lunes, 2 de mayo de 2016

Meditación.

“...por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10).
Una de las agonías de la vida que nos infligimos a nosotros mismos es tratar de ser alguien que nadie tuvo la intención de que fuéramos. Cada uno es una creación única de Dios. Como alguien a dicho: “Cuando él nos hizo, en seguida rompió el molde”. Nunca deseó que nosotros tratáramos de cambiarla. Maxwell Maltz escribió: “Tú como personalidad no estás en competencia con ninguna otra persona, por la sencilla razón de que no hay otra como tú en toda la faz de la tierra. Eres un individuo. Eres único. No eres como ninguna otra persona y jamás podrás ser ninguna otra persona. No se supone que debas ser como ninguna otra persona y no “se supone” que nadie deba ser como tú”.
Dios no creó a una persona modelo y la etiquetó diciendo: así deben ser todos. Hizo a cada ser humano individual y único así como hizo cada copo de nieve individual y única.
Cada uno de nosotros es el producto de la sabiduría y amor de Dios. Al hacernos como somos, sabía exactamente lo que hacía. Nuestra apariencia, inteligencia y talentos representan lo mejor de él para nosotros. Cualquiera que tuviera conocimiento y amor infinitos habría hecho lo mismo.
Ahora bien, desear ser diferentes a como somos es un insulto a Dios. Sugiere que él ha cometido un error o que nos ha negado algo que habría sido para nuestro bien.
Desear ser distinto es inútil. Dios nos ha hecho y nos ha dado todo lo que tenemos con un objetivo. No hay duda de que podemos imitar las virtudes de otras personas, pues Dios así nos manda, que seamos imitadores, pero aquí estamos hablando de lo que somos físicamente y en talentos como creación de Dios. Si estamos insatisfechos con el proyecto de Dios para nuestra vida, nos paralizaremos con sentimientos de inferioridad. Pero ésta no es una cuestión de inferioridad. No somos inferiores, únicamente individuales y únicos.
Todo intento de ser lo que no somos está condenado al fracaso. Es tan inconcebible como si un dedo de nuestra mano tratara de hacer la labor del corazón. Ése no fue el designio de Dios y simplemente no funcionará.
La actitud adecuada está en decir con Pablo: “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10). Debemos regocijarnos porque somos un diseño especial de Dios y determinar utilizar lo que somos y tenemos al máximo para Su gloria. Hay muchas cosas que no podremos hacer, pero hay otras que podemos hacer y que otros no.

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