Es muy instructivo notar la preparación en secreto, o sea el ejercicio
de alma del profeta Elías antes de ser usado en servicio público para Dios
Todos los siervos de Dios que han si lo usados en bendición a otros, han sido
preparados y ejercitados primeramente en secreto con Dios. Los que han tenido
un encuentro verdadero y un ejercicio profundo con Dios, son los que El usa más
en servicio y testimonio. Por supuesto, ante todo, ha de ser un hombre que ha
nacido de nuevo, un pecador regenerado.
El hombre que llega a ser un predicador sin tener una preparación de
alma en proporción con el lugar que ocupa en público, sin duda fracasará tarde
o temprano. Si el edificio excede a la medida del fundamento, el edificio tiene
que temblar y finalmente caer.
El hermano que tiene un lugar público en el servicio de Dios, por fuerza
tiene que estar mucho en comunión secreta con El. Si sus mensajes no vienen en
poder a su propia alma serán meras teorías, sin vida y sin poder para los
demás. Su oído tiene que estar abierto en el secreto con Dios antes de poder
“hablar en sazón palabra al cansado” Is. 50:4.
El apóstol Pablo, hablando al joven Timoteo, dijo: “Ocúpate en leer...
medita estas cosas; ocúpate en ellas; para que tu aprovechamiento sea
manifiesto a todos” 1 Ti. 4.13-15. Será manifiesto a todos si te ocupas en las
cosas de Dios y en meditar en su Palabra; asimismo será manifiesto si te ocupas
más en las cosas del mundo.
“Bendito sea Dios... el cual nos consuela en todas nuestras
tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en
cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de
Dios” 2 Co. 1. 3,4. Lo mismo se puede decir de otras cosas además de la
consolación; si el predicador o siervo de Dios ha sido el objeto de la
disciplina de Dios y se sujeta a ella, puede después hablar con realidad y
poder de la disciplina y ser usado en bendición. La disciplina de Dios puede
ser enfermedad, persecución, aflicción, pobreza, etc. o alguna restricción
impuesta por los ancianos. Si él es tentado pero resiste al diablo y vence la
tentación, eso también le prepara para el servicio. Hay muchas otras
experiencias en la vida que sirven para preparar al que esté ejercitado en
ellas.
En 1 Reyes 17 leemos de la primera aparición de Elías en público, pero
Santiago nos cuenta algo de su preparación y el Secreto de su éxito y poder.
“Elías era hombre sujeto a semejantes pasiones que nosotros, y rogó con oración
que no lloviese, y no llovió sobre la tierra en tres años y seis meses” Stg
5.17. Así Santiago nos revela que Elías derramó su alma en oración en el retiro
de las montañas de Galaad donde, sin duda, se entristeció al ver la condición
lamentable del pueblo de Dios, después estaba fortificado y listo para tomar el
lugar en servicio público que Dios le había preparado. Tuvo el honor de ser el
instrumento en las manos de Dios para mostrar delante de una gran multitud que
Baal era falso, y de manifestar el poder y la grandeza del Dios verdadero, 1
Reyes 18.
En nuestros días hay mucha esterilidad y pobreza espiritual; hay poco
interés, y algunos oyentes escuchan, adormecidos, la verdad de la Palabra de
Dios. Puesto que así es, ¿qué es el recurso del Siervo de Dios? ¡La oración! La
oración con persistencia y ejercicio real y verdadero en la presencia de Dios
es la solución para todo problema. Elías salió de la presencia de Dios bien
armado de poder de lo alto para el encuentro con sus semejantes. Si tú,
hermano, quieres tener poder y éxito en tu ministerio, haz como hacía Elías.
“Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas” Is. 40.31.
Si el Siervo de Dios se confía de sí mismo, de su habilidad, de su
conocimiento, de su educación o su elocuencia, no buscará la presencia de Dios
y su ayuda, fracasará. Primeramente debe darse cuenta de su propia inutilidad y
necesidad, y eso le llevará a acudir presto a Dios. “No que seamos suficientes
de nosotros mismos... sino que nuestra suficiencia es de Dios” 2 Co 3 5,6.
La repetición formal de unas cuantas frases no es oración. La oración es
el clamor del alma que realza profundamente su inutilidad y pobreza y su
dependencia de Dios. Dios usa la elocuencia, la educación, etc. cuando están
sujetas y rendidas a Él, y también puede usar de igual manera a un siervo
humilde y de poco conocimiento en las cosas de este mundo si él también está
sumiso al Señor.
Hermano que estás puesto en el servicio para el Señor, ¿Te atreves a
pararte ante una congregación, donde cada corazón tiene diferente necesidad
espiritual, y está mirándote para recibir algún mensaje del Señor que consuele,
corrija, o edifica según las diversas necesidades, sin haber estado tú delante
del Señor para saber qué es lo que Dios tiene para aquellas almas? A la vez que
es un gran privilegio servir al Señor, es también una grande responsabilidad.
Ojalá que la realización de esto te fuerce a arrodillarte “para qué... seáis
sinceros y sin ofensa para el día de Cristo" Fil. 1.10.
Una palabra más. El apóstol Pablo exhortó al obrero Timoteo de esta
manera: “Sé ejemplo dé los fieles en PALABRA, en CONVERSACION, en CARIDAD, en
ESPIRITU, en FE, en LIMPIEZA” 1 Ti. 4:12. Hermano predicador, ¿eres ejemplo a
los fieles en palabra? ¿Podrían los cristianos imitar tu manera de hablar?
¿Eres ejemplo en tu conversación, o quiere decir, manera de vivir? ¿Es tu
caridad tal que los demás querrán ser iguales? ¿Estás lleno del Espíritu y
fervoroso en la obra del Señor de tal modo que incites a otros a serlo¿ ¿Tienes
fe sin fluctuar para así poder ser ejemplo a los débiles en la fe? ¿Haces todo
en limpieza y pureza de mente, palabra y hecho?
Pregúntate, estas cosas honesta y abierta-mente delante de Dios para
exponer a El tu verdadero estado. “Así que, si alguno se limpiare de estas
cosas, SERA VASO PARA HONRA, SANTIFICADO, Y UTIL PARA LOS USOS DEL SEÑOR, Y
APAREJADO PARA TODA BUENA OBRA” 2 Ti. 2.21. La necesidad en la Iglesia de
obreros y predicadores según el modelo divino es grande y profunda; tal vez
Dios quiere usarte en más bendición. Deja los modelos y métodos complicados e
infructuosos inventados por el hombre y busca la presencia de Dios, donde Él te
puede hablar y aparejar para su servicio.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es
vuestro racional culto. Y no os conforméis a este siglo; más reformaos por la
renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta” Ro. 12.1, 2.
(Tr. y adaptado)
El Contendor por la Fe - Noviembre-Diciembre -1968
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