martes, 10 de julio de 2012

SAULO DE TARSO


El Primer Viaje Misionero de Pablo
Pablo en Antioquía de Pisidia - Hechos 13:14-52.
San Agustín, uno de los Padres Antiguos, dijo que tenía tres de­seos: quisiera haber visto a Cristo en la carne; haber visto a Roma en toda su gloria; y haber oído a Pablo predicar. Todos los que gusten oír buenas prédicas estarían unánimes con el último deseo. Pablo debe haber sido un predicador maravilloso, no obstante lo que dijo de él un áspero crítico corintio, que «su cuerpo era débil y su lenguaje despre­ciable.»
Aquí tenemos el primer discurso registrado de Pablo y es verda­deramente un discurso maravilloso. Los puntos principales son:
1. Su Método Histórico
El se sumerge en la historia pasada de los hijos de Israel, esco­giendo ciertas verdades pendientes en aquella historia, las cuales eran necesarias para la idea principal que tenía en su mente para su discurso.
El método histórico era el favorito de los escritores y predicado­res judaicos. Encontramos excelentes ejemplos de este método en el discurso de Moisés a Israel (Deut. 1:29; Salmo 105); el discurso de Pedro en el día de Pentecostés; y también en la defensa maestra de Esteban. Es evidente que el uso de tal método era muy apropiado, pues ellos tenían una historia en la cual se enorgullecían y con razón - era una historia de hombres cuyas memorias ellos reverenciaban y cuyas escri­turas y dichos atesoraban y leían. Pablo quiere hablar al pueblo acerca de Cristo y toma el método más fácil para aproximarse a su sujeto prin­cipal.
Después de una rápida revista a la historia de los hijos de Israel, pasa del Éxodo de Egipto al establecimiento final en el país de Canaán y se refiere a tales caracteres sobresalientes como Samuel, Saúl y David. Habiendo llegado por pasos fáciles y naturales a David, sólo resta un paso de David al Señor y les presenta a "Jesús el Salvador". Pablo no quería hablarles meramente de la historia pasada del pueblo de Israel o de sus jefes. El quería hablarles de Cristo, pero tenía demasiado tacto para presentarlo abruptamente de una manera que ofendiera a los oyentes.
"El que prende almas es sabio," dice el proverbio; se puede in­cluir sabiduría en el método de aproximarse, detalle en el cual lamen­tablemente fallamos muchos de nosotros. Hay más de una manera para atraer la atención de los oídos de los hombres y el método adoptado por Pedro para atraer el oído de Maleo no es recomendado, pero en eso muchos de nosotros somos expertos. Otro punto digno de ser no­tado es:
2. Su Nota Evangélica
En los días antiguos se decía que todas las calles o caminos con­ducían a Roma. En las predicaciones de Pablo, todos los caminos se di­rigían a Cristo. No le hace donde comenzaba, allí siempre terminaba. El tema principal de todos sus discursos fue Cristo. Aquí habla de "un Salvador, Jesús." Pablo conocía solamente un Salvador y su nombre era Jesús: El Señor Jesucristo fue verdaderamente el Salvador y no hay otro. Según Pablo, Jesús fue
a) El Salvador Prometido (Hechos 13:23)
Este Salvador fue prometido en el momento que entró el pecado al mundo y todo el Antiguo Testamento está lleno de cuadros, prome­sas y profecías acerca de Éste que vendría. "El Viene", era el mensaje prefigurado en los tipos y contenido de las profecías. Así fue que un día vino, y en la alegría de sus corazones dijeron los hombres, "El ha llegado y nosotros le hemos hallado."

b) El Salvador Perfecto (verso 28)
Cristo era inocente de todas las acusaciones que se le hicieron. Su juez dijo, "No hallo causa de muerte en El." El ladrón moribundo dijo, "Éste ningún mal hizo." Cristo fue verdaderamente "el Cordero de Dios sin mancha ni arruga," y así fue apto para ser el sacrificio por el pecado y fue calificado para ser el Salvador de los hombres.
c) El Salvador Pasivo (verso 29)
"Cumplió todo lo que fue dicho de El" es una declaración muy comprensiva que incluye tales Escrituras como "Horadaron mis manos y mis pies" (Salmo 22:16); "Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes" (Salmo 22:18); "En mi sed me dieron a beber vinagre" (Salmo 69:21).
Estas Escrituras y muchas más fueron cumplidas cuando Cristo murió. El se sometió voluntariamente a todos los sufrimientos de la cruz, sabiendo que al hacerlo, estaba agradando la voluntad del Padre y cumpliendo las Escrituras. Cuando al fin murió, dijo "Consumado es," queriendo decir entre otras cosas que las Escrituras se estaban cum­pliendo: cada tipo, tuvo su propio cumplimiento y cada profecía su realización exacta.

d) El Salvador Preservado, (verso 30)
Después que los hombres hicieron lo peor al clavar a Cristo en la cruz, y que sus amigos lo pusieron amorosamente en una tumba donde permaneció tres días, Dios le resucitó de los muertos. Dios tuvo tanto cuidado del cuerpo de Cristo en Su muerte como en Su vida, con el resultado que "El no vio corrupción." El fue Santo en Su vida y puro en Su muerte. La resurrección de Cristo es una de las verdades cardi­nales de la Cristiandad; es una verdad histórica respaldada ampliamente por testigos de confianza y en entera armonía con las profecías del An­tiguo Testamento concerniente al Mesías. Pablo cita en prueba de ello pasajes de los Salmos 2 y 16 y enseña conclusivamente que estos pasa­jes no podían aplicarse a David, quien los escribió.

e) El Salvador Presentada (versos 38-39)
Habiendo de esta manera establecido, mediante una comparación dé la Verdad con las profecías, que Jesús era el Mesías, Pablo procede a proclamar un perdón libre y una total justificación para todo aquel que cree en el Señor Jesucristo. Este discurso no es solamente histórico en su método y evangélico en su tono, sino es también
3. Doctrinal en su Resumen.
Enseña que la justificación es:
a) Por fe;
b) No por obras;
c) Es ofrecida a todos
Este es meramente un resumen condensado de las enseñanzas de romanos y Gálatas en el importante tema de la justificación. El resul­tado del discurso: Produjo un gran fermento en la ciudad. A petición de los Gentiles la prédica se repitió el siguiente sábado, cuando suce­dió un espectáculo extraño: Casi toda la ciudad se congregó para oír el mensaje de salvación y muchos de los judíos y prosélitos y gentiles aceptaron la fe. Pero pronto se vio una reacción violenta de los judíos, quienes aunque no rehusaron a oír el Evangelio ellos mismos, no tole­raban que fuera ofrecido a los gentiles en igual término.
Por lo consiguiente, tan pronto como vieron a los gentiles con el deseo de oír la Palabra de Dios, se llenaron de envidia y determina­ron oponerse a los apóstoles, blasfemando aún el nombre de Jesús. Tenemos aquí el primer ejemplo de la hostilidad de los judíos hacia la predicación del Evangelio a los gentiles - una hostilidad que se presen­ta a cada paso en la historia subsiguiente de Pablo y que lo exponía a persecuciones aún más severas que las que recibió de los paganos. Sin intimidarse par las fieras persecuciones, los apóstoles valerosamente de­clararon que, como era manifiesto que los judíos habían detenido el evangelio de los gentiles, ellos, los apóstoles, en obediencia al manda­miento de Dios dado en lenguaje claro en el Antiguo Testamento (Isa. 49:6), se sentían tener derecho de ofrecer a los gentiles las buenas nue­vas, las cuales eran para todo el pueblo (Lucas 2:10).
Esta declaración causó grande gozo entre los gentiles, muchos de los cuales creyeron y el evangelio fue predicado en todo el distrito. Este éxito sólo servía para aumentar la hostilidad de los judíos, quienes, habiendo convencido a algunos de los ciudadanos, promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé, obligándolos a salir del país. En obediencia al mandamiento de Cristo (Mt. 10:14), después de haber sa­cudido el polvo de sus pies contra ellos, los apóstoles dejaron Antioquía y pasaron a Iconio.
El último verso de Hechos 13 es digno de ser notado: "Y los discí­pulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo." En vez de estar des­consolados y desalentados por lo que había tomado lugar, y en vez de lamentar la ida de los siervos del Señor, los discípulos encontraron gozo en la continua presencia del Espíritu Santo entre ellos. Los siervos del Señor tendrían tal vez que dejarlos, pero el Espíritu Santo permanece.
Verdades Bíblicas  1975, Nº 309-310

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