El yugo religioso
¿Qué acuerdo entre el templo de Dios y los ídolos? 2 Corintios 6.16
En las asambleas bíblicas podemos servir a Dios con conciencia limpia en
cuanto a nuestra asociación con los hermanos en la fe. A pesar de las
debilidades entre nosotros, se exige que solamente auténticos creyentes estén
en la comunión. Si cabras se incorporan entre las ovejas, no es porque no se ha
hecho un esfuerzo para examinarlas bien.
Pero entre muchas sectas de índole evangélica no hay el mismo cuidado;
basta que uno diga que se ha entregado a Cristo. Por lo tanto, mucha gente
activa en campañas interdenominacionales de evangelización no da evidencias
bíblicas de ser de Cristo. “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el
nombre de Cristo”, 2 Timoteo 2.19.
Otros niegan las doctrinas fundamentales de la Biblia , aun en cuanto a la
persona de Cristo, del Padre y del Espíritu Santo. Los tales no debemos recibir
en nuestra casa, 2 Juan 9 al 11. Si trabajamos con ellos en campañas
mancomunadas, nos comprometemos en yugo desigual con los infieles.
Podemos citar muchos casos donde personas no renacidas han participado
activamente en las campañas unidas de evangelización. Han declarado
públicamente que no creen en la inspiración de la Biblia , el nacimiento
virginal, la divinidad de Jesús, ni los milagros. Pero por conseguir mayor
membresía en sus iglesias, ellos se han incorporado en las campañas. Por ser
ministros o pastores, se les ha concedido el dirigir la oración. De nuevo, las
personas realmente salvas que están activas en esas campañas se encuentran en
un yugo desigual con los infieles.
En nuestros ejemplos ya hemos hecho mención de alianzas entre reyes de
Judá y reyes impíos. El unirse en la batalla para salir contra los enemigos del
Señor era un yugo desigual y correspondía al yugo hoy en día del creyente que
se une con los inconversos en las batallas del Señor.
El rey Asa dijo a Ben-adad de Siria: “Haya alianza entre nosotros”,
1 Reyes 15.19. Hanani el profeta le reprendió: “Te has apoyado en el rey
de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios… locamente has hecho en esto;
porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti. Entonces se enojó Asa
contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se encolerizó grandemente a
causa de esto”, 2 Crónicas 7.10.
Es triste cuando un creyente se molesta porque un hermano fiel le haya
enseñado la Palabra
de Dios para reprenderle.
El rey Josafat cometió el mismo error al salir a la guerra con Acab.
Cuando buscó un mensaje del profeta, Dios permitió que un espíritu de mentira
engañara a éste. El hecho nos enseña que la desobediencia a la Palabra de Dios en el yugo
desigual solamente conduce a más errores. Él no guarda al tal en los caminos de
la verdad. El profeta Jehú reprendió a Josafat: “¿Al impío das ayuda, y amas a
los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido ira de la presencia de Jehová contra
ti por esto”, 2 Crónicas 19.2.
El yugo religioso también introduce innovaciones de las sectas. “Después
fue el rey Acaz a encontrar a Tiglat-Pileser, rey de Asiria, en Damasco; y
cuando vio el rey Acaz el altar que estaba en Damasco, envió al sacerdote Urías
el diseño y la descripción del altar, conforme a toda su hechura. Y el
sacerdote Urías edificó el altar”, 2 Reyes 16.10 al 14.
De modo que Acaz cambió la forma del templo, introduciendo este nuevo
altar grande (sin duda el más lujoso y moderno) frente al templo y colocando el
viejo, de bronce, al lado norte. Su yugo con Tiglat-Pileser resultó en una
victoria militar pero una derrota espiritual, porque le condujo a modificar el
templo que había sido hecho según el diseño que Dios mandó.
De igual modo hay hermanos en la fe que se unen en campañas fuera de las
iglesias que se conforman al Nuevo Testamento y allí ven cosas que no son
bíblicas que les apelan. Luego procuran introducirlas en su propia congregación.
El movimiento carismático es una trampa para llevar al pueblo del Señor
al yugo desigual con los religiosos no renacidos. Se alega que une a todos los
que “buscan a Dios”. Católicos, protestantes y evangélicos se reúnen para orar,
leer la Biblia
y buscar los dones espirituales. No se hace distinción de religión o sexo con
tal que uno dice que quiere orar, expresar sus propios pensamientos sobre la Biblia y recibir dones.
La oración en supuestas lenguas es cosa corriente, haciendo caso omiso
de que las auténticas lenguas de tiempos apostólicos eran solamente señales.
Todas las lenguas del día de Pentecostés era idiomas conocidos y entendidos por
los extranjeros presentes, a diferencia de las así llamadas lenguas modernas
que son sílabas y palabras descoyuntadas que no se comprenden. El hecho de que
personas inconversas en esas reuniones hablan estas “lenguas” al igual de
quienes sí son, comprueba que no se trata de un don del Espíritu de Dios, sino
de una gran falsificación de Satanás. Tampoco se trata de lenguas angelicales;
todo ángel que habló en la
Biblia lo hizo en lenguaje conocido al oyente, sin
intérprete.
Esta mezcolanza de credos nos recuerda a Babilonia la Grande. El llamado de
Dios a su pueblo en aquel día futuro será: “Salid de ella, pueblo mío, para que
no seáis partícipes de sus pecados”, Apocalipsis 18.4. Es yugo desigual.
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