Consideremos al Señor Jesús, al cual Dios presenta como ejemplo.
Nuestro Salvador comenzó, prosiguió y acabó su servicio con oración. Oró
cuando fue bautizado (Lucas 3:21). "Se apartaba a lugares desiertos, y
oraba" (5:16). "Fue al monte a orar, y pasó la noche orando a
Dios" (6:12). Oraba solo (9:18) "Tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y
subió al monte a orar" (9:28). Oraba en cierto lugar (11:1). "Puesto
de rodillas oró" (22:41). "Estando en agonía, oraba más intensamente"
(22:44).
Por fin, al cabo de su maravillosa vida en este mundo, nuestro bendito y
amado Salvador oró por sus enemigos, diciendo: "Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen" (23:34).
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