jueves, 3 de noviembre de 2016

¿QUIÉN DEBE GUIAR? (Parte I)

El buen liderazgo en la iglesia se escasea hoy día. La magnitud del problema se indica por la proliferación de artículos, seminarios, talleres e institutos que se dedican a la cuestión del liderazgo cristiano. El hecho de que la iglesia parece reflejar la situación de la comunidad es de poco consuelo dado que el deber de la iglesia es mostrar a la comunidad un ejemplo de cómo debe conducirse y no viceversa, Mr. 10:42-45. Pero el liderazgo cristiano estará tan fuerte como su adherencia al ideal que se expresa, no en dominar, sino en servir.
Ser líder cristiano no significa ser “él manda más”. El verdadero liderazgo implica tener autoridad, pero esta autoridad es la autoridad paradójica de la humildad, de servicio, y de la cruz. Esta clase de liderazgo autoritativo era practicado por Jesús mismo cuando El declaró, "El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos", Me. 10:45. Solamente tal abnegación puede llamar con autoridad a los hombres para que tomen la cruz y que le sigan.

Desde luego, la idea de que el liderazgo es expresado en servicio hacia otros se observa en los mejores ejemplos del liderazgo secular. Pero el liderazgo cristiano no es simplemente el servicio a favor de otros. En primer lugar, es servicio rendido a Cristo, y esto, a su vez, determina la forma en que el líder servirá a los que son los objetos de su cuidado pastoral. Pablo anuncia este concepto claramente en una carta a una iglesia que aparentemente carecía de un liderazgo verdaderamente espiritual: "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús" (2 Cor. 4:5).
LIDERAZGO EXPRESADO EN SERVICIO
Vale la pena perseguir más el concepto paulino del liderazgo. El pasaje en Hechos 20:17-37 encapsula de manera apta muchos de sus pensamientos referentes al tema por cuanto contiene su discurso de despedida a los líderes de la iglesia de Éfeso. El compromiso doble que Pablo tuvo; a Dios primero y luego a su pueblo, se refleja en su recuento del esfuerzo pastoral incansable, tanto en público como particularmente (v.20), con judíos y con griegos (v.21), de día y de noche (v.31)» Pero nos acercamos más al corazón del liderazgo cristiano en dos declaraciones importantes. En la primera Pablo dice: "Y cómo nada que fuese útil he rehuido anunciaros", v.20 Luego en la segunda, "porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios", v.27.

Se puede notar con diáfana claridad que estas dos declaraciones están relacionadas, evidenciadas por el hecho de que cada una, por decirlo así, tiene la misma fórmula, a saber: "no he rehuido de anunciaros..." Esta expresión debe notarse y el hecho de que Pablo la usa ha de indicar que él no halló fácil cumplir con las obligaciones del liderazgo. En realidad, la declaración, "y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros", ocurre cabal en medio de una lista de pruebas y peligros asociados con su ministerio. ¡La responsabilidad de proveer enseñanza e instrucción provechosas es una carga equivalente preocupacionalmente al ser perseguido y encarcelado! Pablo se refiere a lo mismo en 2 Co. 11 donde en el v.28 añade a la lista monumental de pruebas y aflicciones sufridas a causa de Cristo, la carga extra de "lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias".
Pero ¿por qué razón estaría tentado Pablo para retener de los efesios cosas que eran provechosas? ¿No debería un líder digno del nombre apurarse para comunicar información provechosa a sus seguidores? Desde luego, la respuesta depende del significado que asignamos a la palabra "provechosa". Aquí es donde tomamos nota nuevamente de la relación entre v.20 y v.27. La palabra "Útil" en el primero se define por la expresión "todo el consejo de Dios" en el último. Para decirlo de otra manera; la palabra "útil" no se entiende de ninguna manera en los términos de lo que el pueblo desea oír, sino en términos de lo que Dios quiere que oiga, pese a si lo quiere o no. Todo líder cristiano tiene que tomar en cuenta el hecho de que con frecuencia existen aspectos de "todo el consejo de Dios" que aun el pueblo de Dios no recibe de muy buena gana. Siempre ha sido así desde el tiempo de los profetas hasta ahora. Por tanto, el líder cristiano necesita recordarse constantemente de la naturaleza doble de su servicio no simplemente un siervo del pueblo, sino de Dios primeramente, y luego del pueblo en segundo lugar. Entonces, el verdadero liderazgo cristiano necesita un rechazo deliberado de una popularidad fácil que es ganada por un silencio calculado o por una conveniencia cobarde. El pueblo de Dios debe ser servido por líderes conscientes de la verdad de que el agradar a Dios es una obligación superior a la de agradar a los hombres.
Por Max Liddle
Traducido de "The Reaper"

Contendor por la fe  1984

No hay comentarios:

Publicar un comentario