Dios el Padre.
Introducción.
Como
indica un autor cristiano, si nos piden que escribamos sobre el Señor Jesucristo
con nuestros pensamientos y conocimientos de Él, sin duda llenaríamos páginas y páginas, de hechos
existen cientos de libros no solo en nuestro tiempo, sino desde la antigüedad,
desde los llamados “padres de la
iglesia”. Si nos pidiesen que escribiésemos del Espíritu Santo, tal vez, no
serían cientos de páginas, sino que comenzaríamos a pensar cada cosa que
escribiésemos. Y si nos pidiesen escribir sobre la primera persona de la Trinidad,
del Padre, comenzaríamos a pensar y a pensar seriamente, y surgirían algunas
líneas como Dios, Padre del Señor
Jesucristo, y estas no serían nada en
comparación con las que se han escrito y escribirán sobre el Hijo.
Es
cierto que nuestro conocimiento sobre el
Padre es insuficiente y que su obra es
tan importante como la obra del Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, ya que
debido al Amor que el Padre profesa a la humanidad originó el camino de la
redención (Juan 3:16), sin ello seríamos almas errantes en un mundo lleno de
pecado; en cambio, debido a la obra del Padre disfrutamos de una Salvación y
posición que es eterna.
Este
trabajo no pretende en ningún modo
abarcar todo lo referente a la doctrina acerca del Padre, sino establecer una
introducción del tema, con el fin que cada creyente pueda establecer su propio
estudio personal a medida que estudia las Santas Palabras de Dios, ya que todo
esto está presente en ellas.
Su relación con
la Trinidad
Dios
el Padre es la primera persona de la Trinidad y, si lo vemos jerárquicamente,
es el Primero en la cadena de mando, donde voluntariamente el Hijo y el
Espíritu santo se han subordinado voluntariamente a Él. Esto no quiere decir
que ellos sean inferiores al Creador, sino, como ya aprendimos, son de su misma
sustancia.
Así
como usamos el ejemplo de la jerarquía, debemos entender la filiación entre las tres personas como una forma
“antropomórfica” ideada por Dios mismo
para que de algún modo pudiésemos entender una verdad que en sí es incomprensible
porque es Divina y eterna. Por tanto, es
mi pensamiento personal, que no existe ninguna expresión humana en ningún
idioma para expresar la relación entre las tres personas de la bendita
Trinidad.
Su relación con
Israel.
«La relación íntima entre Jehová
e Israel que debía toda su realidad a la graciosa obra de Dios, está expresada
divinamente por la figura de padre e hijo. En Éxodo 4:22 se dice que Jehová
instruyó a Moisés para decir a Faraón: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” No
hay ninguna indicación de que ellos fueran hijos por la regeneración. Ni eran
por ese tiempo un pueblo redimido, como lo fueron después de salir de Egipto.
Anticipando la preciosa amistad de Dios para con Salomón por amor a David, Dios
dijo a David: “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo” (2 S. 7.14). De
modo semejante, en un esfuerzo para
traer a Dios a los corazones de Su pueblo, el Salmista dice: “Como el padre se
compadece de sus hijos, se compadece Jehová de los que le temen” (Sal. 103:13)» (Chafer).
En la relación del Padre con Israel, adjuntamos una lista
de citas bíblicas que nos ayudaran a entender
esta relación que aun perdura: Deuteronomio 32:6; Isaías 63:16; 64:8;
Jeremías 3:4; 31:9; Oseas 11:1; Malaquías 1:6; Romanos 11:28-29.
Su relación con
la Creación
En el
proceso de conformación de una nación, quienes se esforzaron, lidiaron, conquistaron, organizaron, legislaron y
establecieron una base para crecer, son considerados como los “padres de la
patria”. De ningún modo consideramos que ellos sean padres de todos los
ciudadanos, sino que por ser los primeros, por decirlo de un modo, los
creadores o forjadores de la nación los
constituye como padres de la misma.
En
caso de la Creación, Dios es Padre de todos porque Él es el creador de todo, y
sin Él nada de lo que existe existiría (Génesis 1). Esto no quiere decir que Él
sea el Padre de todos los seres humanos. De ningún modo; sino que debemos entenderlo como que Él es el
creador del Ser humano, del Hombre, que somos criatura suya. Por ejemplo, si
desarrollamos una máquina autónoma, nos constituimos padre de la misma porque
nos pertenece, pero de ningún modo ella es hijo nuestro por filiación. Por
tanto, el Hecho que Dios nos haya creado no constituye a todo hombre como hijo
de Dios. Sólo uno solo es Hijo de Dios: Jesús (cf. Lucas 1:35; 3:23-38; Mateo 4:3-6; 8:29;
14:33: Marcos 1:1; 15:39; Juan 1:34,49; 2º Corintios 1:19; Hebreos 4:14).
Su Filiación con
el Hijo.
Como
dijimos, el Señor Jesucristo es Hijo de Dios, su único Hijo (Juan 1:14; 3:16). Ya
que los testimonios que poseemos corresponden a lo que el mismo Padre expresa de su Hijo: “Este es mi Hijo amado…” (Mateo
3:17; 17:5). Además, en las mismas escrituras se esclarece que el Hijo fue
engendrado por el Padre (Hebreos 1:5).
La expresión de “Padre” fue enseñada
por el Señor Jesucristo (Juan 1:18), ya que manifestaba esa relación particular. Él mismo cuida de enseñar que Dios es Padre de
Él y nuestro. Nunca dice “nuestro Padre” (excepto cuando enseña a orar), sino
“vuestro Padre (Mateo 5.48; 6:15; 7:11; Lucas 12:30).
Cuando el Señor hubo resucitado, sus
palabras fueron de dar ánimo a los discípulos que quedaban en esta tierra para
comenzar el ministerio asignado a ellos. De hecho, para enfatizar que no había
diferencias entre ellos en relación con su Padre, dice: “…Subo a mi Padre y a
vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios (Juan 20:17). Podríamos expresar este versículo como “subo a mi Padre, que
es también el vuestro” (Francisco Lacueva).
Padre de los
Creyentes
Del modo
que Dios el Padre es Padre del Señor Jesucristo (Gálatas 3.26), la obra
redentora del Señor nos permitió constituirnos en Hijos para todos los que
creyesen en Él, es decir, que han nacido de nuevo, de Dios, por medio del
Espíritu Santo. Por lo cual el término de Padre adquiere una característica personal
para todos los que hay creído en el Señor.
El hecho de ser Hijos de Dios no implica una transmisión de
características divinas sino de una conducta divina, siendo el Señor quien recomienda “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto (Mateo 5:48).
El adquirir esta nueva
condición es por voluntad del Padre (Juan 1:12-13), y Él entregó, producto de
la obra del Señor Jesucristo y el ministerio del Espíritu Santo, una nueva vida (gr “zoe”, Vida de Dios), de modo que no solo somos adoptados por hijos (gr. “Huiothesia”, Romanos 8:14-15),
sino engendrados como hijos por una regeneración espiritual (gr. “tékna”, Romanos 8:16-17).
Las obras
particulares del Padre.
«Casi todo cuanto Dios hace requiere la participación de
un modo o de otro, de todos los miembros de la Trinidad de modo que cuando
hablamos de las obras particulares del Padre no estamos excluyendo a las otras
personas, sino simplemente delineando aquellas cosas que parecen ser
prerrogativas exclusivamente del Padre en algún modo especial. » (Ryrie)
1.
El Padre fue el autor
del decreto del plan de Dios (Salmo
2:7-9).
2.
El Padre viene
relacionado con la obra de elección como autor de ella (Efesios1:3-6).
3.
El Padre envió al Hijo
a este mundo (Juan 5:37).
4.
El Padre es quien
disciplina a sus hijos (Hebreos 12:9).
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