Allí estaba, un hermoso y
pequeño pajarito verde, moviendo sus alas en forma tan rápida que parecían
invisibles, justo al frente de nuestra ventana en la cabaña. Era un picaflor de
cuello rojizo, uno que no habíamos visto durante más de 10 años. El sentimiento
de admiración que yo experimenté en ese momento fue similar al que siento
cuando descubro una nueva verdad en la Palabra de Dios, como un trozo de oro
escondido en un capítulo más o menos conocido. ¿Y acaso no debe ser así,
cuando permitimos que las obras de Dios nos deleiten y hablen a nuestra alma,
así como lo hace su Palabra? "Grandes son las obras de Jehová, buscadas de
todos los que las quieren " (Salmos 111:2). Algunos han tenido la
oportunidad de identificar 75 clases de diferentes flores silvestres en un
paseo durante una tarde[1]. Otros se han deleitado
escuchando el canto solitario del búho. Tal vez usted recuerda cuando en una
noche de verano, acostado en una sábana, observaba y contaba las
"estrellas fugaces". Una de las mejores experiencias, para mí, es
sentir como la canoa se mece al vaivén de las aguas, cuando voy atravesando una
parte torrentosa. Pero, no importa la clase de experiencia que hayamos tenido
con la naturaleza, me pregunto ¿hemos reconocido en ella la voz de Dios en la
creación?
La naturaleza nos
enseña acerca de Dios. No está allí sólo para nuestro deleite. ¿Ha pensado
usted en eso? La creación es una de las formas por la cual Dios se nos revela a
sí mismo. Los teólogos hablan de la revelación general y de la revelación
especial o particular. El Salmo 19:1-6 nos expone la revelación general de Dios
en la creación, y el Salmo 19: 7-11 es la revelación especial de Dios en su
Palabra. Ambas revelaciones son infalibles, aunque la revelación de Dios en su
Palabra es más completa y más directa.
La revelación de Dios en la creación no puede traer
arrepentimiento, pero sí nos puede enseñar muchas cosas de Dios - aún sobre
sus tratos con nosotros, Además la creación es el gran testigo que le muestra
al hombre la gloria y el poder de Dios.
La creación nos habla de la gloria de Dios (Salmo 19:1)
"Los cielos
cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos."
¡Que afirmación
más extraordinaria acerca de Dios, el Creador! Todo el universo habla de su
gloria y su poder. Nadie tiene excusas para no reconocer su autoridad como
creador. "Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." (Romanos 1:20).
La creación nos habla de la unidad de la Deidad
En este siglo los
astrónomos pueden dirigir sus radiotelescopios hacia los lugares más
distantes del universo y descubrir que dichos objetos obedecen las mismas
leyes, y están hechos de la misma sustancia de que está formado nuestro planeta
y el sol. La unidad del universo testifica de la unidad del creador.
John Dewey, el filósofo
humanista y educador, no deseoso de reconocer al Dios Creador, enseñó que el
hombre impone una unidad a la naturaleza, en su búsqueda científica:
"Fuera de la actividad humana, la naturaleza no es una unidad en sí
misma; la naturaleza está formada en sí misma, por una cantidad de objetos
diversos en el tiempo y en el espacio"[2]. Los científicos mismos
son los que saben mejor. Ellos no imponen nada, solamente hacen "descubrimientos",
descubrimientos que nos revelan la armonía y unidad que ya estaba allí en el
universo.
La creación nos habla a nosotros
(Salmo 19:2-3)
El apóstol Pablo escribió: "La naturaleza misma ¿no
os enseña...? Es este principio que se encuentra en estos dos versículos.
"Un día emite palabra a otro
día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabra, Ni
es oída su voz. Por toda la tierra salló su voz, Y hasta el extremo del mundo
sus palabras”.
Durante el día, la revelación
de Dios se demuestra tan claramente en el sonido del viento, el canto de las
aves, y en los árboles, las flores, etc.[3] En la noche, su voz es más suave, mientras escuchamos el golpeteo del agua
en la orilla, vemos las estrellas como pequeñas luces arriba en el firmamento,
y sentimos el viento frío entrar por la ventana. De cuán diversas maneras se
nos comunica Dios, si tan sólo tuviéramos oídos para escucharla. ¡No se trata
de una comunicación verbal! No hay palabras, y aun así su voz se escucha (esa
es la mejor traducción). En realidad, Dios nos habla a través de la creación.
Pero el segundo sitio en el
cual Dios nos ha dejado su revelación, su Palabra, es incomparablemente más
completo y precioso. Y el tercer sitio, y el último de la infalible
revelación, el de su Hijo (Hebreos 1:2) es el que nos acerca más al corazón de
Dios. Pero si Dios decidió revelarse a sí mismo primero a través de la
creación, ¿no debemos entonces escuchar?
¿Qué nos enseña la creación?
Si usted estudia cuidadosamente este tema, verá que hay
muchas cosas que podemos aprender en la creación. Aquí hay algunas:
1. La omnisciencia
de Dios, su omnipresencia y su omnipotencia (Isaías 40-48).
2. La unidad de la
Deidad (Romanos 1:20)
3. La transcendencia de Dios (Hechos
17: 24-25)
4. La bondad de Dios para con nosotros
(Mateo 6:26-31; Hechos 14:17).
5. La gloria de Dios
(1 Corintios 15: 40-41).
6. La belleza y la
armonía (Mateo 6:26).
7. La unidad y
diversidad (Romanos 1:27; Génesis 1).
8. El orden (1
Corintios 11).
Estos son algunos de los principios que nos enseña la
naturaleza. Y están allí para que los apliquemos a nuestras vidas. Considere
el numeral 7, la unidad y diversidad. Este principio lo encontramos en Dios,
pues Él es un Dios y tres personas. También en la creación del universo vemos
un conjunto de leyes físicas, y a pesar de ello, una diversidad en la expresión
de estas leyes.
En la creación de la humanidad vemos la unidad del
hombre, el hombre y la mujer en uniformidad, creados juntos, pero se hace
evidente la clara diversidad de los mismos, cada uno con diferentes funciones
y papeles en la vida. Por último, los cristianos vemos esta verdad expresada
en la unidad del cuerpo de Cristo, con diversidad de miembros y cada uno con
diferentes dones: "Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en
Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que teniendo diferentes
dones, según la gracia que nos es dada" (Rom. 12:5-6).
La creación es un testimonio firme
y universal (Salmo 19:4-6).
Por toda la tierra salió su voz, Y
hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol;
Y éste, como esposo que sale de su
tálamo, Se alegra cual gigante para recorrer el camino. De un extremo de los
cielos es su salida, Y su curso hasta el término de ellos; Y nada hay que se
esconda de su calor.
A través de todos los siglos
y en todas partes del mundo, el hombre es responsable ante Dios, pues todos han
visto el testimonio de Dios en la creación. "Por toda la tierra salió su
voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras". Por esto el apóstol basa
su argumento de Romanos 10:18 en este versículo. No habrá ni una sola persona
que pueda decir " nadie me habló de Dios". La creación es el
testimonio universal[4]. En particular, el sol es un ejemplo del testimonio fuerte de
la creación. ¿Quién puede ignorar el sol cuando se levanta y cuando se oculta,
día tras día, proveyendo fielmente a la humanidad y hablando de la bondad de
Dios? Solamente el que intencionalmente cierra sus ojos para no ver el
testimonio de Dios.
Según la historia, sabemos
que Copérnico rompió la tradición de la época en la iglesia y en la sociedad,
diciendo que el centro del sistema solar era el sol y no la tierra. Esto no
quiere decir que él no era un creyente. En efecto, el justificó su nuevo
sistema heliocéntrico tomando en cuenta la lógica de que el sol, el testimonio
más brillante de la gloria de Dios, era el centro de la órbita terrestre.
En los años venideros, sin
embargo, este mismo sol será el agente de la ira de Dios contra la humanidad
rebelde: "y el sol se puso negro como tela de cilicio... y fue herida la
tercera parte del sol, … y los hombres se quemaron con el gran calor."
(Apocalipsis 6:12, 8:12, 16:9). También en épocas futuras, los cristianos no
necesitaremos el sol, porque "la gloria de Dios la Ilumina, y el Cordero
es su lumbrera" (Apocalipsis 21:23). El Señor Jesucristo, el Cordero de Dios,
será el centro de la nueva creación.
Apéndice: Forma y libertad, así
como en la atmósfera.
Cuando estudiaba algo sobre
meteorología, me encontré con un ejemplo tremendo sobre el principio de la
unidad y diversidad de la creación. Todos estamos acostumbrados a ver las
diversas formas de las nubes, y a admirar la belleza singular de los
atardeceres. Pero lo que no es tan conocido, tal vez, es que el sistema del
tiempo atmosférico está determinado en su totalidad por sólo cuatro ecuaciones,
cuatro absolutas que no se pueden cambiar[5]. El trabajo de los meteorólogos es buscar las soluciones a
estas cuatro ecuaciones, (lo cual se hace difícil, pues no sigue un patrón
unilineal).
El estado
particular de la atmósfera, en cualquier momento, es siempre el resultado de
estas cuatro ecuaciones. Y, aun así, hay infinidad de soluciones, cada una
peculiar, y cada una determinada por las condiciones iniciales y fronterizas.
¿Qué aprendemos de este
hecho? La belleza v la variedad del tiempo atmosférico no ocurre a pesar de
leyes absolutas, sino como resultado de ellos. Si quitáramos alguna de estas leyes
de conservación, habría un caos en la atmósfera. Los absolutos no impiden el
estilo de Dios. De manera similar, en nuestra vida cristiana, el obedecer los
absolutos de Dios no reprime nuestra individualidad, belleza o libertad. Esa
es la más grande mentira de Satanás hoy en día. Si dejamos a un lado todos los
absolutos, nuestras vidas sucumbirán, la sociedad se arruinará y se impondrá
la anarquía. ¿Y dónde estarán entonces la belleza y la libertad? Pero si nos
guiamos por los absolutos de Dios, tales como su santidad y amor, habrá
belleza real en nuestras vidas como cristianos. Y no seremos cristianos de
molde, todos ¡guales. No; cada uno mantendremos una relación viva con Dios,
obedeciendo su palabra, y manifestando estos absolutos de una forma única y
preciosa (de acuerdo con la personalidad individual y las circunstancias, es
decir nuestras "condiciones iniciales y fronterizas".)
Tomado de la segunda sesión de "Los salmos de David sobre la
creación".
Sendas de Vida, 1986
[1] Mi madre tuvo esta experiencia, durante un paseo que hizo
una tarde, en las montañas de los Andes en Colombia.
[2] John Dewey, "Mi
Credo Pedagógico periódico escolar, Enero 1897, LTV, página 78, Chicago: A.
Flanagan Co.
[3] En un libro reciente,
Margaret Clarkson comparte cómo "el Dios que ella conocía y amaba" le
habló "insistentemente" a trave's de su estudio y observación de las
aves. El título del libro "Ellas también cantan Sus alabanzas",
(Grand Rapids: Zondevan. 1975.)
[4] Esto no significa que
no debemos predicar el evangelio, pues hemos sido enviados a ir a todas las naciones
discipulado, bautizando y enseñando todas las cosas que Él nos mandó (Mateo 28:19-20)
Pero cuando lo hacemos, podemos recurrir al testimonio que ya existe en la
creación, así como lo hizo Pablo.
[5] Ecuación de continuidad
(conservación de la masa) Ecuación de moción; (conservación del momentum);
Ecuación de termodinámica (conservación de la energía); Ecuación de vorticidad
(conservación del momentum angular)
No hay comentarios:
Publicar un comentario