombre como hijo de Dios. Sólo uno solo es Hijo de Dios: Jesús  (cf. Lucas 1:35; 3:23-38; Mateo 4:3-6; 8:29; 14:33: Marcos 1:1; 15:39; Juan 1:34,49; 2º Corintios 1:19; Hebreos 4:14).

Su Filiación con el Hijo.
            Como dijimos, el Señor Jesucristo es Hijo de Dios, su único Hijo (Juan 1:14; 3:16). Ya que los testimonios que poseemos corresponden a lo que el  mismo Padre expresa de su Hijo: “Este es mi Hijo amado…” (Mateo 3:17; 17:5). Además, en las mismas escrituras se esclarece que el Hijo fue engendrado por el Padre (Hebreos 1:5).
            La expresión de “Padre” fue enseñada por el Señor Jesucristo (Juan 1:18), ya que manifestaba esa relación  particular. Él  mismo cuida de enseñar que Dios es Padre de Él y nuestro. Nunca dice “nuestro Padre” (excepto cuando enseña a orar), sino “vuestro Padre (Mateo 5.48; 6:15; 7:11; Lucas 12:30).
            Cuando el Señor hubo resucitado, sus palabras fueron de dar ánimo a los discípulos que quedaban en esta tierra para comenzar el ministerio asignado a ellos. De hecho, para enfatizar que no había diferencias entre ellos en relación con su Padre, dice: “…Subo a mi Padre y a vuestro Padre,  a mi Dios y a vuestro Dios (Juan 20:17). Podríamos expresar este versículo como “subo a mi Padre, que es también el vuestro” (Francisco Lacueva).

Padre de los Creyentes
            Del modo que Dios el Padre es Padre del Señor Jesucristo (Gálatas 3.26), la obra redentora del Señor nos permitió constituirnos en Hijos para todos los que creyesen en Él, es decir, que han nacido de nuevo, de Dios, por medio del Espíritu Santo. Por lo cual el término de Padre adquiere una característica personal para todos los que hay creído en el Señor.  El hecho de ser Hijos de Dios no implica una transmisión de características divinas sino de una conducta divina,  siendo el Señor quien recomienda  “Sed,  pues,  vosotros perfectos,  como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto (Mateo 5:48).
            El adquirir esta nueva condición es por voluntad del Padre (Juan 1:12-13), y Él entregó, producto de la obra del Señor Jesucristo y el ministerio del Espíritu Santo,  una nueva vida (gr “zoe”, Vida de Dios), de modo que no solo somos adoptados  por hijos (gr. “Huiothesia”, Romanos 8:14-15),  sino engendrados como hijos por una regeneración espiritual (gr. “tékna”, Romanos 8:16-17).    

Las obras particulares del Padre.
            «Casi todo cuanto Dios hace requiere la participación de un modo o de otro, de todos los miembros de la Trinidad de modo que cuando hablamos de las obras particulares del Padre no estamos excluyendo a las otras personas, sino simplemente delineando aquellas cosas que parecen ser prerrogativas exclusivamente del Padre en algún modo especial. » (Ryrie)
1.      El Padre fue el autor del decreto del plan de  Dios (Salmo 2:7-9).
2.      El Padre viene relacionado con la obra de elección como autor de ella (Efesios1:3-6).
3.      El Padre envió al Hijo a este mundo (Juan 5:37).
4.      El Padre es quien disciplina a sus hijos (Hebreos 12:9).




No hay comentarios:

Publicar un comentario