Capítulo 3: Crecimiento en la Vida Divina (1 Juan 2: 12-27) (continuación)
(Versículo 15). Los jóvenes pueden entrar en
conflicto con el diablo y en contacto con el mundo. Como la carne aún está en
nosotros, el mundo es un peligro muy real. Somos enviados al mundo como
testigos de Cristo, pero no somos del mundo. Por consiguiente, somos advertidos
a no amar al mundo. Más aún, se nos recuerda que "Si alguno ama al mundo,
el amor del Padre no está en él." Nosotros podemos, lamentablemente, ser
tentados por él, o, en un momento en que hemos bajado la guardia, ser vencidos
por él, pero la pregunta que nos prueba es, ¿Amamos al mundo? Una palabra
solemne para todo quien profesa ser de la familia de Dios y sin embargo parece
estar más a gusto en compañía del mundo que entre el pueblo de Dios.
(Versículo 16). El apóstol no nos deja en ninguna
duda en cuanto al carácter del mundo del que habla. Él no se refiere al mundo
físico de la naturaleza, sino a ese gran sistema construido por el hombre
caído, que se caracteriza por los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y
la vanagloria de la vida.
Se ha notado que estos tres principios entraron con
la caída del hombre. El diablo tentó a Eva con la
pregunta, "¿Conque Dios os ha dicho...?" Si la palabra de
Dios hubiese estado morando en su corazón, ella la podría haber usado para
vencer al diablo. ¡Lamentable! esta palabra no gobernaba sus pensamientos, así
que, cuando la cita (o más bien, la cita mal), ella no solamente carecía de
poder para vencer, sino que cayó en la trampa de principios mundiales. Ella
"vio...que el árbol era bueno para comer", y así fue arrastrada por
los deseos de la carne. Además, ella vio que "era agradable a los
ojos", y fue atraída así por los deseos de los ojos. Por último, ella vio
que este era un "árbol codiciable para alcanzar la sabiduría", y la
vanagloria de la vida que ansía el conocimiento fue despertada. Siendo
arrastrado por los principios del mundo, Adán desobedeció a Dios y fue
expulsado del jardín. El mundo, entonces, es un vasto sistema organizado por el
hombre caído para complacer los diferentes deseos de la carne, para gratificar
el ojo, y para atender las varias formas de vanagloria.
En este mundo no hay nada que sea del Padre, y no
hay amor por el Padre. Para el creyente, el Padre ha abierto otro mundo que
está caracterizado, no por el deseo que busca su propia satisfacción, sino por
el amor que busca el bien de su objeto. No es un mundo que busca gratificar la
vista, sino donde Cristo es el Objeto que todo lo satisface — “Vemos a
Jesús" (Hebreos 2:9 - Versión Moderna). No es un mundo caracterizado por
la vanagloria que se jacta en su propia sabiduría, sino que es uno que se caracteriza
por la humildad que se deleita por sentarse, como un principiante, a
los pies de Jesús.
(Versículo 17). Además, el mundo del hombre va
pasando. No obstante lo bella que puede ser en ocasiones su exhibición
exterior, está dominado por el pecado, y la sombra de la muerte está sobre
todo. Ya hemos oído que las tinieblas, o la ignorancia de Dios, van pasando;
ahora aprendemos que el mundo que mora en tinieblas también va pasando. En
contraste con el mundo que pasa, los que hacen la voluntad de Dios permanecen
para siempre; ellos pertenecen a un mundo sobre el cual ninguna sombra de
muerte alguna vez caerá.
Los Hijitos. Hemos
aprendido del versículo 13 que la primera característica de los hijitos es que
ellos han "conocido al Padre." Mientras ellos progresan
espiritualmente, se les hará entrar en conflicto espiritual. Llegarán a
ser jóvenes y pelearán la buena batalla de la fe. Ellos saldrán a
luchar por el Señor, pero comienzan en el círculo hogareño. En ese bendito
círculo de amor, ellos pueden saber poco del poder del enemigo y del conflicto
que se encuentra ante ellos, pero aprenden el amor del corazón del Padre y el
sostén de la mano del Padre. No es solamente que saben que son niños, y que
Dios es su Padre, sino que ellos conocen al Padre con Quien están en relación.
Poco pueden saber de las profundidades de Satanás, o de las trampas del mundo,
o del mal en sus propios corazones, pero conocen el corazón del Padre. Una vez
ellos no conocían nada del corazón del Padre y nada les importaba la voluntad
del Salvador, pero como pecadores fueron traídos al Salvador y, por la fe en
Cristo Jesús, pasaron a formar parte de la familia de Dios, como leemos,
"pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo" (Gálatas 3:26).
Les fue dado el Espíritu Santo, el amor de Dios fue derramado en sus corazones,
y ahora pueden levantar su mirada y decir, "¡Abba, Padre!". Ellos
saben que el Padre los ama con un amor que nunca se cansa y con un cuidado que
nunca cesa.
(Versículo 18). Los hijitos, por su inexperiencia,
están más particularmente en peligro de ser engañados. Así el apóstol les
advierte contra seductores anticristianos. Se nos dice que este es "el
último tiempo". Como ya han pasado diecinueve siglos desde que estas
palabras fueron escritas (N. del T. : el autor vivió entre los años
1862/63? - 1943), podemos concluir que el apóstol no se refiere al último
tiempo en cuanto al tiempo cronológico, sino más bien último tiempo en cuanto
al carácter. Sabemos que el último tiempo antes que el juicio caiga sobre la
Cristiandad apóstata estará caracterizado por la aparición del Anticristo. Pero
maestros anticristianos ya habían aparecido en los días del apóstol, "por
esto conocemos que es el último tiempo."
(Versículo 19). Estos maestros anticristianos
serían una trampa especial para los creyentes, en vista de que ellos surgirían
en el círculo Cristiano y luego abandonarían la profesión Cristiana.
(Versículo 20). Para capacitar a los creyentes a
escapar de toda enseñanza anticristiana, se nos recuerda, primeramente, que
tenemos el Espíritu Santo —la Unción— y así somos capaces de juzgar todas las
cosas. No conocemos nada por nosotros mismos, pero teniendo el
Espíritu tenemos la capacidad de conocer todas las cosas.
(Versículo 21). En segundo lugar, tenemos "la
verdad". El Espíritu no nos ilumina el entendimiento por medio de alguna
imaginación interior; Él usa "la verdad", y nos capacita así para
detectar el error. Nosotros no detectamos la mentira ocupándonos con el mal
sino conociendo la verdad. Lo que nos corresponde es ser simples en lo que
concierne al mal y sabios en cuanto al bien.
(Versículos 22, 23). En tercer lugar, teniendo el
Espíritu y la verdad, aprendemos de inmediato que la Persona de Cristo es la
gran prueba de todo sistema anticristiano. Podemos ser engañados si los
juzgamos por los términos Cristianos que ellos pueden usar y las prácticas que
pueden seguir. La prueba real es, ¿qué posición tienen ellos con relación a la
verdad en cuanto a la Persona de Cristo? Se encontrará que todo sistema falso
niega en alguna forma la verdad de Su Persona. Hay, sin embargo, dos formas
principales de error y oposición a la verdad. Una forma de error,
principalmente hallada entre los Judíos, niega que Jesús es el Cristo - el
Mesías que ha de venir. La otra forma de error, que surge en la profesión
Cristiana, niega la verdad del Padre y del Hijo. Cuando el Anticristo aparezca,
él unirá la mentira de los Judíos con la mentira que surge en la profesión
Cristiana, negando al mismo tiempo que Jesús es el Mesías y que Él es una Persona
divina. Hoy, cada sistema falso que ha surgido en la Cristiandad se yergue
condenado por la negación de la verdad de la Persona de Cristo como el Hijo, y
la negación de la verdad del Hijo llevará a la negación de la verdad en cuanto
al Padre.
(Versículo 24). Nuestra salvaguardia contra todo
error en cuanto a la Persona de Cristo se encuentra en permanecer en lo que
hemos oído desde el principio. Los Judíos pudieron decir a Jesús, "Tú,
¿quién eres?" El Señor respondió, "Ese mismo que os he dicho desde el
principio." (Juan 8:25 - Versión Moderna). Una traducción más exacta de
estas palabras es, "Absolutamente lo que yo también les
digo." (N. del T.: traducido de la Versión Inglesa de la Santa Biblia
de J. N. Darby). Sus palabras eran la perfecta expresión de Él mismo.
¡Cuidado! nosotros podemos usar palabras para esconder lo que somos: Él usó
palabras para expresar perfectamente lo que Él era. Nosotros hemos oído Su voz
y conocemos la verdad en cuanto a Él. Podemos tener mucho que aprender de las
glorias de Su Persona, pero sabemos Quién es Él. Cualquier pretensión de
modernismo, o cualquier otro sistema falso, que nos dé verdad adicional en
cuanto a Su Persona, es una negación de que la plena verdad salió a la luz en
el principio. Si lo que hemos oído desde el principio permanece en nosotros -
si ello gobierna nuestros afectos - permaneceremos en la verdad del Hijo y del
Padre. Las ovejas oyen Su voz y así son capaces de detectar las muchas falsas
voces de los extraños, como leemos, "Mas al extraño no seguirán... porque
no conocen la voz de los extraños" (Juan 10:25).
(Versículo 25). En cuarto lugar, tenemos vida
eterna según la promesa. Esta vida nos pone en relación con Personas divinas.
Las palabras del Señor son, "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a
ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan
17:3).
Es evidente, entonces, que estos maestros
anticristianos quedan expuestos como no siendo de nosotros - la compañía
Cristiana (versículo 19); ellos no tienen el Espíritu (versículo 20); no
conocen la verdad (versículo 21); niegan al Padre y al Hijo (versículo 22);
ellos no continuaron en lo que era desde el principio (versículo 24); y ellos
no poseen vida eterna (versículo 25).
Los niños en Cristo ("hijitos") pueden
escapar de su enseñanza de maldad por tener el Espíritu, la verdad, el
conocimiento del Padre y del Hijo, permaneciendo en lo que ellos han oído desde
el principio en Cristo, y viviendo la vida eterna por medio de la cual ellos
pueden gozar la comunión con Personas divinas.
(Versículos 26, 27). Estas, entonces, son las cosas
que el apóstol escribe para exponer a aquellos que desearían descarriarnos,
y para advertirnos contra ellos. Además, no sólo tenemos la palabra escrita,
sino también el Espíritu Santo para capacitarnos a entender la palabra y probar
las enseñanzas de los hombres. Los maestros pueden pasar, pero el Espíritu
permanece. La enseñanza del mejor de los maestros puede ser parcial, pero el
Espíritu Santo nos puede enseñar "todas las cosas". La enseñanza del
mejor de los maestros a veces puede estar mezclada con imperfección, pero la
enseñanza del Espíritu Santo "es verdadera" y ella "no es
mentira". El propósito de todo falso maestro es seducir a los santos para
que abandonen la verdad; el efecto de la enseñanza del Espíritu Santo es
conducir a los santos a permanecer en la verdad tal como Cristo la presentó
desde el principio.
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