lunes, 2 de mayo de 2016

Doctrina: Cristología. (Parte V)

III. La Encarnación (continuación)


c)   Razones de la Encarnación
Cualquier persona que realiza una acción tiene razones que la apoyan o motivan a que se realice tal acción. En relación a la encarnación de la segunda persona de la Trinidad, tales razones las podemos encontrar en diversos pasajes de la Biblia. Encontramos ocho razones, que a nuestro juicio, son las causas porque la segunda persona de la Deidad se encarnó y tomó forma de hombre (cf. Filipenses 2:7).
1.   Para mostrarnos a Dios por medio de Él mismo.
Sabemos que Dios se revela a Sí mismo de varias maneras, pero solamente la encarnación reveló la esencia de Dios, aunque de forma velada (Mateo 11:27; Juan 1:18; 14:7–11; Romanos 5:8; 1 Juan 3:16). El único modo que el hombre tiene para conocer al Padre es conocer al Hijo; y la única forma de lograrlo es estudiando Su vida directamente en las Escrituras. “Por haberse Él hecho hombre, la revelación de Dios se personalizó; porque Él es Dios, esa revelación es completamente verdadera.”
2.   Para proveer ejemplo para nuestras vidas.
Toda la vida terrenal de nuestro Señor se nos presenta como modelo para nuestras vidas (1 Pedro 2:21; 1 Juan 2:6, cf. Efesios 4:13). Si la encarnación no se hubiere concretado, tal ejemplo no existiría. Como ser humano, Él gustó de las “crisis” (vicisitudes) del hombre, y nos proveyó (y provee) de un ejemplo práctico para seguir (imitar, 1 Corintios 11:1, 1 Tesalonicense 1:6, cf. Hebreos 6:12); y como Dios, “nos ofrece el poder para seguir Su ejemplo.” Por tanto, el vino a revelar el verdadero hombre que Dios esperaba que hubiera sido y cuál debe ser la conducta del creyente
3.   Para proveer un sacrificio realmente efectivo por el pecado
Si no se hubiese efectuado la encarnación de la tercera Persona de la Trinidad, no tendríamos un Salvador en el cual creer. El pecado requiere la muerte como su pago (Romanos 6:23), esto lo apreciamos desde los primeros tiempos como es el caso del sacrificio sustitutorio hecho por Abel (Génesis 4:4) y todos los demás. También sabemos que Dios no puede morir, por lo cual el Salvador tiene que ser humano para poder morir; y la muerte de un hombre común  por el pecado no lo podría pagar ni por él  ni por ninguno; de igual modo el sacrificio de un animal inocente tampoco limpiaba al hombre, solo producía efectos temporales, de lo contrario no habría tenido que morir una cantidad incontable de animales. Por consiguiente, el  Salvador también tiene que ser Dios. Necesitamos un Salvador que cumpla las dos características, que sea Dios-Hombre, y lo tenemos en nuestro Señor (Hebreos 10:1–10).
4.   Para poder cumplir el pacto de Dios con David
El Ángel Gabriel le comunicó a María que a su Hijo se le daría el trono de David (2 Samuel 7:16; Lucas 1:31–33; Hechos 2:30-31,36; Romanos 15:8). Como la promesa fue hecha a David, un ser humano, quien ocupe el trono de David, requiere  que sea humano. Por lo consiguiente, el Mesías tenía que ser humano.  Y al mismo tiempo,  para ocupar el trono para siempre se requiere que el que lo ocupe nunca muera. Y solamente Dios cumple ese requisito. Así que el que en definitiva cumpliría la promesa davídica tenía que ser Dios-Hombre (Apocalipsis 19:16).
5.   Para deshacer las obras del diablo (1 Juan  3:8)
Esto fue efectuado por la aparición de Cristo como hombre. Note que Juan recalca que esto ocurre por Su venida ¿Por qué fue necesaria la encarnación para derrotar a Satanás? Porque Satanás tenía que ser derrotado en su propio terreno, o sea, este mundo. Así que Cristo fue enviado a este mundo para destruir las obras del diablo.
6.   Para poder ser Sumo Sacerdote compasivo.
Según  la epístola a los Hebreos (4:14-16), nuestro Sumo Sacerdote puede entender nuestras debilidades porque Él fue probado como lo somos nosotros. Pero Dios nunca es probado, así que fue necesario que Dios se hiciera hombre para ser probado a fin de que fuera un Sacerdote compasivo.
7.   Ser Cabeza de la Iglesia.
El hecho que “tomase forma de siervo, semejante a los hombres” (Filipenses 2:7) y muriese en la cruz. Dios no lo dejó en la tumba sino que lo resucitó de los muertos al tercer día  y lo sentó a sus diestra (Efesios 1:20), siendo Señor de todo lo creado (Efesios 1:21), y por cabeza de la Iglesia (Efesios 1:22).
8.   Para poder ser un juez competente.
Aunque la mayoría de las personas piensan de Dios como el Juez delante del cual todos comparecerán, la verdad es que Jesús será ese Juez (Juan 5:22, 27). Todo el juicio será llevado a cabo por nuestro Señor “por cuanto Él es el Hijo del Hombre”. Este es el título que lo asocia con la tierra y con Su misión terrenal. ¿Por qué es necesario que el Juez sea humano y haber vivido en la tierra? Para poder refutar todas las excusas que los humanos pudieran presentar. ¿Por qué tiene el Juez que ser también Dios? Para que Su juicio sea verdadero y justo.

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