Una buena memoria es muy valiosa; revistas y libros de ayuda personal
están siempre sugiriendo métodos para mejorar nuestra memoria.
Pero ninguno ha propuesto jamás un método para aumentar el poder del olvido.
Y esto sería también de mucho valor. Alguien debería llevar adelante el sistema
por el cual aprendiéramos a olvidar cosas que debemos olvidar. Porque existen
muchas cosas que debiéramos echar en el mar del olvido. Pecados pasados que fueron
confesados y perdonados; acontecimientos del pasado que no podemos cambiar;
errores pasados; daños que se nos han hecho; todas las cosas que es necesario
poner enteramente fuera de nuestros pensamientos.
A menudo oímos la frase: "Perdonaré pero no olvidaré nunca".
Dios no perdona así; El olvida: "Yo, yo soy el que borró tus rebeliones
por amor de mí; y no me acordaré de sus pecados", Is. 43:25. Muchas
gentes, muchas naciones, han olvidado a Dios, pero lo único que Dios olvida
para siempre es el pecado que ha sido confesado y perdonado: "de la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros", Colosenses
3:13.
El verdadero perdón implica olvido de la injuria cualquiera que fuese.
Tú nunca has sido tratado tan ruinmente como Dios lo ha sido, y a pesar de eso Él
ha perdonado todos tus pecados, y nunca te los volverá a recordar.
¿Te resulta difícil perdonar menosprecios, insultos, errores? Sea que la
gente te pida perdón o no lo haga, tú debes echar estas cosas de tu memoria, de
lo contrario te carcomerán como un cáncer y te quitarán la victoria.
Los hay también aquellos que pierden la victoria por recordar los
errores que ellos han cometido en perjuicio de otros. No es prudente tratar de
olvidar los errores cometidos en desmedro de otros, hasta que no hayamos pedido
perdón y tratado de reparar en lo posible el daño hecho.
Cuando Dios perdona, Él olvida, y sin embargo encontramos a veces
creyentes que han desarrollado un complejo de culpabilidad en sus mentes
debido a que continúan recordando sus antiguos pecados o los de otros. Sepultan
estos recuerdos y vuelven continuamente al viejo sepulcro para desenterrarlos.
Dios no procede así, ¿por qué tú entonces? ¿Estás honrando a Dios cuando vienes
a Él repetidas veces pidiendo perdón por antiguos pecados que Él ya ha
perdonado y olvidado? Es cierto que habrá siempre pesares y heridas causados
por el pecado, pero cuando éste está perdonado, ponlo fuera de tu mente y sigue
adelante para ser mejor en el futuro. Cristo le dijo a la mujer pecadora,
"Vete y no peques más".
El recuerdo de errores pasados y antiguos pecados, puede impedirte la
eficacia en el servicio del Maestro. El apóstol Pablo bien pudo quedar
paralizado en su fructífero servicio, por la memoria de su pasado — su ardor
en perseguir a la iglesia y su intento de destruir la fe en el Señor
Jesucristo. Pero Él dice: "Olvidando lo que queda atrás". Echó de sí
la memoria de su errado pasado con el fin de "proseguir al blanco, al
premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3:13,14).
Un gran editor dijo: "El verdadero secreto de editar es saber qué
debe tirarse al canasto de papeles". Es bueno también saber qué debemos
echar al canasto del olvido. Los recuerdos de pecados y errores pasados, de
sentimientos heridos, real o imaginariamente, de pensamientos indignos, todo
esto debe ser descartado. ¿Pero cómo puede hacerse? El verdadero olvido
consiste en colocar un pensamiento en lugar de otro. El Apóstol Pablo escribió
en Filipenses 4:8: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo
lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad". Si hay
cosas que deseas olvidar, pide a Dios mismo su ayuda. Llena tu mente con
pensamientos acerca de Él.
Sí, la buena memoria es una posesión preciosa, pero de igual valor es la
facultad de olvidar.
Copiado
Contendor por la fe, Enero-Febrero 145-146, 1975
No hay comentarios:
Publicar un comentario