¿Estamos aturdidos, desanimados, atemorizados por lo que vemos acontecer
en el mundo actualmente?
No debemos estar asombrados ni asustados, menos todavía sorprendidos por
los sucesos actuales. Hace mucho tiempo que la palabra profética ha pre- dicho
el conflicto final en la consumación de los siglos, y a juzgar por las apariencias,
hoy por hoy lo tenemos a la puerta.
Leed de nuevo con lentitud, con atención y oración, las palabras que son
una descripción de nuestros días:
LA PALABRA PROFETICA
"Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las
estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la
mar y de las ondas; secándose los hombres a causa del temor y expectación de
las cosas que sobrevendrán a la redondez de la tierra; porque las virtudes de
los cielos serán conmovidas''. (Lucas 21:25,26). '
"Y oiréis guerras y rumores de guerras: mirad que no os turbéis;
porque es menester que todo esto acontezca; mas aun no es el fin. Porque se
levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestilencia, y
hambres y terremotos por los lugares". (Mateo 24; 6, 7).
¡Angustia de naciones... confusión... la turbulencia de las masas a
semejanza del estruendo de la mar... temor... guerras y rumores de guerras!
Debemos agregar a estos factores temibles en las relaciones humanas, un cumplimiento
más de las profecías: la apostasía — el apartarse de la fe, teniendo esto por
consecuencia la propensión de parte de los hombres de creer toda suerte de
falsedades.
"No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga
antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora;
tanto que se asienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios.
Porque ya está obrando el misterio de la iniquidad: solamente espera hasta que
sea quitado de en medio el que ahora impide; y entonces será manifestado aquel
inicuo al cual el Señor matará con el espíritu de boca, y destruirá con el
resplandor de su venida; a aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación
de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, y con todo
engaño de iniquidad en los que perecen, por cuanto no recibieron el amor a la
verdad para ser salvo. Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para
que crean la mentira". (2º Tes. 2: 3-11).
FUERZAS OCULTAS
Repito: angustia de naciones, confusión, temor, las multitudes convulsionadas,
guerra y rumores de guerras; todas estas condiciones terrenales se relacionan
con el conflicto espiritual de los cielos.
El Señor Jesús dijo claramente: "Porque las virtudes de los cielos
serán conmovidas". El capítulo 12 de Apocalipsis nos da un vistazo de ese
conflicto venidero, dándonos esta terrible advertencia: "¡Ay de los
moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros,
sabiendo que tiene poco tiempo".
El capítulo 16 de Apocalipsis, versículos 13-14, nos abre aun más el
telón para que veamos lo que está detrás de los acontecimientos terrenales.
Vemos las grandes fuerzas demoníacas sueltas para participar en este gran
conflicto de los siglos. Se trata de una visión que debe hacernos meditar
seriamente y llevarnos, a la vez, a humillamos delante de Dios:
"Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de
la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; porque
son espíritus de demonios, que hacen señales, para ir a los reyes de la tierra
y de todo el mundo, para congregarlos para la batalla de aquel gran día"
del Dios Todopoderoso".
El presente cuadro mundial es aterrador; pero el Hijo de Dios no debe
hallar en ello motivo de desesperación. Más allá de la oscuridad sombría brilla
la luz de día nuevo; el día de la aparición de Cristo resplandece con mayor
claridad y hermosura. A la luz de la palabra de Dios entendemos que la característica
de de cada época ha sido, a la larga, la rebelión y temeridad que han hecho
necesario el juicio de Dios.
JUICIOS CUMPLIDOS
La primera civilización terrenal fue tan corrompida que el único remedio
apropiado fue el diluvio. La prolongada y desenfrenada idolatría de los
israelitas los llevó finalmente al cautiverio en Asiría y Babilonia. ¿Se
arrepintieron los contemporáneos de Jeremías al encontrarse rodeados de los
ejércitos caldeos? ¿Comprendieron que se trataba del juicio de Dios? No se
arrepintieron; más bien, blasfemaron de Dios y persiguieron a sus fieles
siervos. ¿Se arrepintió la generación de judíos después de la muerte y
resurrección de Jesucristo, generación descrita por el historiador Josefo, al
encontrar a Jerusalén rodeado de los invencibles soldados romanos? No se
arrepintieron; más bien pelearon entre sí los defensores de la ciudad, entre
tanto que el enemigo los amenazaba cada día más y, por fin, los venció.
¿Comprende nuestra generación los días que vivimos? Yo creo que no. Algunos
están confundidos; algunos asustados; muchos están totalmente indiferentes; y
la gran mayoría se deja llevar, víctima de la gran marea de la lucha de clases,
de razas y de naciones. Es sumamente extraño que en una generación que vive
tan cerca del abismo de la destrucción no haya una reacción de horror y un
retorno al Dios de infinita gracia y misericordia; pero, por no querer recibir
el amor a la verdad, están dispuestos a creer toda suerte de mentiras.
LUZ EN LAS TINIEBLAS
Con todo, el cuadro no está del todo oscuro. En medio de la decadencia
de cada siglo siempre ha habido un núcleo piadoso que ha servido a Dios
visiblemente, cuales luces en la oscuridad amenazante. Noé y su familia
fueron pocos en número, pero fueron conocidos de Dios. Asimismo fueron escasos
en número Jeremías y sus compañeros, mas la bendición de Jehová descansaba
sobre ellos con poder y protección. Los cristianos de la iglesia apostólica
dieron testimonio fiel y claro, entre tanto que el juicio divino se cernía
sobre Jerusalén en capital. Así debe ser nuestro servicio para Dios también, en
estos días, mientras el conflicto de los siglos ruge cada vez más alarmante en
nuestro alrededor.
LO QUE NOS INCUMBE
Isaías, el profeta evangelista del Antiguo Testamento, hizo una descripción
llamativa de la condición en que se encuentra el núcleo piadoso en cualquiera
época: "Si Jehová de los ejércitos no hubiera hecho que no quedasen muy
cortos residuos, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra. Lavad,
limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de ante mis ojos; dejad de
hacer lo malo; aprended a hacer bien; buscad juicio, restituid al agraviado,
oíd en derecho al huérfano, amad a la viuda. Venid luego, dirá Jehová, y estemos
a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos:
si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". (Isaías
1:9, 16-18).
El profeta Daniel agrega una palabra más que parece tener una
aplicación especial y peculiar para nuestros días: "Mas el pueblo que
conoce a su Dios, se esforzará, y hará". (Dan. 11:32).
Es éste el día para los que conocen a Dios; para los que tienen la fe
salvadora en Cristo Jesús; los que se han entregado a El y su causa, sin
reserva, a fin de ser fuertes y de poder hacer proezas para el Señor en esta
época de sombras y oscuridad. Es indispensable que seamos fuertes en el Señor
y en el poder de su grandeza y que seamos activos para su causa. Para lograr
esto es preciso que tengamos una convicción inconmovible con respecto a lo que
creemos y que llevemos una comunión íntima con El, en quien creemos.
Sendas de Luz, Junio-Julio 1975
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